Jácaras del Zéfiro: brillante estreno de un prometedor ensemble
La Iglesia de la Encarnación acogió el pasado 26 el antepenúltimo concierto del ciclo Música en Adviento de la Junta de Andalucía
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La velada del día 26 acogía en la Iglesia de la Encarnación el antepenúltimo concierto del ciclo Música en Adviento de la Junta de Andalucía, titulado El Gozo y la Gracia y protagonizado por el ensemble Jácaras del Zéfiro, que se presentaba por primera vez ante el público granadino.
El programa se centró en piezas en torno al Nacimiento y a la Virgen, con villancicos barrocos de exquisita factura extraídos de archivos catedralicios como los de Salamanca, Burgos, Segovia o Guatemala; alternando autores ampliamente difundidos como Sebastián Durón o Mateo Flecha con otros mucho menos habituales como Manuel Egüés.
La formación reúne a un cuarteto de cantantes en plenitud vocal con el apoyo de la viola da gamba y la cuerda pulsada, alternando guitarra barroca y tiorba según el repertorio. El discurso musical alcanzó una intensidad vocal poco habitual en la interpretación de este repertorio, con una carga dramática muy adecuada al carácter de las obras, casi teatral, y desplegada sin reservas por cada uno de los intérpretes. Cabe destacar que todos los cantantes asumieron también tareas instrumentales sin abandonar en ningún momento su papel vocal: junto al uso generalizado de la percusión por cada uno de los cantantes, Víctor Cruz afrontó una intensa triple labor como cantante, director e intérprete de cuerda pulsada de la que salió ampliamente airoso, firmando además uno de los momentos más memorables de la velada al fundir canto y acompañamiento a la guitarra barroca en su tono a solo Antorcha brillante.
Sus compañeros no quedaron a la zaga: el violagambista de fraseo elegante y natural Jorge Enrique García sorprendió al integrarse en ocasiones en el cuarteto como contratenor, llegando incluso a integrar canto y acompañamiento en “Quedito Airecillo”.
Ariel Hernández sobresalió por la calidad de su timbre y su proyección cristalina, dejando una impresión notable en la jácara a solo Vaya, pues, rompiendo el aire. Carmina Sánchez y Bruno Campelo mostraron un diálogo vocal especialmente bien articulado en su dúo Yo canto, yo lloro; y Aníbal Soriano estuvo siempre seguro, con una pulsación viva y dúctil y un rasgueo muy incisivo.
Una velada destinada a permanecer en la memoria de un público que respondió con repetidos aplausos puestos en pie, y que confirma el excelente punto de partida de un ensemble de fuerte personalidad, firmemente moldeada por su director, y que está llamado a recorrer un largo camino lleno de éxitos como el de anoche.
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