Israel Fernández convierte el Palacio de Carlos V en un templo del flamenco

Una noche de duende, mística y exclamaciones flamencas bajo las estrellas

Israel Fernández: "El piano me permite mostrar otra cara del flamenco"

Israel Fernández en el Palacio Carlos V / GP MEDIA
Daria Zelenska

Granada, 30 de junio 2025 - 12:56

Este domingo 29 del junio, en el marco del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, el Palacio de Carlos V acogió un concierto extraordinario del cantaor, pianista y compositor toledano Israel Fernández. El artista, considerado una de las grandes figuras del flamenco contemporáneo, ofreció una velada de gran intensidad emocional y belleza sonora, en la que voz, piano y guitarra se fundieron en perfecta armonía.

No es la primera vez que Fernández visita Granada. De hecho, durante este verano, ha compartido en sus redes sociales imágenes de sus paseos por la ciudad, dejando ver su admiración por su patrimonio y su atmósfera única. En uno de los vídeos publicados en su perfil se aprecia una impresionante panorámica de la Alhambra, testimonio de su conexión con este entorno emblemático.

Aunque ya había visitado el espacio del Palacio de Carlos V, el propio artista reconocía antes del concierto que probablemente era la primera vez que actuaba en este majestuoso escenario. Una ocasión especial, sin duda, en medio de una apretada agenda de conciertos que lo está llevando por numerosos escenarios dentro y fuera de España.

Su actuación en Granada no solo fue una celebración del flamenco, sino también una muestra de su evolución artística, que sigue sorprendiendo tanto a los amantes del género como a las nuevas generaciones. El concierto en Granada se enmarca dentro de una intensa gira internacional que Israel Fernández está realizando este año.

La gira

El pasado 27 de junio actuó en Italia, antes de llegar a Granada para esta esperada cita. Su próximo destino será Francia, y su calendario de actuaciones lo mantendrá en movimiento constante hasta octubre.

Entre las próximas paradas figuran ciudades como Madrid, Valladolid, Loja, Baena, Marbella, Valencia, y la isla de Menorca, consolidando su presencia en los escenarios más destacados tanto de España como del extranjero.

Israel Fernández demostró una vez más su maestría no solo como cantaor, sino como creador de atmósferas. Su capacidad para transformar un espacio monumental como el Palacio de Carlos V —una imponente construcción renacentista del siglo XVI— en un escenario íntimo y profundamente flamenco fue, sencillamente, sobrecogedora.

Poco a poco, casi sin que el público lo advirtiera, su voz fue envolviendo el lugar, dándole una nueva identidad. Lo que a priori podría parecer un entorno distante del universo del flamenco, se convirtió en un espacio puro de cante jondo, en un escenario emocionalmente cargado, hecho a medida de su arte. El flamenco no ocupó el palacio: lo transformó.

En los primeros compases, el público parecía observar con cierta reserva, atrapado entre el respeto por el lugar y la expectativa. Pero a medida que avanzaba el concierto, la atmósfera se fue cargando de energía. El espacio del palacio se "aflamencó" por completo: comenzaron a escucharse los tradicionales “¡Olé!” y “¡Pasa!”, exclamaciones nacidas del asombro y la entrega total, propias de los conciertos más auténticos del género.

Con cada cante, con cada nota, Fernández parecía estrechar aún más el lazo entre artista, público y espacio. Y de forma casi mágica, Israel Fernández convirtió la arquitectura severa y solemne del Palacio de Carlos V en un santuario emocional, habitado por duende, memoria y presente.

A esta metamorfosis contribuyó también un diseño de luces sutil y expresivo. La penumbra casi total, el cielo abierto sobre el público y el juego de sombras sobre el artista crearon una atmósfera mística, casi ritual. Las estrellas acompañaban desde lo alto, mientras Fernández cantaba como si el tiempo se hubiera detenido. Ni siquiera el aviso previo de tormenta logró alterar la intensidad de la noche: el concierto se celebró con la misma fuerza con la que nació —imparable.

El concierto, que podría dividirse en varias partes bien diferenciadas, fue una verdadera travesía emocional. En la primera parte, Israel interpretó varios cantes acompañado por sus músicos —una percusión sutil y precisa, y la guitarra profunda y envolvente de Diego del Morao—, en un equilibrio perfecto entre tradición y frescura. Desde el primer momento, el escenario se llenó de energía, emoción contenida y respeto por la herencia flamenca.

Después, llegó un extenso solo de guitarra a cargo de Diego del Morao. Fue un instante suspendido en el tiempo, donde cada acorde parecía flotar en el aire. Con un toque elegante, casi místico, del Morao llevó al público a un estado de contemplación silenciosa, arrancando ovaciones espontáneas.

Y entonces, casi como si la espera hubiera amplificado la intensidad, Israel regresó al cante con renovada fuerza. Su voz, ya de por sí poderosa, alcanzó nuevos matices, llena de matices íntimos y al mismo tiempo desgarradores. A partir de ese momento, la velada se volvió aún más intensa.

Dúo Mágico con Diego del Morao

Israel ofreció un concierto de aproximadamente hora y media de duración, en el que desplegó toda la fuerza expresiva de su voz y la sensibilidad de su piano. La propuesta, íntima pero a la vez profundamente emocionante, dejó al público completamente entregado. El Palacio de Carlos V, con su acústica envolvente y atmósfera solemne, se convirtió en el escenario perfecto para esta experiencia artística única.

La ovación final fue larga y apasionada. El público, de pie, pedía más, y Fernández, visiblemente emocionado, regresó al escenario para regalar un bis inolvidable: un fandango interpretado con una intensidad conmovedora. Sentado al piano, se acompañó a sí mismo, y con él, la guitarra magistral de Diego del Morao añadió hondura y elegancia al momento. Juntos, tejieron un cierre cargado de emoción, que confirmó por qué Israel Fernández y Diego del Morao forman uno de los dúos más poderosos y sensibles del flamenco contemporáneo.

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