Novedad editorial

Lorca vuelve a viajar a Nueva York un siglo después

  • La editorial Lunwerg publica una versión ilustrada de la famosa obra del autor de Fuente Vaqueros, con los dibujos de Ricardo Cavolo, quien ya trabajó en 'Romancero Gitano'

Una ilustración del libro

Una ilustración del libro

Apenas una forma ovalada en la que se intuye una cara, amenazada por cuatro animales que, a su vez, se intuyen son bestias salvajes; todo ello en un entorno en el que se combina la naturaleza y los rascacielos. Este dibujo, titulado Autorretrato en Nueva York, fue publicado en la primera edición en español de Poeta en Nueva York y es uno de los pocos testimonios gráficos del paso de Federico García Lorca por la Gran Manzana. El resto, a excepción de algunas fotografías y las cartas a sus familiares, queda plasmado en los versos de ese poemario que, a la postre, se convirtió en una de las obras culmen del género y que ahora, casi un siglo después de su escritura, vuelve a las librerías gracias a la adaptación de Ricardo Cavolo (Salamanca, 1982), que ha trasladado el universo del de Fuente Vaqueros al suyo propio. 

Lorca tuvo que cruzar un océano para recorrer el Nuevo Continente, un viaje infinitamente superior al que ha recorrido su obra para llegar al autor salmantino, quien reconoce tener una copia de Poeta en Nueva York en su estudio, a la que recurre cuando tiene un bloqueo creativo y le ayuda a "poner la cabeza en su sitio". De hecho, no es la primera vez que Cavolo se sumerge en la obra lorquiana, pues ya lo hizo en 2020 con el Romancero Gitano, ambas obras bajo el sello de Lunwerg. 

Aquella obra la planteó Cavolo como un "trabajo cinematográfico", de hecho la califica como un "Pulp Fiction, porque hay violencia, dolor, acción,..." lo que le facilitó trasladar los romances de Lorca a las imágenes, una situación que se ha vuelto bastante más compleja para abordar Poeta, un poemario que el propio Cavolo define como "bastante más psicológica, muy subjetiva, escrita desde como se siente él, aquí no está contando una historia, está contando lo que ve y lo mezcla con el surrealismo y eso lo complica muchísimo".

Tras un primer intento de aproximación, que acabó en frustración del propio artista como él mismo reconoce, Cavolo optó por un nuevo enfoque que "absorbiera la atmosfera central del poema y tomando elementos que me parecían interesantes y desarrollándolos". El resultado, sin duda, es espectacular y mezcla los elementos más característicos de ambos creadores, con el surrealismo y la denuncia de Lorca y el estilo de dibujo de Cavolo, con sus característicos ojos infinitos (que el asocia con la sabiduría, porque "cuanto más ves, más sabes") y sus continuas referencias a la cultura popular.

De hecho, el salmantino no ha parado de tender puentes entre la alta y la baja cultura y aunque califique el Romancero como Pulp Fiction, en esta 'segunda' parte de su adaptación lorquiana también aparecen elementos de cultura popular y, para muestra, un botón: el poema Paisaje de la multitud que orina se cierra con una doble página donde la ciudad de Nueva York es atacada por varios monstruos, entre ellos una Muerte "que vomita" y un "niño del velero" caracterizado como el Kaneda de Akira; mientras que El niño Stanton incluye una particular versión de Saturno devorando a sus hijos. 

Una de las ilustraciones del libro. Una de las ilustraciones del libro.

Una de las ilustraciones del libro. / Lunwerg

Llegado a este punto, Cavolo hace un descargo de responsabilidad y reconoce que lo que se puede encontrar entre las páginas de su Poeta en Nueva York "es un trabajo muy subjetivo, lo que yo pongo es lo que creo que está diciendo Federico" y que su versión es solo una de las múltiples que pueden hacerse de la obra, especialmente por ese surrealismo que envuelve los versos de Lorca "que está pensada para que sea leída y pensada en tu cabeza". 

