Actual

"En el jazz hay que llegar a saber qué hay al otro lado"

  • El legendario saxofonista abre esta noche el 31 Festival de Jazz de Granada con un concierto en el Teatro Isabel la Católica que busca que "la música suene a música"

Es, posiblemente, la mayor leyenda viva del saxofón, aunque mantiene la prudencia en su forma de hablar acerca de un mundo, el jazz, que él ha hecho un poco más grande. Recién llegado a Granada, Wayne Shorter abrirá esta noche por todo lo alto la 31 edición del Festival de Jazz con un concierto en el que estará acompañado por Brian Blade, John Patitucci y Danilo Pérez.

Cuenta Shorter que creó a esta formación básicamente por referencias. "Yo había oído hablar de John (Patittuci), también de Brian (Blade) y vi a Danilo en la televisión por primera vez con Dizzy Gillespie hace un tiempo, y luego le seguí intermitentemente. Llegué a reunirme con él en alguna ocasión; no sé, tenía en la cabeza a estos músicos y sus formas de tocar, sus colores e intentaba imaginar cómo podrían sonar juntos. La conclusión fue: Creo que puede estar bien, que funcionará. Y así ha sido", explica el veterano músico de Newark.

Pese a todo, la experiencia es un grado y, tal y como comenta a veces Danilo Pérez, la banda nunca ensaya: "Es que cada concierto es un ensayo extendido de dos horas. La música nace y muere cada noche; la condición humana no se puede entrenar, y nosotros somos cuatro personas con una gran confianza en nosotros mismos, eso no se ensaya, sale, y no hay vuelta atrás".

"Nunca lo analizo más allá del propio sentimiento. Tengo una grabación de Charlie Parker enseñando a un joven estudiante que le pregunta si tiene que memorizar todas las escalas, y él le respondió que sí, pero para que suenen dentro de cabeza, para después poder tocar paisajes, montes, nubes ríos… como él decía. Cuando tocas tienes mucha libertad de acción, y lo importante es saber la diferencia entre lo que ya está dicho y lo que encuentra uno por si mismo. Una vez le preguntaron a Miles Davis cómo pensaba sus actuaciones y el con su peculiar sentido del humor le dijo al periodista: mire usted, cojo la trompeta subo al escenario…. y toco", añade.

La extensa trayectoria en el jazz de Wayne Shorter es abrumadora. Aún recuerda que, de muy joven, "todo se escuchaba a través de la radio", y entre el aluvión de sonidos siempre le llamó especialmente la atención lo que hacían Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Thelonious Monk, Bud Powell, Max Roach y todos esa generación. "Recuerdo como si fuera ayer una tarde, cuando tenía apenas dieciséis años, que algunos de los chicos más modernos de la clase nos preguntaron si alguna vez habíamos oído hablar de Charles Parker. ¡Éramos los únicos en la escuela que estaban prestando atención a Charlie Parker! Muy cerca de la escuela, justo en la calle de atrás estaba el Teatro Adams, donde había cine y espectáculos y por allí pasaron todos: Stan Kenton, Woody Herman... Vi también a Dizzy Gillespie, Illinois Jacquet… ¡y todo ellos tocaban para mí! No creo que se pueda tener mejor iniciación que esa", recuerda con emoción Shorter, convertido ahora en una de esas leyendas que enseña a amar el jazz.

Y es que Wayne Shorter es de esa clase de músicos que habla con el corazón en un puño al recordar a sus maestros y a todos quienes le descubrieron los vericuetos de un género único. Así, recuerda a Lester Young, Sonny Rollins, Dexter Gordon... "Hace cuarenta y cinco años conocí personalmente a Lester en Canadá, en un bar tocando, poco antes de morir, y nos emborrachamos juntos; toda una experiencia. Con Sonny Rollins hablo por teléfono una o dos veces al año. A Dexter le conocí en el rodaje de Round Midnight y me di cuenta de que era distinto a todos los saxofonistas de su tiempo, era como en la película, un tipo único. Cuando le conocí estaba ya enfermo... Ahora que lo pienso, me ha pasado con muchos, porque Gil Evans también falleció al poco tiempo de pasar por casa", explica un poco contrariado.

Pero, como no podía ser de otra manera, destaca por encima de todo los años que pasó con Miles Davis. "Fue un momento revolucionario tanto para la cultura, como para los músicos, la sociedad o la industria, que empezó a tener en cuneta al ser humano. Todo aquello pasó en aquel momento, la filosofía de vida, las costumbres... Miles lo resumió con un claro "yo no soy lo que toco, toco lo que soy", y fue el momento de empezar a buscar. Con Miles me divertí muchísimo tocando, como nunca hasta entonces, y sólo he rozado esos momentos tan plenos de disfrute con Zawinul, o ahora con la nueva banda (Patittuci, Danilo Pérez, Brian Blade)", confiesa el músico, para quien el sonido limpio siempre ha sido la consigna de su búsqueda en la música.

"El asunto es tocar cómo se supone debe ser y sonar como está previsto, o no. Miles nos preguntaba que si no nos cansábamos de tocar siempre música que sonase a música, de eso se trata, de ir más allá. En los años cincuenta lo importante era ser el más rápido, se intentaba repetir el mayor número de escalas para impresionar al público; ahora es otra cosa, improvisar te permite acceder a otro tipo de expresión, de conocimiento interior, asumir el vértigo de lo desconocido, conocer la diferencia entre lo que te dicen y lo que descubres por ti mismo. John (Patuttuci) dice que en la banda el único límite es el cielo, yo creo que ni eso, que hay llegar a saber qué hay al otro lado", destaca.

Y así, sin límites ni frenos a lo que puede salir de un cuarteto mágico, Shorter espera regalar esta noche a Granada una actuación para el recuerdo: "Mis maestros me enseñaron que jazz es sinónimo de creatividad, de siempre dar una vuelta de tuerca más cada vez, partiendo de lo convencional o de lo que ya ni siquiera lo es, sin estar atado, siempre con las manos libres y la cabeza mucho más. Siempre he pensado que el jazz no es ninguna música, ni un estilo concreto, que es una actitud ante la vida".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios