El Circo del Sol ya ha desplegado en Granada el gran andamiaje que hace posible su magia, esa que ha conquistado a millones de espectadores de los más diversos rincones del planeta. En concreto, en sus 25 años de trayectoria ha inspirado a más de 378 millones de personas en 6 continentes y 86 países. En este caso, esas cifras mareantes más propias del cine que de un espectáculo de artes escénicas sirven para hacerse una idea del éxito absoluto de una fórmula que combina acrobacias las propias de unos deportistas olímpicos, con música, humor y una explosión de color y fantasía más propia del mejor sambódromo. Un esquema que se repite en Ovo, el montaje que ofrecen estos días en el Palacio de Deportes y al que pudo asomarse Granada Hoy en el tour que ha ofrecido a los medios para mostrar la maquinaria de relojería suiza que sostiene el mayor espectáculo del mundo. 

Los vecinos del Zaidín fueron los primeros en hacerse una idea de la envergadura de esa gigantesca infraestructura porque hace días que la flota de 23 camiones con los que la compañía canadiense ha aterrizado en Granada rodea la infraestructura municipal. Doce horas tardó un equipo de un centenar de personas en montar el escenario y la enorme tramoya que transforma los ejercicios gimnásticos en números artísticos.

Los técnicos

La canadiense Janie Mallet, publicista de Ovo, fue la encargada de guiar a los periodistas entre las bambalinas para mostrar en plena acción al equipo de vestuario que ponía a punto los 52 trajes confeccionados a medida para cada intérprete. La mexicana Carolina Farias daba las últimas puntadas a unos disfraces que según contaba habían salido de los 60 ciclos de lavado con los que la compañía pone a punto los conjuntos de la troupe. Unos trajes que tienen que ser espectaculares, pero también cómodos y seguros, unos retos añadidos a los que no tienen que hacer frente la mayoría de los diseñadores de vestuario que trabajan con compañías teatrales al uso.  

Janie Mallet, publicista de 'Ovo', muestra los materiales con los que se maquilla cada intérprete.

Farias es una de las integrantes del equipo de cuatro personas empleadas a tiempo completo para encargarse de los atuendos, pero en cada ciudad en la que recalan cuentan con otros dos ayudantes locales contratados para tal fin. Lo mismo ocurre con el equipo de montaje, reforzado también por personal local hasta completar el centenar de técnicos que este domingo, en cuestión de cuatro horas, también tendrán que empaquetar el universo de Ovo rumbo a Lisboa. 

Carolina Farias trabaja para tener a punto los trajes.

El espectáculo

Como los muchos fieles que en cada visita a la cuidad acuden a ver al Circo del Sol ya saben de sobra, la fórmula siempre es la misma pero el hilo conductor es diferente. En esta ocasión, los números circenses  reflejan la belleza de la biodiversidad del mundo de los insectos con toda su vitalidad. Desde poderosos grillos saltando en trampolines hasta una araña hipnótica contorsionándose dentro de su telaraña, porque OVO está diseñado para hacer volar tanto a los acróbatas como a la imaginación del público.

El resultado es una mirada hacia un ecosistema rebosante de vida, donde los insectos trabajan, comen, se desplazan, revolotean, juegan, luchan y buscan el amor en un continuo despliegue de energía y movimiento que sólo es posible gracias a unos acróbatas en estado de gracia. Escrita y dirigida por Deborah Colker, el hogar de estos insectos que viven de la fuerza, elasticidad y el equilibrio de sus intérpretes es un mundo de pletórico de bulliciosa acción pero en el que no faltan momentos tranquilos llenos de emociones. Cuando un misterioso huevo aparece en ese reino en miniatura, todos se quedan atónitos, atrapados por la intensa curiosidad que despierta este objeto icónico que representa el enigma y los ciclos de sus vidas.

Los acróbatas

Y para que este cosmos no presente falla alguna, las bambalinas en este caso son un enorme espacio de calentamiento con su suelo acolchado y sus trapecios. Sólo así se consigue hacer fácil lo difícil. Sin olvidar, claro está, del talento de unos intérpretes tan dotados como entrenados para la acrobacia. Porque la mayoría empezaron a prepararse en las escuelas circenses de sus países de origen antes de enrolarse en la familia del Circo del Sol. Ese es el caso del dúo de trapecistas formado por el canadiense Corentin Lemaitre y la francesa Marie Lebot, que este mismo miércoles ensayaban en la pista principal mientras la italiana Alessandra González hacía lo propio en el espacio de calentamiento. 

Corentine Lemaitre y Marie Lebot.

Poco después llegaba el turno de Stevlana Delous, una acróbata todo terreno que desde 2017 da vida a distintos personajes de Ovo -entre ellos la araña roja- y además de entrenar a otros artistas de la función. Una canadiense que también empezó a prepararse desde niña y trabajó en otras compañías hasta que por fin logró su sueño de integrarse en el Circo del Sol. Y es que la compañía con sede en Montreal se ha convertido en uno de los líderes mundiales del entretenimiento en vivo en el trabajan  artistas de 80 nacionalidades. 

Una compañía multicultural para un espectáculo multicolor que demuestra su éxito con una última tanda de cifras: solo esta producción ya ha sido contemplada por más de siete millones de personas en 155 ciudades de 26 países, a los que se sumarán los de este fin de semana se dejen atrapar en Granada por el misterio de Ovo.