Enrique Lanz, director de Etcétera

“Hay un ‘Tyrannosaurus rex’ que mide doce metros de largo y seis de alto”

“Hay un ‘Tyrannosaurus rex’ que mide doce metros de largo y seis de alto”

“Hay un ‘Tyrannosaurus rex’ que mide doce metros de largo y seis de alto”

Soñando el carnaval de los animales se estrenó por todo lo alto en el Liceo de Barcelona en 2004. ¿Por qué se ha decidido que vuelva esta Navidad a Granada?

–La obra se viene haciendo ininterrumpidamente –salvo cuando estrenamos El retablo de maese Pedro– pero por el gran formato que tiene hacía cinco años que no había venido. Ni a Granada ni por Andalucía, casi siempre estamos haciéndola lejos, y eso que por redes nos la pide mucho la gente. El espacio del Palacio de Congresos sí lo permite. Lo intentamos en el año de la pandemia, pero lógicamente no se pudo hacer. Para hacerla a taquilla, como somos 21 personas, tiene que acoger suficiente público para financiar los costes.

–¿Cuántas personas de esa veintena de trabajadores son músicos y cuántas titiriteros?

–En total son 11 músicos, siete titiriteros y una actriz, más dos técnicos. Y yo, que dirijo todo el cotarro.

–¿Qué peculiaridades tiene un espectáculo de un formato de esas proporciones y con títeres?

–Los títeres son muy grandes. El de mayor tamaño es un esqueleto de Tyrannosaurus rex que mide 12 metros de largo y 6 de alto. Aquí, en el Palacio, estará un poco más agachado porque no hay esa altura. También hay un elefante a tamaño real, como casi todos los animales. Además hay alguno con la escala un poquito más agrandada para que resulte más espectacular.

–¿Qué otras características tienen estos títeres?

–Son títeres que no parecen títeres. Interactúan con los músicos como si fueran animales reales.

–¿Cuántas personas hacen falta, por ejemplo, para mover el dinosaurio?

–Cuando aparece el dinosaurio están los siete manipuladores con él. Va saliendo por partes, cada hueso, y se arma en escena. Para el elefante son tres personas. Pero también hay un acuario: convertimos el escenario en el fondo del mar y hay manipuladores por todas partes.

–¿Qué papel juegan los músicos en entre esa fauna?

–La particularidad, además de que los animales que van entrando de forma sorpresiva en la escena siguiendo la partitura de El carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns, es que los músicos son también actores: se sorprenden, se asustan, corren, tocan a oscuras... Es una compostura muy diferente a la del músico clásico.

–Eso músicos tan especiales, ¿es difícil encontrarlos?

–Claro, tienen que ensayar eso y también conocer la obra de memoria, cuando lo habitual en un músico clásico es que lo sienten detrás de un atril y lea la partitura o siga a un director. Estos son músicos que conocen muy bien la partitura y entre ellos tienen capacidad de actuar.

–¿Cómo es la selección?

–Nosotros tenemos normalmente un núcleo de músicos catalanes, porque el espectáculo cuando se concibió fue una coproducción con el Liceo de Barcelona. Desde entonces arrastramos ese equipo de músicos y sobre todo un colaborador que va articulando y buscando los músicos que pueden ir haciendo los papeles. Es más fácil que ensayen allí y luego ya se unan al resto del equipo a los diferentes sitios donde vamos.

–Este año Etcétera sí pasará la Navidad en casa.

–Este año les toca a ellos, sí. Nosotros casi cada año la pasamos lejos de aquí. No está mal que al menos, cada cinco años, nos toque pasarla en casa.

–¿Se acota a 45 minutos porque es un espectáculo para niños pequeños?

–La atención de un niño se fija media hora pero el espectáculo no tiene una limitación en cuanto a edad. Los 45 minutos son la suma de los 25 de Soñando el carnaval de los animales y los 15 de Preludio a la siesta de un fauno, de Debussy, más un pequeño preámbulo. Pero está destinado a niños desde muy chiquititos, que ya se sorprenden con los animales, a grandes. Yo siempre intento que mis trabajos les gusten a niños y adultos porque, si un menor ve a sus padres aburriéndose, aprende que lo que está viendo es aburrido.

–¿Qué otros espectáculos tiene ahora mismo Etcétera en gira?

–Junto a esta mantenemos Pedro y el lobo, y estamos girando también Almavera, La caja de los juguetes, y Totolino. Y probablemente el año que viene sumemos El sastrecillo valiente, que le hemos dado una pequeña pausa pero nos lo siguen pidiendo mucho.

–¿Cuántas personas hay ahora mismo vinculadas a Etcétera?

–Unas 22 o 23 personas.

–Y, ¿cómo ha afectado al títere la pandemia? ¿Cree que más o menos que a otras artes escénicas?

–Yo creo que igual que a otras. No tanto por el títere, que sólo tenemos un espectáculo previsto para representar al aire libre, Almavera. Ha sido difícil para todo el mundo, aunque también va por zonas. Hay zonas de España en las que parece que no hay pandemia, mientras que en otras va más tímidamente al teatro.

–¿Cuáles son esas más tímidas?

–Pues hace poco estuvimos en Bilbao y nos sorprendió. Los programadores nos decían que estaba costándole mucho con todos los espectáculos, no sólo los familiares. Sin embargo en Andalucía y Madrid es como si no pasara nada. Yo creo que hay que tener precaución pero no vivir con miedo. Y, sobre todo, que en los espectáculos se han tomado muchas precauciones. Por ejemplo, en Canarias las normativas son superestrictas. Yo creo que ir a teatro es seguro y el público es consciente en esos momentos de hacer la entrada y la salida. No se han dado casos, igual que sí se han dado por ejemplo en cenas o cosas así.

-Tras Granada, ¿adónde irán?

–Tenemos previsto lleva a Alcalá la Real La caja de los juguetes antes de que acabe el año. El día 3 tenemos en Almoradí la misma obra. En febrero, en Burgos, Soñando el carnaval de los animales.

–¿Y para su sede fija en Guéjar Sierra?

–Tenemos previsto hacer un espectáculo nuevo, mejorar el restaurante, ampliar la ruta de Cueva Secreta.... A partir de enero queremos aflojar las girar para poder concentrarnos allí, que es ahora mismo el proyecto que más nos ilusiona.

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