Novedad editorial

José Javier León analiza los aciertos y los errores del Concurso de Cante Jondo

  • El escritor granadino regresa a las librerías con Entre Burlas y veras del 22, una recopilación de textos sobre el certamen publicados por autores como Manuel Machado o Gómez de la Serna 

José Javier León analiza los aciertos y también los errores del Concurso de Cante Jondo

José Javier León analiza los aciertos y también los errores del Concurso de Cante Jondo / Archivo (Granada)

Este año se celebra el centenario del Concurso de Cante Jondo de 1922 y todas las instituciones locales se han sumado raudas al aniversario. Fitur fue el escenario elegido para su presentación, aunque ya se habían escenificado las firmas de acuerdos y se habían ido dando pinceladas desde la primavera de 2021. Arrancando un año que se prevé laudatorio, José Javier León, filólogo especializado en literatura y flamenco, regresa a las librerías con una antología de textos publicados por otros especialistas desde ese mismo año, algunos vinculados al propio certamen, hasta la actualidad. El libro titulado  Burlas y veras del 22, publicado por la editorial Athenaica, está concebido para conmemorar la efeméride pero también para "valorar sus tropiezos y conquistas". 

El volumen reúne artículos muy significativos, olvidados algunos de ellos, que desde 1922 hasta 2021 han narrado y descrito, escarnecido, criticado o alabado el certamen que promovieran Manuel de Falla, Zuloaga y una amplia lista de artistas e intelectuales entre los que se encontraba un joven García Lorca de apenas 24 años. Ramón Gómez de la Serna presentó aquel encuentro en el que el flamenco experimentaría, según unos, un importante punto de inflexión como manifestación estética; según otros, un repliegue culpable.

Esta recopilación de 22 textos —de Manuel Machado, Galerín, Gómez de la Serna, García Sanchiz, a José Luis Ortiz Nuevo o José Manuel Gamboa, entre otros— que conecta el Concurso del 22 con su primera efeméride, en 1972, y lo proyecta al Centenario que se avecina en pocos meses, viene precedida por dos textos a modo de prólogo y contextualizada a modo de conclusión otro en los que el "fino ensayismo" del flamencólogo "posa su bisturí en las contradicciones —aciertos y errores del todo paradójicos— que rodearon al Concurso", en palabras del editor.

"Llevamos sacralizando el Concurso de Cante Jondo muchos años y no hay duda de que tuvo errores de peso. Eso ya lo han dicho muchos. No sé si este año se va revisar con una mirada crítica", comenta José Javier León. "El último texto mío se llama La fertilidad del error porque creo que esa es un poco la clave: los errores del certamen fueron fructíferos en el sentido de que ayudaron al flamenco en un sentido casi contario al de los presupuestos del Concurso". El escritor explica este punto. "Es una gran ironía y una mayor paradoja, porque entre otros efectos positivos del Concurso, le dieron una visibilidad y una proyección al flamenco que no se pretendía". 

La idea que sirve para titular su artículo viene de un texto de ficción de Muñoz Molina: "Lo único que recuerdo es que Eco ponía el ejemplo del descubrimiento de América: la fertilidad del error de Colón de creer que el diámetro de la circunferencia terrestre era más pequeño, de manera que se podía atajar el camino hacia la India yendo hacia el oeste. Una convicción errónea conduce a un acierto inesperado". Eso da pie a León para asegurar: "¿Cuántos yerros de toda índole, tanto científicos como artísticos, políticos, económicos, literarios, pedagógicos, no habrán desembocado en fecundos descubrimientos, en soluciones e iluminaciones? Eso fue el Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922: un programa reivindicativo sembrado de errores de calado sobre el origen y los desarrollos del flamenco que, contradiciendo sus propias premisas, culminó —no sin una buena dosis de sinsabores para su ideólogo y cabeza visible, Manuel de Falla—en propaganda de sí y en ampliación sonora y nuevos beneficios para el arte de Silverio". El escritor, sabe que esta afirmación, resulta polémica:  "Esto, que parece hoy tan incontestable, tan fácil de demostrar, sigue, no obstante, resquemando. Cien años después, la literatura turiferaria, complacida o devota, prevalece frente a la más crítica y contrastada". 

De esta forma, el encuentro "generó o propició expansiones" que "transitaban en la dirección justamente opuesta a la que marcaban su regeneracionismo y su ascetismo ideológicos". Una de las más "extraordinarias" fue la de alentar a la profesión misma porque, tras su celebración, "el espectáculo amplió enormemente sus formatos y las figuras del género (aquellos que lo sostenían y sostienen, pero que para Falla y Lorca lo corrompían) dispusieron de nuevos y mayores aforos".

Además de beneficiar a los artistas, benefició a la ciudad. "La enérgica actividad social y cultural quedurante aquellos días vivió la capital granadina (las sesiones del concurso en sí, encuentros,trasnoches, coloquios, ebriedades, conferencias, exposiciones de pintura…) dejaron un fuerte impacto dentro y memoria dentro y fuera. La ciudad pintoresca y hechicera que habían perseguido los viajeros desde el siglo XIX extendía ahora su halo romántico, al ser vinculada radicalmente con el arte jondo" lo que permitió que se hincara "un nuevo jalón en la senda preparatoria de un porvenir de explotación turística". 

Y, también benefició al género. En el plano musicológico, hay que agradecer a sus artífices el genuino interés por la conservación de estilos que, a causa de su escasísimo tirón comercial, tal vez estarían extintos hoy, como la cabal de Silverio o el martinete".  

Pero si bien señala todo lo bueno que conllevó el Concurso, a José Javier León no le duelen prendas a la hora de subrayar también en su reflexión aspectos no tan positivos de dos vacas sagradas en Andalucía, porque "la serie de ideas pergeñadas por Falla y aquilatadas por Lorca en sus escritos programáticos o divulgadores, cuya implantación e influencia posteriores perpetuaron dañinos lugares comunes". Entre ellas, "la exigencia de pureza e incontaminación en el cante; el rechazo de la comercialización; la supremacía de lo lúgubre sobre lo festivo; la fijación de un canon bifronte cuya faz verdadera y jonda representarían la seguiriya, la soleá, el polo y la caña y cuya cara derivada y espuria poblarían el fandango y sus renuevos; la consolidación poética del gitanismo o la postergación del baile y la guitarra". 

Así, la cita se organizó entre los tirones, por una parte, de un idealismo arcaizante que perseguía la pureza y, por otra, de su innegable modernidad y carácter urbano. El flamenco escenificaría en esta Granada de 1922 su particular escisión entre lo popular y lo culto, lo folclórico y lo profesionalizado, ese nudo esencial de estas formas musicales —y vitales— que aquí fueron observadas ya desde la solemnidad puritana, ya desde el humor fino, ya desde una ironía que piensa, como es el caso de este canon de publicaciones y de los textos ensayísticos ideados por León.  

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