El Circo del Sol más que una compañía de artes escénicas, es un símbolo, una institución. Su nombre es sinónimo de calidad y de éxito, porque llena en cada una de las ciudades y en las que repite prácticamente con una decena de funciones repartidos durante varios días en sus espacios de más aforo. Eso es lo que sucede con los miles de seguidores que se dan cita estos días en el Palacio de Deportes. Ni decepcionó la respuesta del público ni el último espectáculo con el que recala en Granada de los varios con los que está en permanente gira por todo el mundo: Ovo.

La fórmula no es nueva: los últimos números circenses desempeñados por unos acróbatas que son los primeros espadas del mundo en su especialidad se van sucediendo en una pista en la que las transiciones las ameniza unos números de clown tradicionales pero efectivos.Tres payasos en estado de gracia -en especial la mariquita- a pesar de que apenas emiten sonidos para llegar a públicos de cualquier idioma y en las que vuelven a contar con los espectadores de las primeras filas como ayudantes.

Los números de acrobacias pasan por casi todas las técnicas: barras verticales, telas, cuerdas, una original oruga y una araña contorsionista, malabares, trapecio a dos y por grupos o el de la gimnasta que baila en el aire sujetada por su propia cabellera.

Y como guinda, el número más impactante de todos, unas tradicionales camas elásticas separadas por una línea de colchonetas en las que los atletas realizan diagonales de gimnasia acrobática mientras sus compañeros saltan y suben por un rocódromo. Y mientras tanto, unas gimnastas disfrazadas de arañas también suben y bajan por esa pared con una agilidad ciertamente más propia de un insecto que de un humano.

Vista la espectacularidad del la propuesta, cuesta pensar que la simple premisa de utilizar la gracilidad de la gimnasia rítmica para trepar por un rocódromo y enlazar esto con las colchonetas elásticas no se utilice con más frecuencia en el circo actual.