La potente elegancia y sutileza del soul

El Festival de Jazz de Granada arrancó el viernes con Tony Momrelle

El Festival de Jazz de Granada propone un viaje a Cuba

Actuacion de Tony Momrelle en el Festival de Jazz de Granada.
Actuacion de Tony Momrelle en el Festival de Jazz de Granada. / Antonio L. Juárez/ Picwild
Rafael Marfil Carmona

Granada, 01 de noviembre 2025 - 14:15

Cuánto se agradece que un cantante no vaya de crooner rompecorazones, y eso lo pensó también María José desde el inicio, en la primera fila. Ella, que tiene un sentir de negritud afroamericana, bailó hasta caer en su asiento desfallecida, en los últimos temas, y me ayudó a comprender que el soul de Tony Momrelle era eso, elegancia, humildad y honestidad. Nos resonaban los ecos de Barry White, pero con una voz más aguda, sin alardes, sin demostraciones de tecnicismos innecesarios, igual que aparecía el recuerdo de Matt Bianco, junto al estilo interiorizado por este artista a través de sus colaboraciones con Sade, Elton John, Whitney Houston y, sobre todo, uno de sus grandes mentores, Jean-Paul Bluey Maunick, líder de la banda británica Incognito, por el que han desfilado tantos músicos, en ese viaje del funk al acid jazz. Él mismo explicó esas influencias, que eran evidentes, además de la sorprendente llamada al alba de Stevie Wonder, para explicarle que se reconocía en su voz. El diario The Guardian llevaba razón al identificar también esa voz inconfundible en Tony Momrelle, que deconstruyó con mucho acierto algunos temas del mítico cantante.

No piense nadie que las cosas son sencillas. Tras la dulzura y potencia de la música, en la que cada canción tenía alma, había un perfeccionista, que no dejó de dar discretas indicaciones a los responsables del sonido, pero con un saber estar y una serenidad que hacía que no se notara su búsqueda de la excelencia. Estamos ante uno de los mejores cantantes que han pasado por el festival, que conectó con el público desde el primer minuto y que explicó claramente que la “música es la celebración de la vida”. Si no es así, con esa honestidad, cómo hablar de amor en sus canciones. Él mismo afirmaba que todo eso tiene que salir del corazón, como demostró, viajando continuamente hacia un canto afroamericano, pero desde un lirismo diferente, quizá británico, con una precisión melódica extraordinaria, expresada a través de sus propias composiciones. Si no es con esa sinceridad expresiva, no se entienden temas como Remember, donde se le dice que recuerde al ser amado. Somos memoria y emociones, y el soul está para insistir en esas rotundas verdades.

Así, flotando en esa energía, pensaba quien escribe esta crítica, como purista del jazz que es, que dónde estaban los solos en un festival del género de la improvisación. Y vaya si llegaron, como si escucharan mi pensamiento. Tres grandes solos como un castillo. Construcciones arquitectónicamente perfectas de Emiliano Pari en los teclados, Tony Remy a la guitarra y Julian Crampton al bajo. El pianista fue de lo sutil a la emoción desbordada; el guitarrista nos hizo recordar incluso a Jimi Hendrix, como declaración de principios y, por último, el bajista no dejó de sonreír mientras nos demostraba todo lo que puede decir su instrumento. La noche finalizó, como no podía ser de otra manera, con la grada puesta en pie, bailando y dando por bueno el inicio de un festival en el que esperan otras sorpresas, como la armónica o el arpa. Es otoño, que siempre suena a jazz en Granada.

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