Actual

Una OCG de cinco estrellas para Harry Christophers

Programa: Joseph Haydn, Sinfonía núm. 49 en Fa mayor 'La pasión' y Sinfonía núm. 82 en Do mayor 'El oso'; Richard Strauss, Doble concierto para clarinete y fagot y Sexteto para cuerdas con Capriccio op. 85. Orquesta Ciudad de Granada. Director: Harry Christophers. Solistas: Carlos Gil (clarinete) y Santiago Ríos (fagot). Lugar y fecha: Auditorio Manuel de Falla, 31 de enero y 1 de febrero de 2014.

La Orquesta Ciudad de Granada, nuestra orquesta, recibió a Harry Christophers, principal director invitado de la formación, para ofrecer un concierto singular tanto por lo variado de su programa como por la calidad musical de la interpretación. Harry Christophers, uno de los directores más reputados del mundo, no faltó a su cita anual con nuestra orquesta, la cual considera una de las mejores de Europa por su ductilidad y su musicalidad. En el encuentro que el director tuvo el pasado miércoles con la Asociación de Amigos de la OCG declaró que "la OCG es una de las pocas orquestas europeas con las que siempre es un placer volver a tocar".

Es importante que resaltemos la alta consideración que fuera de nuestra ciudad se tiene de nuestra OCG, sobre todo en unos momentos tan difíciles como los actuales. Precisamente, mientras el público podía disfrutar de una maravillosa velada musical, se anunciaba la precaria situación presupuestaria de la formación, que de continuar así podría llegar incluso a suponer su desaparición. Un proyecto cultural como la Orquesta Ciudad de Granada, tan consolidado y de probada calidad artística y valía social, no debería estar bajo la espada de Damocles por una inadecuada gestión de los fondos públicos, ya que estamos hablando de una realidad construida con esfuerzo e ilusión durante veinticuatro años. Tras de sí hay muchas realidades humanas: la de los músicos, que forman parte importante del tejido cultural granadino, y la del público de todas las edades que semana tras semana se enriquece con su labor. Por eso la OCG debe ser un proyecto defendido desde cada butaca del público y desde cada despacho de la administración, y su continuidad no debería nunca peligrar, en ninguna situación y bajo ningún concepto.

Esta realidad es evidente para cualquier persona que asistiera al concierto que los músicos de la OCG ofrecieron bajo la dirección de Harry Christophers, e invito a cualquiera que lo dude a que asista con regularidad a su temporada y lo compruebe. Harry Christophers, conocedor de las posibilidades expresivas de nuestra orquesta, escogió un programa heterogéneo con obras de Haydn y Strauss; unir el clasicismo musical con el posromanticismo del siglo XX es algo que sólo un gran director y una estupenda orquesta pueden hacer tan magníficamente.

El concierto se abrió con la Sinfonía núm. 49 'La pasión' de Haydn, una de sus primeras sinfonías al servicio de los condes Esterházy que refleja el interés del autor en esa etapa por buscar contrastes expresivos. La dirección de Christophers fue excepcional, dotando a la partitura de una ligereza y dinamismo poco frecuentes en la interpretación de este tipo de música, que la hicieron más viva y expresiva que nunca. Una OCG entregada y satisfecha con su trabajo sonó plena y equilibrada en todo momento. A esta sinfonía le siguió el Doble concierto para clarinete y fagot de Richard Strauss, una pieza de dialéctica muy distinta, que sin embargo cuajó perfectamente en el programa por la ductilidad y capacidad de adaptación al estilo de nuestra orquesta. Destacó, como es habitual, la enorme calidad interpretativa de los solistas de la OCG: Carlos Gil al clarinete y Santiago Ríos al fagot; juntos elevaron a altas cotas artísticas un diálogo complejo y exigente, arropados en todo momento por unas cuerdas empastadas y precisas.

La segunda parte se abrió con una pieza para lucimiento de las cuerdas: el Sexteto para cuerdas con Capriccio de Richard Strauss. El trabajo de dirección de Christophers se hizo evidente en la melodiosa construcción de cada frase, como líneas de color suavemente expandidas a través de un lienzo diáfano. Como segunda obra de esta parte se tocó la Sinfonía núm. 82 'El oso' de Haydn, volviendo a la estética clásica con una pieza de madurez dentro del catálogo del autor. Nuevamente, la visión de Christophers de la partitura y la bondad de una orquesta maleable y de enorme profesionalidad elevaron la obra a las más altas cotas interpretativas, siendo la mejor versión que de esta conocida sinfonía se haya podido escuchar en Granada.

Para despedirse, y fuera de programa, la OCG regaló al público asistente la interpretación del último movimiento de la Sinfonía núm. 45 de los adioses, también de Haydn; durante su interpretación, como es habitual, los músicos fueron abandonando progresivamente el escenario, hasta quedar tan sólo dos violines en él. A modo de triste metáfora, este gesto quiere llamar la atención ante las dificultades económicas de la OCG, esperando que la visión vacía de las sillas de nuestros músicos no sea un fatal presagio de lo que le espera a esta ciudad. Con el escenario solitario y las últimas notas todavía resonando en el aire, el público asistente puesto unánimemente en pie prolongó durante varios minutos una calurosa y ferviente ovación, que obligó a salir nuevamente a la orquesta y a su director para que recibiesen con este gesto el apoyo y comprensión de todos los amantes de la música allí presentes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios