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Mariano Barroso acorrala al 'macho ibérico' en 'Todas las mujeres'

  • El director dirige a Eduard Fernández en una película que retrata a un ser "canalla, huidizo y entrañable"

Con tanta firmeza como ternura, Mariano Barroso acorrala y desarma al "macho ibérico" -canalla, entrañable y huidizo- que interpreta Eduard Fernández en Todas las mujeres, una comedia dramática que llega este fin de semana a las salas de cine tras una excelente acogida en el pasado Festival de Málaga.

"Es el retrato de la decadencia de un tipo de hombre que en España está dando los últimos coletazos, un machismo que tiene mucho que ver con la incapacidad del hombre de decir la verdad y con echarle la culpa a los demás", señala Barroso.

Las contradicciones de Nacho, un veterinario con grandes aspiraciones, se desvelan a través de la confrontación con las mujeres de su vida: la amante (Michelle Jenner), la exnovia (María Morales), la madre (Petra Martínez), la cuñada (Marta Larralde), la compañera (Lucía Quintana) y la psicóloga (Nathalie Poza).

"Yo creo que cualquier hombre se puede ver en parte identificado con Nacho, por mucho que no nos guste, y también me pregunto cuántas mujeres no se han visto embaucadas por un hombre así, lleno de encanto", dice el director de Éxtasis y Los lobos de Washington.

El proyecto fue concebido en su día como largometraje, pero la cadena TNT le hizo una oferta y lo convirtió en una serie de seis episodios, que se emitió hace unos años. "Me quedé con las ganas de darle forma de película", explica Barroso, "recuperar el guión, que estaba concebido para que todo ocurriera de un golpe, que la emoción no se interrumpiera", precisa. Y parece que está satisfecho con el resultado. "Toda mi filmografía es un intento por volver a recuperar a aquel espectador que se enamoró del cine, y creo que en esta hemos conseguido ese disfrute, a base de renunciar a complicaciones técnicas, yendo a la esencia", afirma.

Y es que Todas las mujeres pivota en esencia sobre dos elementos: guión y trabajo de actores, un aspecto este último que Barroso confiesa que le crea "adicción" y más si se trata de Eduard Fernández, su actor fetiche y uno de los mejores intérpretes españoles actuales. "Cuando el director se pone a tu lado y ves que tira, es una maravilla, y con Mariano pasa eso", confirma Fernández, en cuyo personaje descansa casi por completo el peso de la película a lo largo de 90 minutos.

"Es un disfrute que pasa con poca gente. Y pocas veces he tenido un personaje tan potente y tan protagonista", asegura el actor, que debutó en el largo en "Los lobos de Washington" (1999), junto a Javier Bardem.

A la hora de definir a Nacho, el intérprete no ahorra adjetivos: "Es un mentiroso, un desgraciado, un huidizo, un niño que no se atreve a crecer y a enfrentarse a otro hombre y va poniendo mujeres en medio", resume.

Tampoco las mujeres salen mejor paradas: "Él manipula a las mujeres, pero ellas se dejan manipular", matiza, porque "también las mujeres tienen algo de salvadoras, ese rol femenino por excelencia".

Con un presupuesto limitado, Barroso ha hecho con esta película de la necesidad virtud, en un momento en el que las aguas del cine están agitadas, por la crisis, el recorte de ayudas y las recientes declaraciones del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, criticando la calidad del cine español. "Los Gobiernos caen, y el cine sigue; la ficción audiovisual está muy por encima de gobiernos y de nosotros mismos, como la literatura o la pintura, no está en manos de nadie destruirlo", señala Barroso, "aunque en la realidad prosaica del momento alguien pueda intentar hacer daño y lo haga".

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