Lorca, más vigente que nunca

Cuando Federico García Lorca pisó Nueva York, la ciudad estaba lejos de aquellos 'felices años 20'. El crack del 29 había roto completamente a Estados Unidos, con los oficinistas lanzándose desde los rascacielos ante las nefastas perspectivas de futuro que se planteaban y que ya dejaba entrever cómo el dinero terminaría por ser la verdadera balance de la vida. 

Esta drástica visión terminó por permear en Poeta en Nueva York, donde se aprecia una crítica al capitalismo que "está más vigente que nunca", según Cavolo, quien asegura que el contexto actual, tras el boom del ladrillo y la crisis sanitaria del coronavirus, se asemeja, salvando las distancias, al final de los años 20 del pasado siglo. "Creo que Lorca tiene esa magia", prosigue el ilustrador "juega con algo de otra época y se lo lleva a la suya y se convierte en algo atemporal". 

Para plasmar ese ambiente, Cavolo ha recurrido a los tonos azules y morados, "que son colores que te llevan a la noche y la oscuridad", alejándose así de los amarillos y rojos, más cálidos, que dominaban la paleta que utilizó para el Romancero Gitano

Pero la experiencia neoyorkina de Lorca no fue solo negativa. Allí, en el Harlem, conoció la cultura afroamericana, el blues y el jazz, y lo asociaría inmediatamente con la música que había descubierto con los gitanos de Granada y que vincularía con una especie de resistencia ante un mundo que explota a las minorías.

Sobre esas minorías, aunque rechaza este término, sabe bastante Cavolo [después de divorciarse sus padres, su madre volvió a casarse con un hombre de etnia gitana] y a ellos le dedicó también uno de sus libros, Periferias (2017), en el que reflexiona sobre esa cara B de la sociedad. 

"En mi infancia conviví con mucha gente gitana y desde pequeño se me metió la idea de que había dos sociedades bastante separadas", rememora el ilustrador salmantino, quien diferencia entre la sociedad "del centro, la del éxito, la de la gente que brilla" y la de "las afueras, la gente que vendía droga porque no tenía ninguna oportunidad y eso te metía en esos ciclos más mortificados,…".

Pese a todo, y como Lorca, Cavolo saca el lado positivo de esta gente frente a la estigmatización que le impone el resto de la sociedad. "De pequeño me di cuenta de que ese era un sitio de fracaso, pero que la gente seguía peleando, riéndose, siempre me ha interesado sacarle algo de brillo", explica, aunque a renglón seguido insiste en que esa felicidad no soluciona los problemas de este colectivo, que siguen ahí y que, pese a todo, tardará años en desaparecer.

Boom lorquiano

Cavolo no está solo en su empeño de mantener vigente a García Lorca. En los últimos años son varios los autores que han explotado la obra lorquiana para traerla, de una forma u otra, al presente. "Normalmente eso suele suceder cuando es el aniversario de algo, pero ahora con Lorca no se celebra nada", explica el salmantino, quien teoriza que "quizá son los tiempos es que nos lleven ahora a Lorca, a encontrar las críticas que hacía hoy en día, me parece algo más espontáneo, más bonito, porque no estamos forzados por una fecha en concreto".

Sin ir más lejos, este mismo año Planeta Cómic ha lanzado al mercado Lorca, un poeta en Nueva York, una obra de Carles Esquembre también sobre la etapa del poeta en Estados Unidos, esta vez en formato cómic. 

Algo más lejano en el tiempo, Ana Bernal-Triviño y Lady Desidia han publicado dos obras en las que fantasean con los personajes teatrales de Lorca, primero Las mujeres de Federico (Lunwerg, 2021), donde los personajes femeninos del autor cobraban vida para encontrarse en la Huerta de San Vicente; y un año después Los hombres de Federico (Lunwerg), donde esas mismas mujeres, ya empoderadas, harán frente a sus contrapartes masculinas. 

En este boom influye a buen seguro el fin de los derechos de autor sobre las obras de Federico García Lorca, que entró en vigor en enero de 2017, después de superarse el límite legal de 80 años tras el asesinato del poeta, ocurrido en 1936, con Poeta en Nueva York todavía sin publicar. 

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