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En ellos reside el paradigma del arte independiente que se transforma en arte masivo. Do it yourself (hazlo tú mismo) es su teoría unificadora y sus límites son tan finos que sus obras pueden llegar a confundirse con un hecho delictivo. Son los grafiteros. Para empezar, hay quien sigue sin considerarlos artistas y en ciudades como Granada se da la disyuntiva de un Ayuntamiento que los multa, cuando se trata de pintadas en paredes históricas, o un Ayuntamiento que lo apoya, con exposiciones en el Rey Chico.

Para Yolanda Rojas el secreto está en discernir entre una pintada y un grafiti. Algo anecdótico o una forma de vida.

Su galería, especializada en arte emergente, vio en el grafiti una oportunidad para inaugurar su nueva sede en Gran Vía, 33 con la exposición Gráfika, de los artistas de Beautiful Losers, un proyecto que muestra obra gráfica, objetos y ediciones varias y que explora el trabajo de un grupo diverso de artistas visuales surgidos en la cultura urbana en torno a las escenas del skateboard, el grafiti, el punk y el hip hop de Estados Unidos.

"En el mundo del grafiti pasa que al final pagan justos por pecadores", subraya la directora de la galería. "No es lo mismo el arte del grafiti que el gamberro que va con un spray y pinta en un monumento. No se puede meter a todos en el mismo saco". El conflicto está en el nombre .

La treintena de artistas que forman el colectivo underground norteamericano -sólo hay un español- provienen del patín pero algunos de ellos se han convertido ya en autores clave del mundo de la publicidad para marcas como Calvin Klein, de la fotografía y el cine o han hecho campaña para el mismísimo Barak Obama.

Están en Gráfika Shepard Fairey (OBEY) -creador del famoso cartel del presidente americano con la palabra Hope-; el colorido Thomas Campbell; Henry Chalfant, el polémico fotógrafo y cineasta Larry Clark -realizador de Kids, película que habla acerca de la violencia juvenil, el skateboarding y las drogas-, la fotógrafa Chyntia Connolly, Cheryl Dunn, Glen E. Friedman, Evan Hecox, Wes Humpston, el grabador Jo Jackson, Todd James, Andy Jenkys, Chris Johanson, Harmony Korine, Ari Marcopoulos, Geoff McFetridge, el pintor Barry McGee, Ryan McGuinness, Mike Mills, Raymond Pettibon, Stephen Powers, Rostarr, Ed Templeton, Craig R. Stecyk III, Tobin Yelland y Fernando Elvira.

Todos ellos componen el grupo que nació gracias a la perspicacia de Christian Strike y Aaron Rose, al darles la oportunidad de pasar de la calle a la ya desaparecida Alleged Gallery de Nueva York.

Su evolución ha sido tan acelerada que hoy ya son nombres no sólo conocidos sino muy valorados en todo el globo.

Mario Martín Pareja (Contemporánea) y Christian Strike reúnen en esta exposición, que ya ha viajado por toda Europa, medio centenar de piezas de disciplinas artísticas tales como serigrafía, escultura, fotografía, revistas, fanzines, camisetas y objetos realizados por esa treintena de artistas que han surgido en la última década del siglo XX y son descendientes directos de la estética del pop liderada por Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Keith Haring.

Por ellas se pasean Ben Laden y ET, músicos de jazz, skates en vinilo o serigrafías de los grafitis pioneros de los sesenta. Obras que cuentan la evolución de un colectivo que nació casi por casualidad y fruto de un aprendizaje absolutamente autodidacta. "No se trata de obra original pero es auténtica, ya que de cada obra existen tan sólo unos cuarenta ejemplares", explica Rojas.

Símbolo de la revolución que ha supuesto este colectivo en el arte contemporáneo es que su obra no sólo se cuelga en los museos sino que se ha convertido en tema de reflexión en el documental Beautiful Losers, que aborda, más que una forma de arte, una forma de vida en general. Título apropiado (igual que una canción de Leonard Cohen) que recoge ese lenguaje 'crudo' en ocasiones para hablar de protagonistas no siempre exitosos pero que saben dónde habita la belleza.

Yolanda Rojas. Hasta el 29 de enero.