Stanley Clarke: un veterano del jazz fusión con nuevos aires

Pocos artistas de jazz que rozan los sesenta años pueden presumir de haber abordado tantos 'palos' de este género musical -si se permite el término, con permiso del flamenco- como Stanley Clarke, que a lo largo de su fecunda carrera no le ha temblado el pulso a la hora de incursionar en sonidos nuevos. Tan es así que este consolidado bajista, que acompañó a figuras de la talla de Stan Getz o Gil Evans, pasando por Aretha Franklin, hoy llega al Festival Jazz en la Costa con la joven pianista japonesa Hiromi, una talentosa revelación que le aporta frescura y singularidad a su proyecto musical de jazz fusión.

Stanley Clarke es uno de los estandartes en el progreso que ha tenido el bajo en las últimas décadas como instrumento protagónico. Según él mismo destaca, "yo he sido siempre un compositor, y por tanto no veía a mi instrumento exclusivamente como acompañante de apoyo, quería darle alas melódicas y solistas". En ese sentido, cree haber "contribuido modestamente a que el bajo haya pasado de ser un instrumento de apoyo y servicio a tener su propio protagonismo. No hace mucho tocar el bajo y poder editar discos era algo casi imposible, nadie te quería, y ahora hay muchas estrellas del jazz y el rock que son bajistas. Ha sido la conquista de la primera fila del escenario".

Nacido en 1951 en Filadelfia, las primeras experiencias profesionales de Clarke estuvieron vinculadas al rock y al rithm & blues, trabajando con Aretha Franklin, entre otros. Ya en la década de los setenta se sumergió en el ambiente del jazz para acompañar a Phaorah Sanders, Art Blakey, Horace Silver, Gato Barbieri, Stan Getz, Gil Evans y Joe Henderson. En 1972 inició un largo camino junta a Chick Corea para formar el grupo Return to Forever, que abordó sofisticadas formas de jazz rock. En esta banda alternó el contrabajo con el bajo eléctrico, consiguiendo con este último un estilo muy personal.

Muy identificado con el jazz fusión, siempre alternó su actividad discográfica personal con otros proyectos, que no siempre iban en esa línea musical. Así, grabó bandas sonoras, se dedicó a la producción y colaboró con artistas más vinculados al rock, como Jeff Beck, Carlos Santana y Paul McCartney.

Ya en sus dos últimos discos, el bajista contó con la colaboración de Hiromi, calificada por la crítica como un "radiante prodigio de técnica" y como "una inyección de adrenalina para los cansados gustos musicales".

La joven pianista surgida de Berklee es por su ímpetu y fuerza interpretativa un incentivo para Stanley Clarke, quien no le teme a la innovación: "Dependiendo del momento, me gusta trabajar con todo tipo de músicos. Con amigos míos como Al di Mola, George Duke o Ponty es un placer, equilibrado, cómodo y amable; pero hay que reconocer que ahora mismo hay músicos jóvenes que están preparadísimos y que es muy estimulante tocar con ellos, incluso asumiendo el riesgo que supone a veces una fogosidad desbordada", asegura.