Antonio Miguel Arenas: "En el Festival Jóvenes Realizadores debemos asumir cierto riesgo, experimentar, jugar"

La cita regresa este domingo 19 de octubre en el Teatro Isabel La Católica con la actuación de la banda Nazz y se prolongará hasta el 25 octubre con más de 90 películas de 27 países diferentes

El Festival de Jóvenes Realizadores estrena en exclusiva en Andalucía el documental sobre Antonio Flores

Antonio Miguel Arenas. / Archivo
Daria Zelenska

Granada, 18 de octubre 2025 - 11:24

Antonio Miguel Arenas (Granada, 1986), el director artístico del festival Jóvenes Realizadores, se prepara para la inauguración oficial, que tendrá lugar este domingo 19 de octubre en el Teatro Isabel La Católica con la actuación de la banda Nazz. El evento que dura hasta 25 de octubre reunirá más de 90 películas de 27 países diferentes, incluyendo 12 estrenos mundiales y cinco en España, destacando una programación innovadora y arriesgada. Los abonos para el festival están casi todos agotados.

Pregunta.—El festival ya tiene tres décadas de historia, imagino que eso le da bastante fama y experiencia. Pero también debe de ser complicado mantener un proyecto como este, ¿no? Mantener el nivel, no perder público ni calidad.

Respuesta.—El festival ha pasado por etapas muy difíciles, incluso estuvo a punto de desaparecer. En los últimos años hemos logrado recuperarlo, devolverle su prestigio y recuperar el público que tenía antes. Se ha vuelto a posicionar en el panorama nacional gracias a la línea de programación y a los invitados que traemos. También hay muchas personas que se implican y se vuelcan para que el festival siga adelante cada año con mucha ilusión, y gracias a las instituciones que continúan apostando por él y apoyándolo. Cualquier proyecto cultural es frágil: no se puede dar por hecho, hay que seguir cuidándolo e impulsándolo.

P.—¿Qué hace usted personalmente para mantener vivo el festival y evitar que desaparezca?

R.—Buena pregunta. Yo lo que puedo hacer es dar el 100% de mi tiempo y mi dedicación. También intentar mantener una relación constante con las instituciones, recordarles la importancia que tiene el festival. Además, hacemos un trabajo muy fuerte desde el equipo de patrocinio para crear una base sólida que permita al festival sobrevivir. Y, sobre todo, diseñar una programación interesante para el público, que sea atractiva y diversa. Buena parte de la financiación del festival depende de la venta de entradas en el teatro y de la aportación privada de los patrocinadores, que no siempre es mucha. La parte pública es la que lo sostiene y, si falla, el festival corre peligro. Pero creo que todavía hay margen de mejora: las instituciones podrían implicarse mucho más de lo que lo hacen.

P.—El festival ha sido reconocido entre los 25 mejores de España, ¿no?

R.—Sí. Este año nos ha sido concedida una subvención del Ministerio de Cultura, a la que concurren todos los festivales de cine de España. Jóvenes Realizadores está entre los mejor valorados. Es un reconocimiento muy importante, tanto por el prestigio que supone, por el valor que te otorgan tus compañeros, como también por lo que representa a nivel económico, ya que supone un gran apoyo para que el festival pueda salir adelante.

P.—Ahora estamos en una época de hibridación y multidisciplinariedad. En el programa hay muchas propuestas que mezclan cine y música en directo, como la película El Fantasmade la Ópera o trabajos con la música electrónica. ¿Usted cree que esa mezcla es lo que resulta más interesante ahora para el público?

R.—En los últimos cinco años lo hemos tenido muy claro: el cine sigue siendo esencial, pero hay que recuperar el interés del público por ir al cine a ver una película, una ópera prima, un cortometraje. Al mismo tiempo, el cine también puede ser un espacio para que sucedan otras cosas, para crear un evento único que combine cine, música y nuevos lenguajes —como las propuestas audiovisuales experimentales o incluso el podcast en directo—. Creo que todo eso enriquece y cambia la forma en que vemos el cine. Ya no basta con proyectar una película: hay que ofrecer algo distinto. Puede ser una película inédita acompañada de un coloquio con el director o la directora, o una proyección con música en directo. Este año, en colaboración con el título universitario de cine, recuperamos un clásico que cumple cien años y le ponemos música en directo con un artista granadino, Chico Blanco. Así acercamos esas películas a una nueva generación que quizás no las habría conocido de otra forma. Creo que eso es fundamental: recuperar el valor del cine y seguir creyendo en él, seguir creando películas y compartiéndolas con el público.

P.—¿No teme que al mezclar el cine con nuevas formas, como música en directo o proyecciones fuera de las salas, se pierda su esencia clásica?

