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Anime, un género de cine aún por descubrir

  • Pese al silencio de la Academia, sigue mostrando su fuerza y su inagotable capacidad para generar grandes historias

Fotograma de 'Perfect Blue'

Fotograma de 'Perfect Blue' / G. H.

Hay un viejo mantra que se repite en innumerables sesiones de coaching que afirma que el chino utiliza el mismo término para ‘crisis’ y ‘oportunidad’. Esto es falso, o al menos todo lo falso que puede ser teniendo en cuenta que una traducción exacta entre el chino y el español es casi imposible y todo está sujeto a matices.

Lo que sí es cierto es que una crisis como la que vivimos estos días es una oportunidad de oro para abrir las puertas a un nuevo tipo de cine, el del anime japonés, que por mucho que los Oscar le den la espalda, lleva años demostrando ser una fuente inagotable de ideas y creatividad.

Sin noticias de la Academia

Precisamente El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001) es la última y, de momento, única cinta ‘made in Japan’ que se ha llevado la estatuilla de la Academia. Más allá de su belleza visual, cargada de elementos típicos de la cultura y el folclore japonés, la película no deja de hablar sobre la entrada en la vida adulta y todos los cambios que ello conlleva para el individuo.

Chihiro se ve obligada a dejar atrás su antigua vida ante la decisión de sus padres de cambiar de ciudad. Durante el viaje, la familia encuentra un pueblo abandonado y deciden visitarlo; es en este momento cuando la pequeña se pierde y acaba llegando a un mundo que, literal y metafóricamente, no es el suyo. Ante esta nueva situación, la protagonista se ve obligada a buscar un nuevo empleo (¿hay algo que marque más la vida adulta que el trabajo?) mientras consigue regresar con su familia.

Pese a su carácter infantil, 'El viaje de Chihiro' trata sobre el paso a la edad adulta

La cinta de Miyazaki terminó por convertirse en la película de animación nipona más taquillera de la historia, honor que ocupó hasta 2016, cuando fue desbancada por Your Name (Makoto Shinkai). La historia que se cuenta aquí es algo más mundana que la de Chihiro, pero con manteniendo ese toque diferente del anime.

Ahora nos encontramos con dos adolescentes (Taki y Mitsuha) que intercambian el cuerpo cuando duermen, lo que acaba por generar una relación de amistad que evolucionará en algo más. Esta peculiar mezcla entre amor adolescente, elementos sobrenaturales y, de nuevo, el paso a la madurez, es el sello del cine de Shinkai, como se puede ver por ejemplo en Cinco centímetros por segundo (2007), donde en apenas una hora se resume perfectamente su estilo.

El anime que permanece en la sombra

De una forma u otra, estos títulos han logrado superar la barrera del público más especializado y llegar a una mayor cantidad de espectadores. Sin embargo, aún quedan títulos de anime que aguardan a salir de esa zona oscura, como es el caso de Perfect Blue (Satoshi Kon, 1997).

La historia, popularizada en Occidente por el Cisne Negro de Aronofsky (2010), se centra en Mima Kirigoe, una cantante de J-pop reconvertida a actriz. A medida que su carrera en el cine se desarrolla, también lo hará un asesino en serie, comenzando así un juego de espejos (comenzando con la propia trama de la película que rueda la protagonista), hasta meter al espectador en un laberinto de difícil escapatoria.

El cine de Kon es complejo y poco comercial, sin embargo eso no ha impedido a Hollywood adueñarse de sus ideas y, fruto del poderío cultural yankee, hacerlas pasar como suyas. De esta forma, otra película de este director, Paprika (2006), tiene extrañas similitudes con el Origen (2010) de Cristopher Nolan– aunque es de recibo afirmar que la película japonesa estaba basada en una novela de los años 90–. No obstante, la libertad que da la animación ayuda a plasmar con mayor exactitud el mundo onírico que plantean ambas producciones.

Fotograma de 'Akira' Fotograma de 'Akira'

Fotograma de 'Akira' / G. H.

La cultura es bidireccional

Pero la cultura no entiende caminos y el propio Kon terminó por hacer su propia versión de un clásico de la filmografía estadounidense como Tres padrinos, la película que John Ford llevó al cine a mediados del siglo XX y que a su vez adaptaba una novela de Peter B. Kyne.

El resultado fue Tokyo Godfather (2003), una especie de relato navideño donde tres vagabundos encuentran a un bebé abandonado en la calle. En algo menos de una hora y media, el director, desarrolla una crítica social con una reivindicación al movimiento LGBT.

Si hablamos de complejidad, hay que mencionar Ghost in the Shell (Mamoru Oshii , 1995), basada en el manga homónimo. Lo que aquí se plantea es un relato futurista donde la tecnología se ha impuesto a lo humano, pero que aún así sigue perviviendo las maldades típicas del hombre, encarnadas en la figura del Titiritero.

La lista de películas japonesas de animación podría extenderse ad infinitum, incluyendo títulos como Akira (Katsuhiro Otomo, 1992), La chica que saltaba a través del tiempo (Mamoru Hosoda, 2006), Los niños lobo (Mamoru Hosoda, 2012) y El cuento de la princesa Kaguya (Isao Takahata, 2003).

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