Marina San Martín, escritora y librera

Marina Sanmartín: "Soy librera porque no soy capaz de conformarme con una sola vida"

Marina Sanmartín en su librería Cervantes y Compañía

Marina Sanmartín en su librería Cervantes y Compañía / María Felices

Marina Sanmartín es una periodista, escritora y librera nacida en Valencia en 1977. Hace unos años decidió emprender la aventura de su vida abriendo una librería independiente en Madrid con un nombre que recuerda a París y a los grandes escritores de la Generación Perdida: españolizando la Shakespeare and Company, Sanmartín y sus socios inauguraron Cervantes y Compañía. Recientemente han abierto otra en Ponferrada, que Marina también gestiona. Sus obras anteriores son del género de la novela negra, pero esta vez, desde el mostrador de sus librerías, ha cambiado de registro para su quinta novela, El ojo del Huracán: Una historia íntima de las librerías, que se puso a la venta a finales de abril. Hoy nos abre las puertas de este negocio, de la escritura y de su gran pasión, la lectura. 

-¿De dónde nace su pasión por las librerías? ¿Cómo acabó dedicándose a este sector?  

-Es una consecuencia de mi pasión por la literatura, los libros y la escritura, que es a lo que siempre tuve claro que me quería dedicar. Lo que pasa es que estudié Periodismo, pero en su momento me di cuenta de que la actualidad más pura no me llenaba e hice algo de lo que ahora me alegro mucho, seguir buscando lo que de verdad me iba a apasionar. Es así como lo cuento en libro, por casualidad llegué a una gran superficie que tenía un gran departamento de librería y me di cuenta de que había llegado a mi casa, que eso era lo que yo quería hacer en la vida y de esa forma orienté mi carrera profesional.

-Entonces ¿su libro puede considerarse una especie de diario personal, como una autoficción?

-Me alegro de que me hagas esa pregunta porque es una cosa que tiene que quedar clara. Quien se acerque a este libro, lo que va a encontrar es una historia de verdad de las librerías desde el principio de los tiempos hasta hoy. De hecho, hay un apéndice que es una línea histórica (para quien quiera desbrozar el texto de cosas más emocionales), donde se ve la evolución de la librería desde que depende de los editores e impresores hasta que se convierte en un espacio independiente, primero de venta y después de generación de cultura y encuentro. Si que es verdad que como yo normalmente escribo ficción (lo que más hago es escribir novelas), la historia de las librerías se mezcla con mi propia historia y evolución de lectora apasionada a librera, escritora y periodista. Si alguien me pregunta a qué me dedico, siempre digo que al mundo del libro.  

-Todo esto recuerda a Borges y a La Biblioteca de Babel y a su concepción de que la literatura. ¿Es este autor una de sus influencias literarias?

-Sí, aunque tengo muchísimas más. He descubierto con este libro (lo digo en el primer capítulo) que nadie se hace a sí mismo y todos nos construimos a partir de las historias de los demás. Creo que, si fuéramos conscientes de eso y lo aceptáramos, el mundo se convertiría en un sitio mejor. Hay un libro maravilloso de Pedro Sorela, Dibujando la tormenta, en el que le dedica un capítulo a Borges y desde que lo leí, el argentino se convirtió para mí en un autor fundamental, como otros: Virginia Woolf, Patricia Highsmith, Shakespeare, por ejemplo. El libro refleja un puzle de millones de piezas, como es la vida de cada uno de nosotros.  

-¿Por qué Desde el ojo del huracán?

-Porque este libro, que habla sobre la historia de las librerías, está escrito desde una librería (yo escribo en mi librería Cervantes y compañía y eso se refleja en el formato peculiar del ensayo. Tiene la peculiaridad de que quien la escribe prácticamente lo hace desde detrás del ordenador dentro de una librería. Eso era una cosa que yo podía aportar, porque ahora hay mucha metaficción o metaliteratura y lo que podía hacer diferente era contar la historia siendo realmente partícipe de ella.  

-La última parte de su libro se titula Pandemia ¿Cómo vivió esos años, le inspiró el confinamiento para su historia?

-Sí, la pandemia marcó un punto de inflexión en la historia de las librerías. Cuando alguien dentro de mil años escriba otro libro sobre esto, tendrá en cuenta ese momento. Cuando en la pandemia cerraron las librerías, todos pensábamos que íbamos a quebrar porque las librerías viven casi al día. Para nuestra sorpresa descubrimos barrios enteros que decidieron apoyar al sector y respaldarlas en el tiempo sin ingresos anticipando las compras o comprando vales de regalo... Se volcaron. Por otro lado, las librerías encontraron durante el confinamiento el impulso que les faltaba para saltar a la red. Antes, las pequeñas o independientes pensaban que la red era un espacio reservado para las grandes plataformas y de pronto, entendieron que también podían buscar su espacio en la red para seguir haciendo sus encuentros, presentaciones, etc.; Sin renunciar (cuando pudiesen volver) a su espacio físico. Al final, ese espacio se quedó ahí para siempre. Nosotros, por ejemplo, pasamos de tener actividades en nuestro foro del sótano a ahora tenerlas y retransmitirlas por Instagram Live o, una vez a la semana, grabarnos y recomendar libros a los lectores. Desde la pandemia, el perfil del librero cambia porque se convierte también en un creador de contenidos.   

-¿Para usted una librería es un refugio, a la vez una ventana y un lugar donde perderse?

-Esto se relaciona con unas declaraciones de Almudena Amador que rescato en el libro. Ella es librera en la librería Ramon Llull, una de las más importantes y premiadas de España, dice que las librerías “son refugio y trinchera”. Creo que el libro lo que te permite es un experimento simulado, puedes leer sobre el dolor de la pérdida sin tener que perder nada... Es una forma de experimentar y entender al otro sin efectos secundarios. Es casi mágico. Yo creo que soy librera porque no soy capaz de conformarme con una sola vida. 

-En Granada recientemente han abierto una serie de librerías como El Tiempo perdido, Inusual, Tremenda... Son librerías que apuestan por unas instalaciones atractivas y novedades fuera de los catálogos habituales. ¿Qué opina de estas propuestas ante las grandes cadenas de librerías? ¿Cree que tienen futuro?

-Sí, Granada es una ciudad que antes tenía librerías muy potentes, como Babel y Picasso, con estructuras más tradicionales, pero esta llegada de librerías “indies” es a la vez un hecho y un síntoma. Primero porque hay gente que decide apostar por este tipo de negocio, lo que significa que hay gente que se sigue interesando por la lectura y un síntoma porque esta gente entiende que en Granada hay demanda de eso, por lo que creo que no puede salir mal. Es un fenómeno, además, que se está dando en muchísimas provincias españolas. Me transmite buenas sensaciones el hecho de que, en vez de desaparecer, cada vez se abren más librerías y hay tantas como perfiles posibles de lectores. Además, Granada es una ciudad con tradición universitaria y que por sus obras de arte arquitectónicas y culturales tiene muchísimas visitas y se merece esa riqueza de librerías y de librerías especializadas. Tiene un abanico de perfiles culturales y visitantes muy amplio.  

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