Arte Hoy

Un cielo teselado que crea melancolías

  • José Manuel Darro realiza en el Cuarto Real de Santo Domingo todo un canto a la geometría y a la racionalidad, un amplio desarrollo artístico con los más variados ejercicios formales

José Manuel Darro.

José Manuel Darro. / Efe

José Manuel Darro es de esos personajes únicos al que todos quisiéramos parecernos. Es artista grande, escultor de racional planteamiento, pintor de amplias miras formales, grabador poderoso conocedor de la materia. Es, además, filósofo cultivado y convencido por su reflexiva sabiduría; poeta de pensamiento, obra y decisión; viajero incansable a la búsqueda de todo; coleccionista de lo mejor; entendido sensato de lo que los demás desconocemos y, por si fuera poco todo esto, cultiva los placeres de la vida; entre ellos, el fomento de la amistad.

La exposición nos sitúa en un apasionante recorrido por un juego donde la racionalidad geométrica impone su potestad

Ha estado en la India exponiendo sobre uno de sus numerosos y apasionantes ejercicios donde se funde la historia, el arte, la filosofía y todos los más sublimes asuntos: la relación existente entre la Alhambra, ese palacio rojo, y el Fuerte Rojo mongol que se levanta en Nueva Delhi. Entre los muchos felices argumentos que existen paralelamente en los dos monumentos, sobresale la utilización de la celosía, ese elemento estructural que alienta mundos distintos más que separa. Y ese uso arquitectónico que conjuga presencias y ausencia es uno de los puntos definitivos que centra, también, su exposición granadina.

En los determinantes espacios del Cuarto Real de Santo Domingo, magnífica caja de nácar para guardar los más especiales trozos de espiritualidad que uno pueda imaginar, José Manuel Darro realiza todo un canto a la geometría y a la racionalidad, un amplio desarrollo artístico con los más variados ejercicios formales. El artista nacido en Alcalá la Real es un consumado hacedor de esencias. LLeva toda su vida manipulando lo real para quitarle todo su radical prosaísmo y extraerle su más absoluta formalidad, el bello núcleo germinal que surge lleno de pureza y que, en el discurrir de lo cotidiano, es sometido a derivas desvirtuantes, a forzadas argumentaciones de espurias sensaciones, a pobres registros vacíos de casi todo.

La exposición nos sitúa en un apasionante recorrido por un juego donde la racionalidad geométrica impone su potestad. Darro realiza un homenaje total a Alberto Durero y, partiendo de un conocido grabado del genial autor renacentista, Melancolía I, desarrolla un especialísimo sistema reticular salido al proyectar sobre el plano una de las caras pentagonales del poliedro de Durero y que el artista granadino- jiennense utiliza como teselas para la creación de una nueva cristalografía. De esta manera nos encontramos con una amplísima diversidad compositiva, que va generando obras de muy dispar naturaleza, creando múltiples sistemas geométricos, siempre con lo pentagonal como regulador organizativo. Dibujos, esculturas, laberintos de teselas, grabados y, sobre todo, esas determinantes celosías que, a modo de collage, sobre caucho, generan las más felices visiones y las más expectantes inquietudes. Todo abriendo nuevas rutas para que esa realidad física que es el universo en expansión posibilite nuevos estamentos geométricos y que José Manuel Darro, además, llena de las más especial y absoluta esencia.

La mirada del espectador, aparte de introducirse en la magia visual de un universo geométrico, se inunda de un sentimiento de melancolía

Contemplando la exposición, la mirada del espectador, aparte de introducirse en la magia visual de un universo geométrico, se inunda de un sentimiento de melancolía; melancolía por la visión de ese espacio teselado como bello sistema estelar donde surgen un "manantial de estrellas rojas", "flores nacidas de una estrella pentagonal" - un especial homenaje a Leonardo -, "melancolía sobre melancolía con rojo cenotafio" o aquella "melancolía del sultán Shah Jahan por la muerte de su amada la princesa Argumand Banu Begun".

De nuevo el estamento artístico privilegiado de José Manuel Darro se nos hace presente a través de un universo de esencias, bellamente transmitidas desde la realidad mediata de un escenario de mosaicos teselados.

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