Carmen Magallón | Doctora en Ciencias Físicas

"La división letras ciencias frustra el desarrollo de la ciencia experimental"

  • El Festival Poesía en el Laurel reconoce el trabajo de la Presidenta de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad en España

  • Escribió su tesis sobre las pioneras españolas en las ciencias

Carmen Magallón (Alcañiz, Teruel, 1951) posa antes de recibir el Laurel de Plata.

Carmen Magallón (Alcañiz, Teruel, 1951) posa antes de recibir el Laurel de Plata. / Antonio L. Juárez / Photographers

Carmen Magallón Portoles (Alcañiz, Teruel, 1951) se preguntó hace 25 años por la historia de las pioneras españolas en las ciencias. La respuesta la halló en su tesis, donde recoge las valiosas aportaciones de las mujeres a las ciencias fisico-químicas en España en el primer tercio del siglo XX. "Algunos físicos se escandalizaron con el tema. Al final acabaron reconociendo mi trabajo", reconoció la Doctora en Ciencias Físicas premiada este martes con el Laurel de Plata del Festival Poesía en el Laurel de La Zubia.

La catedrática de Física y Química también fue reconocida por su carrera como activista por la paz y los derechos de las mujeres. Actualmente preside la sección española de la Liga internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, institución creada en 1915 por 1.136 féminas de 12 países enfrentados en la Primera Guerra Mundial. Su objetivo era, entre otros, persuadir a los jefes de estado de los países neutrales a que intervinieran para parar la guerra.

-¿A qué dificultades se enfrentaban las científicas en el siglo XX?

-Las mujeres científicas a principios del siglo XX no tenían vías para acceder a la educación superior. Ten en cuenta que una gran mayoría de la población española seguía siendo analfabeta. Estamos hablando de mujeres de la clase media que tenían alguna posibilidad de estudiar. No tenían acceso al bachillerato, ya que no había institutos para ellas, y la mentalidad social tampoco favorecía el realizar una carrera. Pensaban que las mujeres tenían un destino marcado: dedicarse al hogar y tener hijos. La mentalidad, la falta de medios y de acceso a la educación eran las principales trabas.

La científica, fotografiada ayer por 'Granada Hoy'. La científica, fotografiada ayer por 'Granada Hoy'.

La científica, fotografiada ayer por 'Granada Hoy'. / Antonio L. Juárez / Photographers

-¿Qué barreras les pone este siglo a las mujeres científicas?

-Hay un problema social de fondo. Las mujeres no queremos renunciar a nuestras vidas. Eso lo dicen las jóvenes investigadoras que quieren tener familia e hijos. La ciencia se ha pensado como un varón que se dedica de ocho de la mañana a las diez de la noche a las tareas de investigación y no hace nada más. Esa estructura social es la que pone dificultades. También hay estructuras académicas que sigan manteniendo prejuicios latentes. Aunque en los últimos años, sobre todo en este país, se está haciendo un esfuerzo para superar esas barreras para que las mujeres accedan a los puestos superiores. Hablamos del famoso techo cristal o suelo pegajoso (ríe). Se está intentando abordar. Detrás de esas estructuras y mentalidades que no cuentan con promover a las mujeres, encargarles la dirección de grupos de investigación o hacerlas jefas de departamento, está la estructura social. Es decir, cómo organizamos la sociedad para que hombres y mujeres puedan ser investigadores y a la vez colaboren en las tareas de cuidado de los demás. Esa es una cuestión a la que muchas no queremos renunciar.

-¿La ciencia ignora estas tareas de cuidado y de crianza?

-Sí, efectivamente. Hay intentos para equilibrar la corresponsabilidad. Pero en la ciencia hay tal competitividad. Los científicos enferman de tanta competitividad para hacerse un hueco en los avances o en sus carreras científicas.

-¿Usted ha sufrido en sus propias carnes esa competitividad?

