Artistas de Granada

Jacinto Gutiérrez: esa pintura pintura

Jacinto Gutiérrez junto a Juan Vida.

Jacinto Gutiérrez junto a Juan Vida. / R. G. (Granada)

En estos complejos parámetros del arte contemporáneo, cuando los artistas sucumben a planteamientos de escasa enjundia creativa, con desarrollos y desenlaces salidos de mínimos -casi ninguno- postulados plásticos, siempre con el concepto por encima de todo y con los argumentos compositivos muy poco estructurados desde una base artística consistente, no es fácil dar con artistas de amplio recorrido, con un conocimiento adecuado de la profesión y los argumentos artísticos bien asimilados para afrontar cualquier situación. Hoy existen demasiados inventores de ocurrencias, con poco criterio plástico y mucha osadía actuante; se ven excesivas creaciones faltas de sustancia porque la idea ocupa mucha parcela en detrimento de un oficio artístico posicionado correctamente y con todos los planteamientos para que la obra sea llevada a cabo con rigor y solvencia. Jacinto Gutiérrez, 'Guti', es de esos pintores, bien formados en una realidad artística poderosa que le hacen amoldarse, con decisión y entusiasmo, a cualquier tipo de situación creativa. Por eso es artista de muy amplio recoorrido; pintor consumado, de valientes y arriesgadas fórmulas pictóricas; diseñador de altura; cartelista bien posicionado -fue el autor del cartel anunciador del Corpus del año pasado- y, sobre todo, hacedor de infinitas situaciones, todas con una base sustentante rigurosa y con todos los aditamentos y valores de una plástica creada con verdad y sentido.

Sedes

Jacinto Gutiérrez es granadino, afincado en Sevilla. Formó parte de aquel arte de la ciudad que comenzaba a abrirse a los postulados de una Modernidad que necesitaba consolidarse y adoptar, definitivamente, sus modelos y acciones. Ahora, después de mucho tiempo, vuelve a su ciudad natal con una muestra amplísima de una obra que sirve, entre otras cosas, para que el aficionado tome conciencia de un artista que sabe lo que hace y que lo que hace tiene la dimensión de una obra muy acertadamente posicionada en todos los esquemas creativos. Llega a Granada a tres espacios emblemáticos del Albaicín: el Palacio de los Córdova -Cuesta del Chapiz, 4-, la Casa de Zafra -Portería de la Concepción, 8- y el Carmen de Max Moreau -Camino Nuevo de San Nicolás, 12-. Por eso, no es descabellado que el conjunto de las tres muestras se haya agrupado bajo el parámetro de "Albaicinear". Se trata de tres momentos creativos bien diferenciados que el artista granadino realiza en otras tantas series bien acondicionadas en fondo y forma.

Guti es pintor pintor; pintor de oficio poderoso, de dibujo contundente y de elementos plásticos que sustenten una pintura bien acondicionada. En su obra se adivinan esa circunstancias conformadoras de una plástica potente, esa que descubre al pintor de conciencia. En la primera muestra, la del palacio de los Córdova, no sitúa ante una pintura que narra un paisaje determinado, el de unas antiguas minas leonesas. El contenido, el duro paisaje del Bierzo, permite suscribir una pintura contundente, de poderosa gestualidad y trazos expresivos que argumentan una realidad muy bien estructurada, alejada de posiciones ficticias, de pacatos resultados narrativos. En la Casa de Zafra se expone una serie que tiene al estudio del pintor Manolo Salinas, en la sevillana calle de Jesús del Gran Poder, como especialísimo centro de interés. Manolo Salinas fue para mí -sigue siéndolo porque siempre estará presente- uno de los mejores pintores abstractos que he conocido. Los espacios del estudio, llenos de infinidad de cosas, de marcos, de obras antiguas y de otras en proceso... de vida, sirven para ilustrar una realidad artística que nos hace circular por la contundente pintura de un artista nato, intenso y lleno de fortaleza plástica; además las obras dejan entrever un especial sentimiento hacia la figura del pintor fallecido en plena pandemia.

La tercera serie, situada en la Casa Museo de Max Moreau, nos sitúa en otro marco especial, la ciudad de Berlín. Paisajes urbanos y espacios domésticos componen un conjunto donde el dibujo sobresale especialmente dejando entrever esa fortaleza plástica de un pintor cuya obra no deja nada a la improvisación y nos hace circular por los caminos de un expresionismo figurativo muy bien concebido y acertadamente llevado a la práctica.

Jacinto Gutiérrez que, dice, dejó la pintura para dedicarse a otros menesteres, lleva la plástica en la sangre. Sus obras nos sitúan ante la contundencia formal de un artista total, sin resquicios para la duda; de técnica poderosa que sabe distribuirla según las necesidades y que nos conducen por los felices testimonios de un arte que no tiene tiempo ni edad.

Las tres exposiciones acentúan el carácter de una pintura que encierra los valores de un arte grande que, sin embargo, cada vez, se nos hace menos frecuente. La realidad artística circundante muestra demasiados resquicios dudosos; sobre todo, cuando se empeñan en plantear circunstancias con poca enjundia creativa y con excesos elitistas que no sabemos muy bien a quiénes convencen. Jacinto Gutiérrez deja constancia de que el arte es otra cosa y, casi siempre, más sencillo de lo que quieren hacer ver. Sólo hace falta ser artista de verdad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios