Actual

Una biblioteca en llamas

  • El artista Luis Costillo expone en Arrabal & Cia una propuesta que une los libros con la creación y la imaginación con la ironía

El arte siempre es una continua sorpresa y cuando sale de las manos de Luis Costillo, lo es aún más. Este pintor e imaginador extremeño, tan relacionado con aquella Granada de los años ochenta en la que desplegaban su imaginación pintores como Valentín Albardíaz, Julio Juste o Pablo Sycet, muestra desde el pasado viernes en la galería Arrabal y Cia., en el Realejo su sorprendente exposición Farenheit, que es todo un reto al espectador: se trata de la recreación de una biblioteca en la que la obra son libros que ha diseñado el propio Costillo y cada libro es un mundo nuevo por descubrir. Es una biblioteca en llamas.

Nada más entrar en el ámbito de Farenheit, título con el que Costillo pretende rendir homenaje a Ray Bradbury y su libro Farenheit 451, aquella obra futurista en la que la misión de los bomberos no era apagar incendios, sino quemar libros, el visitante se encuentra en un mundo extraño, casi apocalíptico, irónico y despiadado.

"Se trata de una exposición muy peculiar", explica el también creador Alejandro Gorafe, uno de los responsables de Arrabal y Cia. "Es como entrar en una biblioteca de verdad, con sus mesas y sus sillas, sus rincones para leer. Pero de pronto te encuentras que los libros no son lo que son, sino otra cosa. Es un mundo muy particular".

Algunos libros son de lo más curioso. En uno de ellos, Tipología del crimen, Costillo fotografía esposados, de frente y de perfil, a diferentes artistas como si fuesen criminales. En una hoja aparte, invita a que los visitantes a que escriban cuál puede ser el nombre de tales sospechosos. Otro libro, llamado Culturismo, lo que en realidad muestra es un viejo sello de aquellos forzudos de los años veinte y treinta.

"Lo que he intentando ha sido, sobre todo, crear un ambiente", explica Luis Costillo, que ha estado cinco años trabajando en la exposición. "Hay libros que son más visuales y otros que son reflexiones sobre las artes. Hay mucha variedad en todo. Lo que aconsejo al espectador es que visite la muestra, porque se podría tirar allí días y días".

"No es mera curiosidad o coincidencia recordar a Bradbury como alguien que, desde el futuro, se nos viene encima", escribe Costillo en una de sus notas sobre la exposición. "Y mi deseo es que esta biblioteca, combustible a partir los 451º grados Farenheit, todo este papel atesorado, seleccionado, apropiado, desgarrado, agujereado, acariciado, violado, recuperado o mutilado, esto que tenéis a vuestra disposición, lo reconozcáis como algo vuestro, recóndito o cercano, secreto o visible, despreciable o digno de orgullo. Esas huellas que vamos dejando a lo largo del camino batido y borrado por el viento (el tiempo), que nos hacen sentir vivos".

Alusiones al artista inglés Damien Hirst, torres de babel hechas con las viejas letras de caucho de las imprentas, paneles dedicados a la filosofía o a la geografía, hasta un volumen dedicado al grupo de punk granadino KGB; libros con propuestas tan extrañas como sugerentes... Una de ella es crear un itinerario de estatuas para una ciudad en la que, en lugar de estatuas, serían calcomanías. Otros libros hablan irónicamente sobre la amargura del ser humano ante el poder de la economía: "Una bala mata a un hombre, pero una bomba puede matar a una ciudad. Hay que economizar a la hora de matar. Apuntar bien".

Costillo mezcla un agudo sentido del humor con una profunda reflexión sobre el arte mismo y, sobre todo, en torno a lo efímero de las cosas, a la fragilidad del ser humano y su huella en el tiempo. "Si nosotros somos el fulminante, lo demás es el combustible", medita el artistas. "En los museos podemos contemplar, congeladas, las huellas del arte, borrosas aunque físicas como una piedra o una imagen en movimiento: algo así como pruebas, fijaciones, de una existencia inestable que no tiene tiempo ni lugar fijo". Costillo ha sabido recrear, en una propuesta cautivadora todo el saber de una biblioteca, toda la belleza que se puede ocultar en esa biblioteca en llamas que el ser humano.

El pasado viernes, coincidiendo con la inauguración de la muestra, Costillo y Gorafe quemaron un ejemplar del libro Juegos reunidos de Juan de Loxa quien, agradecido por el gesto de escoger uno de sus libros en lugar de cualquier otro, quiso dedicar el acto al cardenal Cisneros por su orden de quemar los libros de la Alhambra en la Plaza Bib-Rambla. El gesto continuó ya que algunos de los asistentes cogieron los fragmentos que sobrevivieron a la quema para hacer sus propios relicarios.

Luis Costillo. Arrabal y Cia. Hasta el 3 de octubre.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios