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De las radiografías de Manuel de Falla a su hipocondría, el epistolario del compositor

Blas Gil de Extremera en la Real Academia de Medicina de Granada.

Blas Gil de Extremera en la Real Academia de Medicina de Granada. / Archivo (Granada)

Manuel de Falla ha sido uno de los compositores más importante de la historia de música española pero también un creador singular que mantuvo contacto estrecho con algunos de los más importantes artistas europeos del momento. Mucho se sabe de su carrera musical, también sobre las relaciones artísticas y personales que estableció con otras figuras contemporáneas con las que impulsó proyectos como el emblemático Concurso de Cante Jondo. Menos conocidos son los aspectos más íntimos de su personalidad, como su carácter hipocondríaco que se vio reflejado en su especial sensibilidad y en sus diferentes etapas creativas. El análisis de los libros de temática médica conservados en el Archivo, ha permitido a  Blas Gil Extremera, catedrático de Medicina Interna de la Universidad de Granada, realizar un estudio clínico con toda la documentación conservada. A partir de textos que describen la exploración física del compositor por parte de doctores que lo atendieron a lo largo de su vida y de los diagnósticos que se deducen, el profesor ha elaborado un historial clínico del músico que queda recogido en el volumen Epistolario Manuel de Falla y la salud, que cuenta con estudio preliminar de Julieta Vega García-Ferrer sobre la visión de la enfermedad de Manuel de Falla.

El catedrático de Medicina destaca la la larga vida del artista. "Falla vivió setenta años, fue muy longevo para su época. No hay constancia de enfermedades de la infancia. Ya en la edad adulta tuvo algunas incidencias, como cierto grado de insuficiencia respiratoria porque era fumador". Una insuficiencia que no sorprende al doctor porque el autor de El retablo de maese Pedro consumía hasta tres paquetes de cigarros al día con 16 pitillos cada uno. 

Radiografías

Una afección que al menos queda descartada que fuese por alguna patología grave. "He tenido ocasión de ver las radiografías que le hicieron, conservadas en el Archivo Manuel de Falla, y descartan enfermedades como la tuberculosis o el cáncer", reconoce el facultativo, para el que resultó "muy emotivo" tener acceso a esas pruebas de rayos X, posiblemente "de las primeras que se hicieron en Granada".  

Hipocondría

Además por los datos recogidos en su agenda personal, el doctor señala que se puede decir que estaba "muy preocupado por su salud, pendiente de todos los síntomas que podía presentar": "Tuvo algunos rasgos hipocondríacos, como tomarse la temperatura todos los días". Un hábito que el creador realizó a diario durante tres años, desde 1943 hasta 1946, para registrar los datos en una pequeña libretita. "En el libro hemos reproducido algunos fragmentos de esa especie de agenda que incluía también los síntomas que tenía y las medicaciones porque resultan muy curiosos, cuenta Gil Extremera. 

A pesar de esos sobresaltos, el médico considera que "tuvo una vida relativamente buena".  Tanto es así que, además de ser muy longevo, murió mientras dormía y seguramente sin darse cuenta. "La muerte ocurrió en cierto modo de manera inesperada. Él se marchó de Granada con rumbo a Barcelona para embarcar hacia Argentina, donde falleció, en la provincia de Córdoba, en un paraje tranquilo. Se acostó estando relativamente bien y sufriría un fallo cardíaco pero sin síntomas de alarma ni nada. Posiblemente no llegó a darse cuenta. Es una forma pacífica de morir".  

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