Entrevista

Javier Arrés, artista NFT: "Estamos en la era de lo intangible y así va a seguir siendo"

Arres en su estudio del Albaicín

Arres en su estudio del Albaicín / Jesús Jiménez / Photographerssports

“Es el mismo caso que los cromos de fútbol. Dos personas pueden tener el mismo, pero solo uno está firmado por el futbolista, y eso tiene un valor añadido”. Así explica, para los no iniciados, Javier Arrés (Motril, 1982) en qué consiste el mercado del arte basado en la tecnología de blockchain o criptoarte. De una forma más técnica puntualiza que es “el mercado que se ha creado de la posibilidad de vender arte digital de manera única”. 

Esa firma a la que se refiere Arrés y que le da un carácter único al cromo, es la tecnología NFT (siglas en inglés de token no fungible) una especie de certificado de autenticidad de una obra, que lo protegería frente a las copias de la misma (por ejemplo un JPG descargado de Internet) y que la diferenciaría incluso de otras obras con sus propios NFT. A diferencia de los token fungibles (por ejemplo el dinero o las criptomonedas) que pueden ser intercambiados si tienen el mismo valor, en el caso de los NFT, para hacerse con el certificado, solo es posible comprar el original y ahí es donde surge el negocio. 

El granadino es una voz autorizada en el este nuevo mundo artístico y esa autoridad ha tenido respuesta en el diario Marca, que ha confiado en él para recrear una de sus portadas más míticas, la de la final del Mundial de 2010, que será subastada hoy con la esperanza de alcanzar “unos 80.000-100.000 dólares”, según apunta Arrés y que equivaldría a unos 70.000-88.000 euros.

El uso de la divisa yanki no es baladí, pues como el propio criptoartista explica “el mercado interno de España es inexistente y los coleccionistas están en el mundo anglosajón, Estados Unidos y Asia”, y respecto a España afirma rotundo que “en España hay un rechazo casi atávico al dinero o a lo novedoso y si juntamos algo que tiene de especulación, aún genera más antipatía. Al final vamos a perder el tren”.

La portada de Marca creada por Javier Arrés que sale a subasta La portada de Marca creada por Javier Arrés que sale a subasta

La portada de Marca creada por Javier Arrés que sale a subasta / Marca

Junto a la portada – el creador asegura que la escogió por su impacto internacional frente a otras "gestas locales" como el 12-1 a Malta–, el acuerdo entre el de Motril y el diario deportivo incluye tres máquinas arcade con distintos momentos de la final del Mundial que coronó a España en Sudáfrica, con un precio que oscila “los 2.500 y 4.000 dólares” por edición. Al ser un momento histórico como la victoria contra Holanda, Arrés confía en que eso, sumado, al auge de estas tecnologías despierte el interés de algún inversor o coleccionista nacional se interese por esta nueva portada.

Por eso, frente al mensaje de alarmismo que existe en parte de la sociedad, ante esta nueva tecnología, el artista prefiere hablar de “democratización”, ya que según sus propias palabras, el criptoarte “ha democratizado la relación del artista al mercado y del coleccionista a las obras”, pues ya no es necesario un intermediario para vender sus obras, ni es necesario acudir a galerías –unos lugares “muy elitistas” y que invitaban poco a entrar– para hacerse con una obra. Además, puntualiza, el criptoarte está ayudando a muchos pequeños artistas que están ganando bastante dinero y que de otra forma lo tendrían bastante complicado.

Donde sí admite la prudencia el motrileño es en las críticas que hablan de una burbuja del criptoarte que tarde o temprano estallará. Aunque considera que “no va a explotar, sino que se va a regular”, sí que reconoce que existe cierta creencia en este nuevo mundo de que es fácil y rápido enriquecerse y esto atrae a mucha gente que, inevitablemente, inflan la burbuja. “Cualquier cosa puede ser un NFT –Token no fungible, por sus siglas en inglés y que aporta el sello distintivo del criptoarte–, esta entrevista por ejemplo, pero no todo tiene valor”, sentencia Arrés, para explicar que no todo es arte, sino que es necesario “un bagaje, un trabajo previo”, como el suyo, que fue ganador de la Bienal de Londres en 2019 y que cuenta con una dilatada experiencia antes de irrumpir en el criptoarte.

Arrés es un firme defensor de que no existen grandes diferencias entre el mercado tradicional y el 2.0.

Más allá de esta puntualización, el granadino insiste en calmar los ánimos que se ha generado en torno al criptoarte, al asegurar que, como Thanos, es “inevitable”. “Vivimos en la era de lo intangible y así va a seguir siendo”, declara el artista, que pone como ejemplo el caso de las cartas FIFA o de las skin de los videojuegos, “que no aportan nada a la vida real, pero se paga mucho por ellas”.Otro ejemplo, que quizá pille más de cerca a la vida diaria, es el de los contratos de alquiler o los títulos universitarios, que según vaticina Arrés “van a terminar por ser NFT, lo que blindará estos documentos frente a falsificaciones”.

Arres junto a su pareja Arres junto a su pareja

Arres junto a su pareja / J. J. / Photographerssports

Pese a todo, si uno lo piensa detenidamente, no existen grandes diferencias entre el mercado tradicional y el 2.0, al fin y al cabo el cuadro semidestruido de Banksy fue subastado recientemente por más de 20 millones de dólares y a principios de siglo Marcel Duchamp generó una polémica, aún vigente, sobre qué es arte con sus ready made, abriendo la puerta, como en el criptoarte, a que cualquiera pudiese vender sus obras y que fuera “el libre mercado”, como señala Arrés, el que decida si algo tiene éxito (se vende) o no.

Así, detrás de su carácter moderno y futurista, el criptoarte no ha inventado nada nuevo, con la única salvedad de que “ahora es global y un coleccionista puede ver mi obra en Nueva York y otro en Francia, al mismo tiempo”, concluye Arrés.

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