Crítica

El Clave mejor temperado

Pierre Hantaï durante el concierto en el Auditorio Manuel de Falla.

Pierre Hantaï durante el concierto en el Auditorio Manuel de Falla. / Fermín Rodríguez/ Festival Música y Danza (Granada)

El clavecinista Pierre Hantaï regresa al Festival de Granada para ofrecernos, nuevamente, su concienzuda visión de la música de Johann Sebastian Bach, un compositor que en su infancia le marcó el camino a seguir y al que ha dedicado gran parte de su carrera. En su programa en solitario ofreció una propuesta novedosa a la par que sumamente interesante: conocer la música de Bach a partir de la información que tenemos de su entorno familiar y su práctica profesional.

Tener la oportunidad de ver en directo a Pierre Hantaï es un placer intelectual que no hay que dejar escapar. El músico francés, heterodoxo en muchos aspectos como su formación o el diseño de sus programas, es uno de los grandes expertos a nivel mundial en la interpretación al clave de la música de Bach, así como de otrosautores franceses. Formado con Arthur Haas y Gustav Leonhardt, prefiere llamarse clavecinista o, simplemente, músico; sin embargo, los que pudimos asistir al concierto que ofreció al clave en solitario pudimos percibir que, en realidad, es un virtuoso y un visionario, un profundo conocedor de su arte que desea transmitirlo con sinceridad y excelencia.

Para su regreso al Festival, Hantaï nos acercó el repertorio que Johann Sebastian Bach utilizaba en su ámbito doméstico, o bien aquel que reinterpretaba para darle una nueva proyección, pues con frecuencia una vez cumplida la función para la que fue compuesta esta música se relegaba a dormir el sueño de los justos. Así, abría el concierto con cinco piezas extraídas del Libro de clave para Wilhelm Friedemann Bach, una colección de piezas de diferente dificultad cuya función principal era la formación instrumental de sus hijos, y que fueron un maravilloso aperitivo de la belleza y perfección al clave que todavía estaba por llegar.

Le siguió una selección de piezas reescritas a partir de originales para otros instrumentos, bien por el propio Bach, bien por otros músicos. Según explicó el clavecinista, los manuscritos conservados no siempre son infalibles, y a veces es necesario incluso reescribir algunos pasajes para hacerlos accesibles desde el clave; de hecho, el propio Bach lo hacía como ejercicio técnico o bien para recuperar un repertorio no editado que le parecía digno de tener mayor proyección. Pierre Hantaï escogió fragmentos la Suite para chelo núm. 1, la Partita para violín en si menor o la Suite para laúd, así como el coral “Wer nur den lieben Gott lässt walten”; a partir de arreglos propios o de su maestro Leonhardt, articuló un discurso en cuatro partes con una exhibición del lenguaje complejo y exquisito para tecla de Bach.

Para cerrar el programa, Pierre Hantaï tocó la Suite inglesa núm. 2; como explicó en su presentación de la obra, desconoce por qué lleva ese nombre pues se trata en realidad de una suite de danzas de corte francés, con un preludio en la tradición contrapuntística alemana. En cualquier caso, esta suite para clave fue la excusa perfecta para demostrar su amplio bagaje y dominio del repertorio, enlazando cada danza con elegancia y claridad interpretativa. Llama la atención el meditado uso de los registros del clave de dos teclados que tocó en el concierto, así como la capacidad expresiva del estilo de Hantaï, que conmovió en algunos pasajes particularmente, tales como la Allemande o la Sarabande.

La perfecta pulsación y el sentido rítmico de Hantaï al clave son dos elementos claramente perceptibles de su depurado estilo; a ello se une un exhaustivo conocimiento del clave como instrumento, lo que le permite aprovechar al máximo su capacidad y sonoridad. Pero solo cuando se le escucha hablar y explicar las particularidades del repertorio se percibe su profundo respeto hacia las obras y su amor por lo que hace.

Todo ello lo reflejó con humildad y generosidad en su recital, donde propuso una interpretación de la música de Bach perfecta en lo que a técnica y estilo se refiere, y a la vez capaz de transmitir la esencia misma de las partituras y de recrear el espíritu con que el cantor de Leipzig pudo tocarlas.

Aunque Pierre Hantaï no suele a dar propinas ni repetir piezas, la circunstancia de encontrarse en el escenario un clave de tres teclados, proveniente de la Fundación Rafael Puyana, sirvió de excusa al clavecinista para romper dicha costumbre, y repitió el Preludio de la Suite en sol menor BWV 995 y la Sarabande de la Suite inglesa. De este modo, con generosidad y humildad, regaló al público del Festivaldos versiones distintas de la música de Bach que tanto ama, y al mismo tiempo dio una excepcional lección interpretativa que quedará para el recuerdo.

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