Crónica | Música urbana

A La Plazuela se viene llorao' de casa

A La Plazuela se viene llorao' de casa

A La Plazuela se viene llorao' de casa / Antonio L. Juárez | PS

A las 21:20 de la noche la sala Copera parecía más el Albaicín que nunca. Gente pintoresca en una ciudad en la que sí hay libertad para acostumbrarte a cómo eres. Para conocer a músicos que viven del sistema aunque se posicionen en contra de él. A La Plazuela todo el mundo viene llorao' de casa aunque te sigas emocionando con las historias del vecino, aunque sea para un rato.

El Indio y el Nitro se subieron a un escenario con esos nervios de las primeras veces. "Aquí estamos en casa" y, por suerte, Granada siempre recibe a sus profetas. Y los disfruta, los halaga, los quiere y están orgullosos de compartir tiempo con artistas que venden esta tierra, la de todos, en espacios en los que jamás se hablaría de la ciudad de la Alhambra. 

Ahora sí, comienza el show que reúne a la pureza del flamenco, la libertad de la rave y la crudeza del punk. La Plazuela estaba deseando presentar su disco en su ciudad natal: 'Roneo Funk Club'. Ya es de todos y, después de los dos 'sold out' en Granada, tampoco de nadie. 'La Ida' comienza a sonar en una sala que está más llena que de costumbre, y hasta puede que de lo permitido, y dos amigas se miran cómplices de que la felicidad de un concierto está siendo. Y qué bonito ser. 

La Plazuela quiso recrearse más que nunca. En ese escenario había coristas, músicos y mucha alma deseando que todo saliera bien. "Vamos a reventar esto o qué", gritó Nitro. La contestación fue tan abrumadora como el silencio absoluto de unas fans que sólo quieren escuchar los acordes de esos músicos. Había ganas de fiesta, pero también de saborear el talento. Supongo que así funciona Granada: crea a artista por el pequeño egoísmo de saber que son buenos. Y son de aquí. 

Una vez leí en este periódico que el granadino, que es consciente de que vive en una de las ciudades más bonitas del orbe, no es chovinista porque le da igual lo que piensen los demás de Granada. Las siempre sabias palabras de Andrés Cárdenas volaron por la mente de muchos, confío en eso, cuando los protagonistas del concierto hablaban tanto de su tierra que dejó de ser pequeña. A la misma que pidieron tregua cuando llega el calor y todos se van, versos que dedican a las personas que jamás se pueden ir de vacaciones. Aunque puede que esa letra en unos meses cambie tras anunciarse que el Gobierno financiará una parte del viaje de Interrail hasta los 30 años, aunque claro, contando que pasara más el tren por Granada. 

Los trenes no sabemos, pero volar sí que hicieron sentir a más de uno los 'chavales' de La Plazuela. Su gente coreaba a viva voz los 'olé' más sentidos cuando las coristas les transportaban a un tablao flamenco. Los saltos más controlados, debido al aforo, también se convirtieron en una fiesta. Abrazos, cerveza, gritos, sonrisas y así fueron pasando las canciones, una a una, de este disco. La ínfima movilidad y el calor más absurdo de la supuesta carencia de buena ventilación no hicieron mella para que la alegría se asomara en las muchas caras. Algún que otro 'no me empujes' o 'ten cuidado', personas que estuvieron sujetando las puertas de entrada porque no cabían, ni un alfiler más ni una sombrilla de agosto en Málaga, que diría Dani Rovira, ni un soplo de aire. Puede que esa fuese la única parte negativa de ambos conciertos, que pesa pero nunca más que el griterío de la salida pidiendo más fiesta. Y así fue, La Plazuela montó un 'after party' con toda la jarana que quedaba en el cuerpo de muchos. Seguro que hoy, alguna madre no está muy contenta, pero a esto siempre hay que decir: "Mamá, yo siempre disfruto cuando eres feliz". Y aquí paz y mañana más 'Plazuela'. 

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