Artistas de Granada

Patri Díez, los insondables misterios de la fotografía

  • Jerezana de nacimiento, la fotografía la llevó a Granada donde se ha hecho un puesto en los parámetros más importantes del arte en la ciudad

Patri Díez, los insondables misterios de la fotografía

Patri Díez, los insondables misterios de la fotografía / Patri Diez (Granada)

La fotografía actual presenta muchos perfiles; sobre todo porque existen muchos autores que son sólo eso, autores de fotografías, no fotógrafos artistas. Desgraciadamente hoy con los medios actuales, cualquiera cree estar en posesión de poder realizar obras de categoría. Llevamos mucho tiempo viendo cómo advenedizos impresentables que, bien por la osadía desesperante de ellos mismos o por los intereses espurios de algunos santones equivocados del arte, se consideran fotógrafos y hasta osan exponer lo que, en condiciones normales, no llegarían ni a poder positivarse. La culpa de todo esto la tiene el propio arte y también la desfachatez de tantos “artistillas” de la nada. En cierta ocasión, uno de los más lúcidos entendidos de la fotografía me contestó a la pregunta de sobre, según él, quiénes eran los nombres más importantes a tener en cuenta de entre los más jóvenes fotógrafos. No lo dudó, me dijo tres. Uno de ellos era Patri Díez.

Ella es jerezana de nacimiento; pero la fotografía la llevó a Granada donde se ha hecho con un puesto en los parámetros más importantes del arte en la ciudad. Su currículum está lleno de buenos argumentos, siempre con el trabajo fotográfico como línea de actuación que se ha visto desarrollado en múltiples episodios de muy buenos planteamientos. Ejerció el fotoperiodismo donde marcó unos sistemas en los que a la propia manifestación de la realidad noticiable imprimía un carácter propio buscando que la inmediatez de la imagen no estuviese exenta de una calidad artística. Después fueron muchas las circunstancias fotográficas que acapararon su atención y a las que imprimió un especialísimo sello con los registros de la mejor fotografía patrocinando una obra que, cada vez, adquiría mayor dimensión y ponía a prueba a la artista buscando nuevos y variados caminos. Porque a Patri Díez los retos son siempre inmediatos a su situación creativa. La prueba la tenemos en los postulados artísticos donde anda metida en estos momentos. Parece como si el formato de la fotografía se le hubiera quedado pequeño. En un programa radiofónico relata la realidad de tal forma que cada una de sus actuaciones no son sino fotografías habladas, imágenes hechas para ser fijadas en un especialísimo positivado donde todo es más posible y, quizás, hasta más gratificante que lo que la mirada capta. Acciones donde el alma estática de la fotografía se sacude para dejar una huella imborrable. Algo que es parecido a lo que realmente constituye los parámetros de la fotografía tradicional.

Faro de Mesa Roldán, en Carboneras Faro de Mesa Roldán, en Carboneras

Faro de Mesa Roldán, en Carboneras / Patri Díez

La fotografía de Patri Díez nos hace participar de experiencias novedosas, en ese grado de inconformismo en el que se encuentra inmersa, buscando siempre posiciones nuevas que admiten modos y modelos distintos y que abarquen actuaciones que no se queden en los postulados canónicos -incluidos los de máxima perfección formal y estética-. Para ella lo más positivo del arte es el momento de la creación, el acto supremo de posicionar la idea. Eso a la artista la lleva a andar por muchas rutas, a buscar sendas remotas, alejadas de las vías habituales por donde circula un arte demasiado adocenado. Esa dimensión generadora, proveniente de su ansia desmedida por encontrar la verdad máxima, la posiciona en un organigrama compositivo poco definido y cambiante. La propia creación es cambio, es espíritu emprendedor y ahí, en ese segmento inestable, se encuentra la pasional obra de Patri Díez. Su argumentación no está sometida a normas; tan interesante es un retrato perfecto y acomodado a los interese del modelo que la representación ilustrativa de un paisaje o que el fogonazo instintivo que se resuelve en un superior gesto de plasticidad absoluta; incluso cuando la nada se apodera de la imagen y esta sucumbe a una realidad abstracta, con los registros absolutamente indefinidos, esa acción indomable es susceptible de crear un proyecto fotográfico con enjundia y sentido.

Patri Díez surge volcánica, apasionada y apasionante, buscadora de imposibles posibles

En la fotografía de Patri Díez todo queda supeditado al acto procesual, a la fuerza superior que hace ejecutar una idea, un concepto, un mínimo asunto que descubre un esquema de muy amplio espectro significativo. Por eso, para ella lo importante de la fotografía es encontrar el enigma que encierra. Por ella, con ella y hacia ella todo tiene sentido. En la actualidad se encuentra en un apasionante proyecto, Escuela Faro, donde se dota a la fotografía de una especial significación. Es la luz que atrapa y despeja -como el sentido del faro que sirve para poder navegar con solvencia-. En ese proyecto intervencionista, la artista motiva la realidad y abre las perspectivas de una nueva fotografía donde todo quede planteado para que la fuerza extrema de la mirada y su capacidad infinita de crear imágenes, se sustenten desde esa pasión creativa que no tiene medias tintas y busca una realidad superior plasmada en un instante infinito.

Sentada en la terraza del faro de Mesa Roldán Sentada en la terraza del faro de Mesa Roldán

Sentada en la terraza del faro de Mesa Roldán

En un universo artístico sumamente adocenado, con la esencia creativa esclerotizada por la dinámica exasperante de lo mismo, Patri Díez, surge volcánica, apasionada y apasionante, buscadora de imposibles posibles, de gestos que suspendan los límites de lo mediato y lo inmediato, que abarquen vastos horizontes donde la imagen desentrañe los misterios que contengan los máximos e inabarcables espíritus de la emoción.

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