Homenaje sonámbulo
Una comitiva recorrió la ruta de memoria democrática que lleva a la "hondoná" donde se cree reposan los restos de los fusilados el 18 de agosto
Como una red telúrica que atrapa a corazones dispersos el homenaje que al poeta español más traducido del mundo, el granadino Federico García Lorca, se le rinde recóndito y profundo fuera de cualquier institución toma cuerpo cada noche del 18 al 19 de agosto conforme el mundo gitano andaluz liderado por el artista Curro Albayzín sube por el recorrido infame que discurre por la vieja carretera de Granada a Alfacar, allí donde la silueta de La Cartuja se difumina entre los balates y cunetas que circunvalan a los pueblos de Víznar y Alfacar, para rendir un homenaje sonámbulo en el lugar donde en una noche sin luna hace ahora 80 años caía abatido por una descarga de fusilería el autor del Romancero gitano, acompañado por un maestro de escuela humanista llamado Dióscoro Galindo y los banderilleros de la Tauromaquia Galadí y Cabezas.
Este crimen que aún colea en la ciudad y en el planeta contiene todos los ingredientes propios de Granada. Maquinación, maquiavelismo, secretos indescifrables, orientación sexual enervante y misterios familiares. Pese al tiempo transcurrido hay crímenes que no prescriben en la memoria colectiva y menos éste. Lorca un poeta y dramaturgo, intelectual progresista, amante de las libertades y las diferencias, de la minorías de cualquier condición o clase y tan orgulloso de pertenecer a la estirpe de Andalucía que su asesinato a mano de las bandas fascistas manchó hasta las cejas a los autores de la conspiración que en su listado del terror metieron a cuantos ellos creyeron eran contrarios a su ideario de limpieza ideológica. Y Lorca fue incluido, detenido y ejecutado por ser simplemente Lorca. Sus asesinos nunca le entendieron sino todo lo contrario. El cóctel se sirvió bien frío y en la danza del "paseíllo" hacia su martirio a las faldas de la Sierra de la Alfaguara también se fue tejiendo el mito de su leyenda, única e irrepetible conforme los versos cundían: "entre Víznar y Alfacar mataron a un ruiseñor porque quería cantar".
Bajo este prisma y en cruce de pasión lorquiana, Curro Albayzín, un corazón valiente entre el Sacromonte itinerante y un Albayzín nómada comenzó ya a finales de la dictadura franquista en 1974 a subir en esta fecha marcada por la noche de sangre a recordar al poeta universal de Fuente Vaqueros rindiéndole un homenaje especial y diferente a los que ahora la lenta máquina de la democracia burocrática suele conmemorar desde su perspectiva institucional siempre mecánicamente por detrás del genuino sentir popular.
Superando a la Guardia Civil franquista y a sus métodos anteriores a la firma por España de la declaración universal de los Derechos Humanos, Curro Albayzín y los seguidores del dolor lorquiano que aprieta y arrastra en el recuerdo de su asesinato no pararon anualmente de realizarlo hasta la actualidad. Por su antigüedad nunca le hizo falta al inquieto artista granadino institucionalizarlo simplemente lo organiza y dando gracias a la vida por no haber sido también él otra víctima más en estas cunetas rebosantes de gritos de silencio porque a la dictadura responsable de la eliminación de Federico y los miles más de ejecutados que lo circunvalan no le tembló nunca la mano a la hora de quitarse de encima a los estorbos, que si lo eran intelectuales y gays, le resultaban incómodos por partida doble.
Anoche sí había una luna llena entre Víznar y Alfacar. Anoche se desparramó ese espíritu libre que magnético y telúrico surgía lorquiano desde el centro de la tierra con sangre de 80 años a través de los versos de Curro Albayzín y otros artistas portadores de la luz del duende donde hasta las uñas de los pies se les retorcían a los asistentes clamando siempre a la Justicia, que para tanto crimen, siempre pasó por aquí de largo.
Un concierto de grillos a la hora segunda en la madrugada recibían en "la curva" más señalada a la caravana que lentamente aparcaba en los arcenes asilvestrados del barranco de Víznar. Con linternas y cantos populares lorquianos los asistentes junto con Curro Albayzín emprendieron la ruta de memoria democrática que lleva a la "hondoná" donde se cree reposan los restos de los fusilados en esa fatídica noche donde "el crimen fue en Granada, en su Granada". Y allí bajo el monolito que los recuerda en un improvisado túmulo se fueron colocando varas de nardos y velas cuidadosamente puestas para que no prendieran en un paraje tan extremadamente seco.
Allí inició Curro Albayzín su primer poema recordando a Lorca y recitándolo bajo el eco del monte entre un silencio que cortaba como navajas quebrando los versos del Romancero gitano. El bordoneo del guitarrista David Colomo 'El Pajarilllo' elevaba el duende hasta que rebotaba en la luna llena. Más de trescientas personas se arremolinaban entre el balate de la hondoná escuchando como en el más serio de los conciertos los versos perdidos del poeta granadino y sólo el sonido de los grillos con su canto de estío acompañaban los silencios cortos.
Bulerías y fandangos tronaban con sutiles mensajes gitanos en ritmos de palmas y casi de besamos con los cantos de Iván Centenillo, Jesús de María y Fernando Rey. Y entre cada uno personas anónimas recitaban poemas nuevos, cortos y emocionales hasta el alma de los muertos evocando a la figura de un Lorca huérfano de vida. Nacido el mito en un paraje tan cómplice de lo oscuro con una Granada tan próxima como lejana los cientos de personas escuchaban y oteaban por dónde el próximo espontáneo iba a recitar tras acabar el cantaor su plegaria planetaria.
Hubo versos donde del amor roto o los sentimientos imposibles rondaban los labios de los poetas. Hubo breves discursos solidarios y vivas para un sentimiento acompañado por el haz de versos que llevó a Lorca a su imposible tumba donde es el propio enigma el que se suple a la certeza. Magnético fue Miguel Girela, histórico sindicalista de Comisiones Obreras, al avanzar el futuro que prende egoísta en el alma de los jóvenes sin meta. Su humanismo en la oratoria le concedió un entrañable aplauso mientras ya pasado el descanso y repartidas por la hondoná bandejas populares de pastelillos y tortas recién horneados en Víznar.
También intervino Francisco Villegas desde la portavocía de la Memoria Histórica, recordando a todos lo evidente y anunciando la nueva apertura por la jueza argentina, María Servini, de la causa abierta en el país hermano para conocer qué pasó con Lorca antes, durante y después de su asesinato. Poco a poco mientras la luna giraba hacia su ruta que la oculta con un velo negro del cielo los grupos de amigos y conocidos, personas de paso, algún turista culto y vecinos de lugar subían el repecho para retomar el camino que por 44 años Curro Albayzín y el universo flamenco que lo acompaña en esa noche, noche, donde todos son constelación de estrellas fugaces, entonaban su primitivo canto donde el amor y la muerte, la libertad y la sangre inocente los atrapa en el homenaje sonámbulo que un artista del pueblo organiza antes que nadie pudiera ni imaginarlo.
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