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Septiembre aún es verano

  • Airbag hubiera encajado mejor otra noche, pero dejaron el ambiente justo para la Kinky Beat y Bongo Botraco

Festival Zaidín Rock: Bongo Botrako + La Kinky Beat + Airbag + Xanataun + Blues City Cops -Fecha: jueves 5 de septiembre Aforo: En torno a 4.000 espectadores. Lugar: Zaidín.

La noticia debía ser que no hubo ninguna noticia digna de mención, si no hubiera sido por un descerebrado de última hora que tuvo que poner la nota discordante arrojando piedras al escenario cuando la última actuación tocaba a su fin. Salvo por eso, la normalidad, que venía siendo la excepción en estas últimas ediciones convulsas, fue la nota dominante durante la primera noche del Festival del Zaidín. No hubo ni incertidumbre sobre su propia celebración, ni amenazas de sanción, ni estériles cruces de acusaciones entre gobernantes y organizadores (a pesar de las quejas de la asociación de vecinos del barrio que se lamenta de que las instituciones gobernadas por el PP -Ayuntamiento y Diputación- les hayan retirado el apoyo). Así pues, como si Granada fuera una ciudad normal, arrancó el Zaidín Rock con la música como protagonista.

A Blues City Cops, un grupo de reciente formación pero a cargo de veteranos francotiradores de la escena local, les tocó abrir fuego ante un despoblado recinto que aún se desperezaba y se preparaba para la avalancha que vendría después.

Su mezcla de rock clásico setentero y blues rock sin complicaciones dio paso a Xanataun, un voluntarioso trío que confiesa su procedencia con el nombre y que con el incombustible y versátil Rafa Hermosilla a la guitarra practica una suerte de rock urbano suburbial con cierto apego alternativo y letras en castellano. Algo inconsistentes o tal vez faltos de ensayos, su actuación, aún con la explanada medio vacía sirvió de preámbulo a las primeras estrellas de la noche.

Aunque sin conexión estilística con los que vendrían después, y en eso tal vez habrían encajado mejor alguna otra noche del Festival, junto a propuestas no tan alejadas de la suya, Airbag tiene suficiente entidad propia y parroquianos de sobra como para no sentirse arropados durante su actuación. Muchos lo han intentado antes que ellos y es de suponer que otros tantos lo intentarán de aquí en adelante, pero la música urgente y desenfadada aunque repleta de agudas reflexiones y sarcásticas e ingeniosas viñetas que reflejan la vida del eterno adolescente, a nadie le brota con la naturalidad y la autenticidad que a ellos. Los de Estepona disponen de todos los elementos para que brillen sus historietas de tres minutos entre el power-pop y el punk playero: melodías adhesivas, brío y empaque instrumental, toda la actitud del mundo y el descaro justo. Pero resulta que tiene mejores canciones que cualquiera de sus competidores y seguramente también que muchos de sus referentes. Y así sus conciertos se hacen irresistibles. Hacia el final de su actuación subió como espontáneo Javi PPM, uno de sus compinches granadinos y con la misma chispa que aparecieron se despidieron hasta la próxima.

El ambiente estaba en su punto para los grupos mestizos que seguirían. Primero llegó el turno de La Kinky Beat en versión reducida, que la crisis se ha de notar hasta en los grupos más contestatarios. Reducidos a una guitarra, una batería, un trombón y la cantante que manipulaba también los sonidos enlatados, se bastaron para poner patas arriba un Zaidín que ya llenaba un tercio del recinto con varios miles de personas. Su mezcla de sonidos jamaicanos y electrónica se rebeló la mejor vitamina para enardecer las ansias bailongas del personal, en un concierto que fue de menos a más y que fue incrementando el elemento electrónico conforme avanzaba la noche a base de dub, ragga y electro cannábico.

Con menos veteranía y similares planteamientos, Bongo Botrako sí desplegó todo su arsenal de músicos para presentar en Granada su segundo trabajo, Revoltosa. Más apegados a los sonidos orgánicos que sus predecesores, su mestizaje es de mayor espectro que el de la Kinky Beat, pero tal vez por la pegada que imprimieron estos a su actuación con los graves pregrabados, los de Tarragona sonaron algo bisoños. No fue impedimento para que los presentes se entregaran, con la colaboración etílica, a gastar más suela. Hasta la ocurrencia de un patán que aguó la fiesta.

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