Crítica

Joven Academia de la OCG, los 'héroes' del futuro

  • Lucas Macías se pone al frente de la Orquesta Ciudad de Granada en un concierto en el que comparte espacio con los jóvenes de la cantera

  • El resultado fue uno de los conciertos más sonoros y espectaculares de la formación 

Un momento del concierto.

Un momento del concierto. / OCG

Lucas Macías dirige este fin de semana una Orquesta Ciudad de Granada más sonora y espectacular de lo que habitualmente solemos escuchar, pues ha duplicado su plantilla al incorporar a sus atriles más de cincuenta jóvenes intérpretes procedente de la Joven Academia de la OCG, un programa formativo que nuestra orquesta lleva años desempeñando. Esta iniciativa selecciona a las grandes promesas instrumentales del momento para que, por medio de clases, ensayos conjuntos y la preparación de conciertos, se integren de lleno en la dinámica de una orquesta. De esta forma, se aprovecha el enorme potencial de los jóvenes andaluces para crear una cantera de músicos que estarán llamados a ser los profesionales de mañana.

Pero, además de un elenco tan amplio y tímbricamente rico, se contó en el escenario con el ganador del Concurso Internacional María Canals en la edición de 2021, el pianista de origen georgiano Sandro Gegechkori, que junto a la formación orquestal interpretó uno de los más bellos conciertos para piano jamás escritos.

El programa constaba solo de dos obras, una por parte, cada una de las cuales fue todo un disfrute sensorial lleno de belleza y de una sonoridad impactante. En la primera parte el pianista Sandro Gegechkori ocupó su posición de solista junto a la OCG y su director titular y, como si en ello no hubiera dificultad alguna, acometió con rotundidad y seguridad los acordes iniciales del Concierto para piano y orquesta núm. 2 de Serguéi Rajmáninov. Esta obra, sin duda una de las más conocidas del repertorio pianístico, requiere un considerable esfuerzo por parte de orquesta y solista para dotarla de toda su coherencia motívica y estructural dada su complejidad, pues el pianista a menudo está interpretando un complejo diálogo de arabescos y motivos que se engarzan junto a los realizados por el resto de los instrumentos. En este sentido, Lucas equilibró encomiablemente las fuerzas de la OCG, que dieron la justa réplica a los numerosos motivos de imitación y desarrollo que el compositor dejó escritos entre la parte solista

Hay que dedicar una especial mención a Sandro Gegechkori, cuya depurada técnica y virtuosismo se conjugan con una puesta en escena y una gestualidad evidentes, pero puestas en todo momento al servicio de la partitura. La agilidad de sus dedos recorriendo el teclado, la rotundidad de sus acordes y en los ataques rítmico-melódicos y la belleza motívica demostrada en la extracción de las líneas de canto entre todo el complejo tejido sonoro del piano lo destacan como uno de los jóvenes pianistas europeos de mayor ingenio y proyección. No en vano trae consigo un palmarés verdaderamente sorprendente para su juventud. En cualquier caso, Gegechkori supo extraer toda la esencia de una partitura que no es fácil de afrontar, precisamente por la gran cantidad de referencias discográficas que de ella se dispone. El resultado fue una interpretación espectacular que recibió una prolongada ovación. Agradecido por la calurosa acogida en su debut ante el público granadino, quiso obsequiarle con dos propinas: la Danza ritual del fuego de Manuel de Falla y Rondó Toccata de Revas Lagidze.

En la segunda parte del concierto Lucas Macías ocupó su puesto de director ante una orquesta de más de cien músicos para interpretar el poema sinfónico Una vida de héroe de Richard Strauss, obra que da título al programa y que despliega una riqueza tímbrica pocas veces vista ante un escenario, con los vientos madera a cuatro y la presencia de una amplia gama de registros, desde el pícolo al contrafagot, con los metales al completo y con una amplia sección de percusión que requirió de seis percusionistas; además, las cuerdas estaban reforzadas para equilibrar efectivos sonoros, incluyendo dos arpas. La partitura, que articula en seis movimientos sin solución de continuidad el discurso narrativo de Strauss, constituye una rica paleta de colores que se despliega por medio de múltiples pasajes solistas de enorme virtuosismo. En este sentido, hay que destacar la riqueza y maestría de los solistas de la OCG, particularmente en los vientos, que fueron alternándose para dar la oportuna brillantez y presencia a cada sección según lo requiere la obra. También destacaron los solistas de cada sección de cuerda, con Birgit Kolar como concertino y violín solista a la cabeza, quien embelesó en sus intervenciones.

El resultado fue una vibrante interpretación rica en matices y plena en sonoridad, hábilmente articulada por Lucas Macías, un director que en el poco tiempo que lleva al frente de la OCG ha demostrado comprender bien a la formación y extraer su sonido propio, tan bueno y preciosista como lo era en tiempos de Pons. En definitiva, hay que felicitar a todos y cada uno de los miembros de la Joven Academia, y a sus profesores de la OCG, por esta muestra de una alta calidad a la vez que aplaudir iniciativas como ésta, gracias a las cuales nuestras orquestas podrán garantizar el día de mañana una buena cantera musical

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