-Me considera una rara avis. He seguido una trayectoria personal independiente. Empiezo con la física y acabo siendo habilitada para profesora titular de artes y humanidades (ríe). He sido y soy una rebelde en el mundo de la ciencia. No sé si me reconozco cuando me dicen científica. Utilicé mi base científica para visibilizar a las mujeres científicas. Mi tesis es de historia de la ciencia. A menudo, las cuestiones de historia y filosofía de la ciencia son desdeñadas desde los campos de las ciencias duras.

-¿Cuando superaremos el debate ciencias versus letras?

-En mi caso ha tenido su castigo (ríe). Para los de letras soy de ciencias y para los de ciencias soy de letras. No es fácil encontrar un lugar en la academia. Yo no me quejo. Hay libro histórico, El debate de las dos culturas, que habla de ello. La división letras ciencias frustra el desarrollo de la ciencia considerada como ciencia experimental. En muchos casos los desarrollos científicos que pueden darse en un campo pueden venir de la mano de ideas del pasado que quedaron ancladas que se retoman más tarde. Ha habido muchos científicos que han sido músicos y han escrito literatura. La persona no se puede dividir en bloques. En otros países los currículum están más mezclados.

-¿Por qué en los libros de texto sólo aparece Marie Curie como científica reseñable?

-La mayoría sólo conoce a Marie Curie, pero se ha avanzado bastante. Se han publicado muchas historias de mujeres científicas. Llevamos tres décadas trabajando en ello. Está el portal Mujeres con Ciencia, que lo llevan unos profesoras de la Universidad de Bilbao; el Día de Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia; hay grupos de jóvenes científicas en Zaragoza, que es donde yo vivo, que organizan concursos y juegos. Hay un movimiento muy grande. Hay que hablar de esas historias de científicas porque son los modelos para las niñas.

La científica con el premio en la mano anoche en La Zubia. La científica con el premio en la mano anoche en La Zubia.

La científica con el premio en la mano anoche en La Zubia. / Antonio L. Juárez / Photographers

-El premio también reconoce su labor en el campo de la cultura de paz. ¿Cómo se inicia en el tema?

-Yo nací en un pueblo de la provincia de Teruel. Cuando era niña se contaban muchas historias de la Guerra Civil Española. Fue muy dura la guerra. Contaban cosas terribles. Mi padre estuvo en la guerra y fue herido. Eso me dejó una sensibilización muy fuerte. Después, en los años 80, cuando éramos estudiante de Física, estaba la Guerra Fría, en el que la principal amenaza era el uso de misiles nucleares. Nosotros fuimos una generación que trató de unir la ciencia con la responsabilidad del científico. Nos sentimos muy interpelados por el uso de armas nucleares. Eran físicos los que las habían creado. Muchos de nosotros nos involucramos en el movimiento por la paz. Después, colaboraba con la Fundación Seminario de Investigación para la Paz. En 2003 comencé a ser directora de esa fundación.

-¿Cómo se puede fomentar esa cultura de paz?

-Lo principal es rebelarse contra la violencia. Todo el movimiento contra los abusos, las violaciones, el Me Too, todo esa rebelión, es importante. Las mujeres pueden ser una esperanza y una fuerza porque como hemos sido relegadas de la toma del poder. Vemos las cosas de otro modo. También necesitamos involucrar a los jóvenes en esto. Ellos también ganan cuando trabajan en contra de la violencia. No tienen que cargar con el estereotipo de violadores. Yo tengo un hijo varón. Para ellos también es una carga y que su desarrollo personal necesita no ser considerados como los que ejercen la violencia.

-¿La educación empieza en casa, no?

-Sí. La transmisión de la sociabilización es importante. Una sociedad libre de salir por la calle, sean chicos o chicas, nos interesa a todos. Es una primera lucha contra la violencia. Otra deconstrucción de la cultura de paz es defender nuestra democracia. Vemos cómo está amenaza por los rumores, la corrupción. Todo eso hay que defenderlo. La defensa de los derechos humanos también es clave. Nos tiene que indignar que haya personas que se ahoguen en el mar. Hablo de la sensibilidad democrática, de la compasión ante los seres humanos. Que haya políticos como Salvini que está dejando morir a la gente a las puertas de Lampedusa nos tiene que indignar. Construir cultura de paz es fomentar esa sensibilización.

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