Exposición

Miguel Carini mira a Lorca

Miguel Carini mira a Lorca

Miguel Carini mira a Lorca

Conocí a Miguel Carini de la mano del gran Fernando Martín Martín, ese sabio profesor al que el arte de Sevilla –también el de España entera– le debe el que enseñara que lo artístico es mucho más de lo que nos habían dicho que era. Ha sido una de las mentes más lúcidas y preclaras de cuantas han existido alrededor de la creación y el responsable de que supiéramos ver que, tras una obra de arte, existe mucho más. Fernando Martín, como con el de tantos otros, me introdujo en el universo Carini; una realidad apasionante donde todo es posible y donde puedes encontrarte con un espectacular mundo de imágenes donde lo posible y lo imposible comparten una bella historia de amor.

Miguel Carini, argentino de procedencia, vive felizmente en Granada donde la espiritualidad de la ciudad lo ha acomodado, aún más, en un horizonte de imposibles que él hace posibles desde su afortunado laboratorio de hacedor de historias, de escribidor de sentimientos con mágicos desenlaces y de mago postulante de una iconografía de esquivas presunciones, elementos de muy dispar naturaleza y ecléctica configuración. Porque Miguel Carini no es sólo pintor; un solo hecho artístico sería muy poca cosa; es artista total que sabe conglomerar toda suerte de episodios hasta componer una realidad que trasciende más allá del mundo mediato e inmediato. Por eso, en su obra está presente la pintura y la filosofía, la poética y la historia, la cosmografía, la fauna y la flora, la mitología y la biología, lo mágico y lo verdadero, lo real y lo presentido, el verso y la prosa, la luz y su oscura ausencia.

Galería Santiago Collado

Vuelve Carini a su natural espacio expositivo en los ámbitos de Santiago Collado, allí donde ha expuesto en varias ocasiones y se salvaguarda el bello legado de un artista que va mucho más allá de lo que la vista observa. Carini es poeta de la pintura, pintor de la palabra, descubridor de la mágica luz que envuelve el misterio de la vida y de lo que existe en el alma de la vida. En cierta ocasión, contemplando la obra de Miguel Carini precisamente en esta galería, Fernando Martín, él que conocía de primerísima mano, los sabios, bellos, únicos y eternos esquemas artísticos del maestro Francisco Toledo, me decía que la obra de Carini es una bellísima y especial aparición con la iconografía de aquel como lúcida referencia. Y así es. En la obra de Carini se encuentra la naturaleza, la luz, la iconografía de lo bello y de lo que pudiera serlo, una fauna transgresora de realidades, una cosmografía de esquivas entidades; lo que se ve y lo que se presiente. Toda la realidad de Latinoamérica que encuentra acomodo en cualquier lugar del mundo y que la obra de Carini eterniza y hace grande.

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La exposición de la sala de la granadina Avenida de Cádiz, nos vuelve a situar en la magia imperecedera de la obra de un artista que, de nuevo, bucea en los inconmensurables mundos de la belleza literaria. En esta ocasión será la obra del gran Federico la que sirva de genial referencia. Los versos que descubren mundos surrealistas – sobre todo en los espacios imposibles de Poeta en Nueva York – son tomados por el pintor argentino para afrontar una nueva identidad que unifica lo presente y lo ausente, la realidad y la ficción, los miedos y las luces que iluminan así como la apabullante situación extrema que se vivió cuando los acontecimientos de la caída de la bolsa neoyorquina y que Federico vivió de primera mano. También del Diván de Tamarit, del Romancero Gitano y de otras marcas indiscutible del poeta de Fuente Vaqueros sirven a Miguel Carini para transportar a su iconografía una realidad visual que va descubriendo a un artista distinto, donde la magia de lo eterno se hace presente en una iconografía con elementos de muy dispar naturaleza que caracteriza la obra de este argentino con uno de los lenguajes más particulares de la pintura actual.

Por un lado, nos encontramos a un artista dominador del elemento plástico; se nota perfectamente su sabia materialización de la obra gráfica; sabe conjugar a la perfección los colores poderosos, con verdes, azules y rojos de contundencia formal absoluta, en acertado diálogo con una sutil grafía que hace vibrar el ritmo del color y potenciar el sentido de una escena perfectamente acondicionada en fondo y forma. Por otro lado, la obra de Miguel Carini hace presente un mundo lleno de referencias, de presunciones, de elementos extraídos del pozo sin fondo que es el imaginario propio del autor y esa influencia infinita que su patrimonio cultural, forjado a través de los siglos, le ha proporcionado.

La obra que se presenta en la sala de Santiago Collado, amplia y con los valores ternos de la pintura de Carini, nos introduce de pleno en ese universo tan propio del artista argentino, ese aluvión de bellas referencias donde el visitante a la muestra se ve inmerso en una amalgama de inquietantes visiones, donde se puede contemplar el poder que produce la tierra, el recuerdo de un pretérito lejano, los elementos mediatos e inmediatos de una realidad que se nos acerca y se nos aleja por igual, el misterio de una historia que llega a ser más real con el guiño cómplice del espectador y, así, una serie de estratos que conviven acertadamente gracias a la sensibilidad exquisita de un autor que se convierte en mago encantador de un tiempo sin complejos, de unas formas de límites esquivos y de una historia con protagonistas imposibles. Algo de lo que Lorca escribió, Carini, ahora, le ha puesto la infinita magia que trasciende ese pozo insondable donde anida el misterio, la magia y la ensoñación.

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