Crítica musical

Brillantez y belleza

Lucas Macía al frente de la formación el pasado viernes.

Lucas Macía al frente de la formación el pasado viernes. / R. G. (Granada)

Lucas Macías dirigió este fin de semana una Orquesta Ciudad de Granada brillante y de gran belleza en su sonoridad, gracias a la presencia en su plantilla de los jóvenes intérpretes procedente de la Joven Academia de la OCG. Estas promesas de la música prepararon, junto a los profesores de la OCG, un programa de música centroeuropea que incluyó obras de Carl Maria von Weber y Richard Strauss, y que contó con la presencia de la magnífica clarinetista Sabine Meyer. 

El programa constaba de dos obras en cada parte, a modo de dos bloques temáticos bien diferenciados. En la primera parte pudimos escuchar las obras de Carl Maria von Weber, comenzando por la obertura de su ópera más conocida, El cazador furtivo, que sirvió para templar los ánimos y calentar motores. Lucas Macías exploró hábilmente las posibilidades expresivas de la obra y las puso al servicio del rico elenco de músicos con los que contaba en el escenario, ofreciendo una ágil versión de la obertura.

Para la segunda obra, el Concierto para clarinete y orquesta núm. 1 en Fa menor de Weber, el director acogió en escena a la gran intérprete Sabine Meyer, una virtuosa clarinetista que se ha ganado un lugar destacado gracias a su vivaz y limpio estilo interpretativo y a las exitosas grabaciones que ha lanzado al mercado, muchas de las cuales se han convertido en referencias discográficas del siglo XXI. La interpretación de Sabine Meyer fue un haz de luz que iluminó la escena, con contenidas líneas melódicas de gran desarrollo y pasajes virtuosísticos de endiablada dificultad. Macías y la OCG estuvieron oportunos en su labor de dar réplica y colchón armónico a la solista, si bien ambos planos sonoros no siempre estuvieron perfectamente ensamblados en lo que a la rítmica y la dinámica se refiere. Aun así, la interpretación resultó del agrado del público, y la solista ofreció un bis tras el concierto: la parte para clarinete del tercer movimiento del Quinteto de cuerdas y clarinete op. 34, también de Weber.

Segunda parte

En la segunda parte del concierto Lucas Macías ocupó su puesto de director ante una orquesta de más de cien músicos para interpretar dos obras de Richard Strauss: el poema sinfónico Don Juan op. 20 y la suite de El caballero de la rosa op. 59. Estas dos obras despliegan una riqueza tímbrica pocas veces vista en un escenario: destacaron los vientos madera a cuatro y la presencia de una amplia gama de registros, desde el pícolo al contrafagot; también llamaron la atención los metales al completo, destacando la poderosa sección de trompas a seis; y se completó este despliegue con una amplia sección de percusión que requirió de varios percusionistas. Además, las cuerdas estaban reforzadas para equilibrar efectivos sonoros, incluyendo dos arpas.

Las dos partituras interpretadas en la segunda parte concentran toda la fuerza expresiva de tan amplia formación orquestal en un solo movimiento, en el cual se van desenvolviendo sin solución de continuidad los motivos melódicos que narran las imágenes escogidas por el autor. El discurso narrativo de Strauss, siempre rico y de gran brillantez, utiliza una rica paleta de colores que se despliega por medio de pequeños pasajes solistas en cada sección, algunos de ellos de enorme virtuosismo. En este sentido, hay que destacar la riqueza y maestría de la concertino Birgit Kolar no solo por el preciosismo en el empaste y riqueza expresiva de las cuerdas, sino también por la delicadeza y belleza de sus pasajes en solitario. Los demás solistas de la OCG, particularmente los de viento, fueron alternándose para dialogar con claridad y fuerza expresiva, dentro del discurso narrativo de cada poema sinfónico, destacando sobre la compleja textura orquestal según lo requiere la obra. Cabría mencionar por su excepcional presencia la potencia y empaste de las trompas, sabiamente coordinadas por Oscar Sala, que contó a su lado con cinco jóvenes pero grandes intérpretes; Strauss, muy dado a ofrecer en este instrumento los temas de carácter heroico de su producción, habría disfrutado con la interpretación de este fin de semana. También destacó la percusión, sección responsable de dotar de mil y un efectos de color las dos obras puestas en atriles.

El resultado fue una chispeante y viva interpretación, que destacó por su riqueza de matices y una amplia sonoridad. Lucas Macías, que puede sentirse orgulloso de la OCG y de su programa formativo, no dudó en hacer saludar a todos y cada uno de los solistas y cada sección tímbrica por separado, en agradecimiento por esta muestra de alta calidad y espíritu emprendedor. Iniciativas como la Joven Academia de la OCG garantizan que nuestras orquestas podrán disponer el día de mañana de una buena cantera musical.

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