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Perrozompopo, de Palacagüina a La Tertulia, una mirada a la nueva música de Nicaragua

A pesar de que lleva un ilustre apellido que se alzó a lo más alto de las listas de éxitos en España mediados los setenta, a Perrozampopo probablemente no lo había escuchado nadie por aquí hasta que Daniel Rodríguez Moya, el poeta y periodista granadino, no decidió incluir uno de sus temas, Cicatrices, en su película documental Me gustan los poetas y me gusta la vida.

Detrás de tan estrambótico nombre está en realidad un cantautor con espíritu mestizo llamado Ramón Mejía, cuya música tiene una profunda carga de compromiso social, como corresponde a la canción de autor, con preocupación por la situación política de su país, Nicaragua, y otros temas de denuncia en torno a la injusticia, la desigualdad o la marginalidad, pero que formalmente se presenta contaminada de rock, de reggae, de trova o de rap, en consonancia con los tiempos de mixtura cultural.

Tras comenzar su carrera en su Managua natal, ha paseado sus canciones por distintos países de Europa y América y en 2010 consiguió ser finalista a los Grammy Latinos en la categoría de Mejor Álbum de Música Alternativa. Actualmente reside en Italia y anda estos días presentando el que es ya su cuarto álbum de estudio, Mundo, que publicó el pasado 2014. Su música comprometida y de temática social entronca con la que tradicionalmente popularizaron en Centroamérica Carlos Mejía Godoy y Los de Palacagüina, la familia de músicos de la que procede, y que en España se hizo popular, paradójicamente, con Son tus Perjúmenes Mujer, un tema más bien picantón que llegó al número uno en la España descocada del destape y las películas de Pajares y Esteso, pero al que nadie supo darle una continuidad.

Tal vez una generación después Perrozampopo logre que alguien en España mire con un poco de seriedad hacia la música de Nicaragua.

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