'Aljamía' hechiza Granada con una noche de fusión y emoción en el Isabel la Católica
El Granada 2031 Festival Fusión concluye este domingo en la Peña La Platería tras una primera edición marcada por el lleno absoluto en todas sus citas
Emoción y magia en el arranque del Granada 2031 Festival Fusión
Quien estuvo este sábado en el Teatro Isabel la Católica sabe que lo de Aljamía fue mucho más que un estreno. Fue una de esas noches en las que Granada te recuerda por qué es una ciudad única, un lugar donde la magia, el famoso duende, de pronto aparece y lo inunda todo. El Granada 2031 Festival Fusión llegaba al sábado con el listón muy alto, con llenos en cada concierto, y el teatro a reventar era la mejor prueba. Antes de que sonara una sola nota, Jorge Rodríguez Morata, codirector del festival, agradeció con cercanía a quienes han hecho posible esta aventura: a la Fundación Unicaja, pilar fundamental de esta primera edición, y también al Ayuntamiento y APDI Group.
David Montañés
Tras las palabras, llegó el silencio y después David Montañés al piano. Sus primeras notas bastaron para entender que estábamos a punto de presenciar algo especial. Poco a poco se sumó la banda, y empezó un diálogo increíble: el laudón y la bandurria de la Alpujarra conversando con la profundidad del ʿūd árabe, todo ello envuelto en unas texturas electrónicas que, lejos de chocar, parecían coserlo todo con un hilo de oro. Pero el momento que rompió los esquemas fue la entrada del coro de hombres. Sus voces sonaban a tierra, a historia. Les respondieron las mujeres con un canto que era pura belleza, y justo ahí, en medio de esa atmósfera, apareció Eva Manzano.
Eva Manzano
Lo suyo no fue un baile, fue un torbellino de fuerza y emoción que dejó sin aliento a los espectadores. Fue en ese instante cuando ocurrió: el duende se apoderó del escenario y de cada uno de nosotros. Montañés, con una voz que parece venir de otro lugar y unas letras de una poesía inmensa, nos guio por un viaje a través de los sonidos del Mediterráneo. Aljamía no fue solo un concierto, fue una celebración de las raíces, del mestizaje. El público, entregado desde el principio, se convirtió en un músico más con sus palmas. Para el final, con Sahara, el teatro entero era una fiesta. La energía de la electrónica, el baile hipnótico de Eva y la complicidad de los artistas desataron una ovación atronadora, de esas que se recuerdan durante mucho tiempo.
Este domingo el festival se despidió en la mítica Peña La Platería, cerrando una primera edición que ha sido un éxito rotundo. Noches como la del sábado dejan claro que Granada no solo tiene un pasado glorioso, sino un futuro sonoro que vibra con fuerza. Y fue un privilegio sentirlo así.
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