Bob Dylan actuará en el Palacio de Deportes el próximo 8 de julio

Casi 17 años después de su primera visita a Granada, Dylan vuelve a la ciudad envuelto en los vapores de ese 'Never Ending Tour' que le lleva sin cesar por el mundo desde finales de los 90

Bob Dylan actuará en el Palacio de Deportes el próximo 8 de julio
Bob Dylan actuará en el Palacio de Deportes el próximo 8 de julio
Enrique Novi

20 de marzo 2015 - 05:00

El mítico cantante Bob Dylan, actualmente a punto de embarcarse en su enésima gira de primavera por tierras norteamericanas, actuará por tercera vez en nuestra provincia el próximo 8 de julio en el Palacio de Deportes de la capital, donde ya estuvo el 18 de abril de 1999, según informa la promotora local Musiserv sobre un evento que se incluye dentro de la programación cultural de Gegsa.

El huidizo e incansable músico, que desde mediados de los años ochenta, cuando supuestamente ya había superado sus años más creativos e intensos, se condenó a sí mismo a permanecer en una gira interminable hasta el final de sus días, el llamado Never Ending Tour en el que aún prosigue inmerso, habrá cumplido los 74 años cuando recale en nuestra ciudad. En esta ocasión lo hará además con material nuevo recién publicado, el álbum Shadows in the Night (Columbia, 2015), que ha sacado al mercado hace apenas un mes y que ha recibido excelentes críticas.

En el disco el bardo de Duluth deja a un lado sus propias composiciones para llevar a su terreno algunos clásicos del repertorio de Frank Sinatra. A pesar de la distancia estilística, de su voz de ultratumba y de que ha evitado deliberadamente sus canciones más populares, con estas recreaciones Dylan ha conseguido transmitir la belleza telúrica, casi mágica de unos temas reducidos a la austeridad de un acompañamiento campestre pero minimalista. Al respecto ha dicho que "había querido hacer algo como esto durante mucho tiempo, pero nunca hasta ahora había tenido el valor de enfrentarme a canciones con bandas de 30 piezas y reducir sus complicados arreglos a un grupo de cinco miembros". Efectivamente, el álbum funciona por sí mismo, hasta el punto de que sin pararse a leer los créditos, uno podía dar por buena la propia autoría de unos temas a los que Dylan extrae un tono crepuscular muy genuino.

Más allá de su última entrega discográfica, la vigencia de Bob Dylan es de hoja perenne, pues al contrario de lo que suele ocurrir con la mayor parte de sus contemporáneos, el judío errante no se permite a sí mismo ningún vano ejercicio de nostalgia y a sus 73 años permanece, y ha permanecido durante todos estos años, exigiéndose tanto a nivel creativo, entregando regularmente material nuevo y acometiendo permanentemente nuevos proyectos, como en cuanto a su actividad sobre los escenarios. Es ya legendaria su costumbre de variar en cada actuación de repertorio, sin repetir apenas canciones de un día para otro, y según cuentan algunos de los músicos que han tenido el privilegio de acompañarlo, puede suceder que antes de salir de gira se ensayen 150 temas, y que el primer día de la gira el hermético cantante decida, sin previo aviso, empezar el show con alguna de los otros cientos que quedaron sin ensayar.

El chico que hizo resurgir el folk, el cantante protesta que rehusó ejercer de portavoz generacional, el inventor del folk-rock, el traidor a la pureza del folk, el creador del género Americana que recluido durante unos meses en un sótano, ni siquiera consideró oportuno publicar su invento, el acusado de recaudar fondos para la causa israelí, de convertirse al cristianismo, de visitar al Papa… Lo único cierto es que su cancionero no tiene competencia en los últimos cien años. A estas alturas nadie le discute el cetro de la música popular del S. XX.

Por encima de otros artistas con ventas más lustrosas como U2, Madonna o Michael Jackson, con historias más legendarias como las de Beatles, Jimi Hendrix o Elvis Presley, de mayor impacto mediático, como The Rolling Stones o Lady Gaga, e incluso por encima de otros cuya obra pueda resultar más accesible para el gran público; digamos, menos indigesta que la suya, como Leonard Cohen o Bruce Springsteen, la figura de Bob Dylan, y sobre todo su apabullante repertorio, auténtico tratado de los géneros populares que los Estados Unidos han dado al mundo, se alza por encima de todos ellos y seguramente ninguno estaría dispuesto a ponerlo en cuestión. Nadie sabe detrás de qué esquina el destino le tendrá preparada la guadaña, pero mientras eso suceda o no, disfrutemos de un genio irrepetible.

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