El Parapanda Folk recupera los niveles prepandemia y supera los 6.000 asistentes en su 32º edición
Eliseo Parra fue el encargado de cerrar la edición de sete año, en el que será uno de sus últimos conciertos en directo
El festival Parapanda Folk cerró su trigésimo segunda edición el pasado fin de semana, que ha recuperado los niveles previos a la pandemia, según su director Antonio Caba, quien cifra en más de 6.000 las personas que han participado en alguna de las iniciativas del programa y asistido a los conciertos. Destaca también "la recuperación de Hevia, así como la presentación por fin de Mayalde, y la muy emotiva despedida de Eliseo Parra para terminar".
Parra fue el encargado de despedir esta edición. El vallisoletano está realizando sus últimas actuaciones en directo, ya que dejará de actuar en breve, y el festival ilurqueño, donde se le ha escuchado en cuatro ocasiones, fue el lugar que eligió para decir adiós a los granadinos, muchos de ellos desplazados hasta Íllora para asistir a esta velada tan especial. Finalizada con coros de "no te vayas, no te vayas", por parte del público que llenó el auditorio Enrique Morente.
Arropado por una banda de siete músicos (más dos invitados), Parra dejó claro por qué todo el mundo de la cultura le reconoce como una institución de la música popular. Antes empezar a tocar, el festival le había preparado un regalo en forma de vídeo, en el que nombres muy conocidos Rozalén, Joaquín Diaz, Fete Fetén o los Hermanos Cubero, entre otros, le dedicaron bellas palabras en su despedida, agradeciéndole su trabajo y su bonhomía.
La noche la abrió él solo, a capella, con unos cantos de columpio de Arcos de la Frontera. Siguió con la Suite del Rebollar, inspirada en la leonesa localidad de Peñaranda, de donde recuperó el pandero cuadrado para hacerlo ya universal. Tuvo a bien visitar este sur con un pequeño homenaje a los Granadinos Lombarda (que actuaron la noche anterior) haciendo el remerino de Cadiar Debajo de tu ventana’ así como una Jotas de Montalbán, en Córdoba.
Para la segunda parte de su concierto invitó al laudista Amir Haddad a que se sumara al grupo. Una banda de una gran riqueza tímbrica, con arreglos muy imaginativos y mucha presión, de banda de rock incluso, cuando los tema requerían subir el tono e invitar a la algarabía o el baile. Que consiguieron, por cierto, llenado ‘la pista’ de entusiastas bailadores. "No perdáis nunca la llave del alegría", recomendó el sabio músico de 74 años, antes de verse obligado en dos ocasiones a salir para añadir más canciones a lo escuchado, esta vez en clave caribeña y de rumbas por tanguillos, para ser despedido con todo el auditorio puesto en pie.
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