R.—Yo creo que eso forma parte del progreso. No hay progreso sin error. Y el error también tiene su valor, ¿no? Puede que alguna de estas sesiones no funcione del todo bien, pero sigue siendo una experiencia única, y no afecta realmente a la película. La película siempre va a existir: uno siempre podrá verla en casa, en Netflix, en DVD o en Internet. Lo que proponemos desde el festival es una manera distinta de acercarse a ellas, de descubrirlas, y sobre todo de quitarle al público el miedo al cine clásico. Hoy en día, es casi imposible ver una película en blanco y negro en televisión, e incluso en las plataformas resulta difícil encontrarlas. Por eso creemos que todo esto es positivo, una forma de devolver vida a esas obras. Además, en el propio festival respetamos también las películas que deben verse tal como fueron concebidas. Dentro del ciclo que dedicamos a los clásicos que cumplen 100 años, hay algunas que proyectamos en el teatro con música en directo, pero otras se ven en el cineclub de manera tradicional, como se concibieron originalmente. Eso nos parece fundamental y lo valoramos mucho. Pero también creemos que en el Festival Jóvenes Realizadores debemos asumir cierto riesgo, experimentar, jugar. El componente lúdico del cine también es esencial, y es la única manera de seguir atrayendo a nuevas generaciones hacia las salas.

P.—Este año participan más de 90 películas de 27 países. ¿Qué criterios siguen para seleccionar las obras?

R.—Depende de la sección. Tenemos varias competiciones, y cada una cuenta con su propio comité de programación, que selecciona las películas según su temática. Por ejemplo, la sección Vibraciones está dedicada al cine andaluz —cortometrajes y mediometrajes—, y en ella buscamos destacar a esos cineastas emergentes que trabajan desde Andalucía en la ficción, el documental, la animación o el cine experimental. Son jóvenes con mucho talento, pero que suelen tener dificultades para producir y mostrar sus obras. Este año contamos con varios estrenos mundiales de películas andaluzas, incluido el de inauguración, lo cual es muy bonito. También tenemos la sección Espejo, dentro de la competición nacional, donde hay mucha animación y documental, pero desde un punto de vista más artístico y formal. Es una sección especialmente bonita de programar, porque busca obras que reflexionan o experimentan con el lenguaje cinematográfico. Por ejemplo, este año hay una película de una cineasta granadina que trabaja alrededor del agua, una temática muy concreta que conecta con el medio ambiente y la sostenibilidad. Por un lado, estas obras buscan concienciar sobre el cambio climático, y por otro, explorar nuevas formas visuales y narrativas. Y, finalmente, está la competición internacional, que es la ventana del festival al cine emergente de otros lugares, con mediometrajes y largometrajes que aportan una visión más amplia y diversa. Respecto al comité de selección y la curaduría de la competición internacional, nos centramos mucho en que cada sesión tenga coherencia interna, que los cortometrajes dialoguen entre sí. No se trata sólo de proyectar cinco cortos buenos, sino de que cada uno contribuya a construir un sentido común, un discurso, una emoción compartida. Lo ideal es que el espectador no vea simplemente una serie de obras aisladas, sino que sienta que cada sesión es como una nueva película compuesta por fragmentos que se conectan entre sí. Eso es lo más bonito de programar: no solo elegir cortos premiados o exitosos en otros festivales —que también los hay—, sino darles un contexto, un hilo, una idea que los una. Nos interesa que el público salga con una sensación, con una idea sobre el mundo de hoy: cómo vive la juventud, cómo se representa lo cotidiano, lo íntimo. A veces, un tema aparentemente pequeño —la vida diaria, una relación, el duelo— puede ser más importante que los grandes asuntos universales. En esta edición, por ejemplo, hay sesiones que abordan el duelo, las relaciones de pareja, la rutina… temas que se entrelazan y ofrecen una visión amplia de lo que significa ser humano y ser cineasta hoy.

P.—¿Hay algún momento o logro de esta edición que le emocione especialmente?

R.—Sí, tener a Isaki Lacuesta y a Helena Wittmann con nosotros es algo muy emocionante. Son dos de los grandes cineastas europeos actuales. En el caso de Isaki, presentamos una muestra de sus películas rodadas en Andalucía; y en el de Helena, una retrospectiva completa de su obra. Además, ambos participarán en actividades paralelas: Helena dará un seminario en la Universidad de Granada y estará en un coloquio tras la proyección de su película; Isaki, por su parte, participará en un encuentro organizado por la Diputación de Granada y la Delegación de Cultura, el sábado 25 por la mañana. Poder escucharles y conversar sobre su cine será uno de los grandes momentos del festival. Al final, eso es lo que da sentido a organizar un evento así: compartir las películas que admiramos, las que nos inspiran, y tener la oportunidad de hacerlo.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último