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Un león en los cipreses

Bobby McFerrin. Cantante: Bobby McFerrin Teclados y dirección musical: Gil Goldstein Violín y cuerdas: David Manfield Guitarra: Armand Hirsch Bajo: Jeff Carney Batería: Louis Cato Coros: Madison McFerrin Espectáculo: Spirityouall Lugar: Teatro del Generalife Fecha: domingo, 6 de julio de 2014. Aforo: Lleno.

El Teatro del Generalife cobró vida la pasada noche con la actuación de Bobby McFerrin y su banda, en un concierto singular dentro de la programación del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. El cantante neoyorquino presentó su último trabajo, Spirityouall, un álbum en el que el realiza una mirada hacia sus raíces en el jazz y el gospel, y que cautivó plenamente al público asistente.

Bobby McFerrin es un artista con nombre propio que con su sola presencia llena cualquier escenario. Su destacada cualidad vocal, con cuatro octavas de extensión, y su capacidad mimética que le permite reproducir fielmente el timbre de casi cualquier instrumento, rítmico o melódico, lo convierten en una leyenda viva del blues y del jazz, si bien su polifacética personalidad artística le ha llevado a menudo hacia la experimentación y la fusión con otros estilos. Todo ello, y un poco más, pudo verse en su actuación dentro del Festival, que si ha sido esperada como algo destacado, seguro que no habrá defraudado a los amantes de su música y a los curiosos que llenaron el Generalife.

En un escenario en semipenumbra la peculiar figura de Bobby McFerrin hacía su aparición entre los cipreses, todavía sin músicos, y mientras caminaba comenzaba a improvisar ritmos y armonías con su voz. Así podría haber permanecido durante horas, hipnotizando a los asistentes con una soltura y una maestría desbordantes. Pero la magia no había hecho más que comenzar, pues al poco tiempo se le unieron los componentes de su banda, verdaderos virtuosos de sobrada versatilidad que se pusieron incondicionalmente al servicio de la VOZ. Fue entonces cuando el público pudo hacerse una idea de la dimensión del espectáculo, al oír la interactuación de tantos talentos en torno a una leyenda, que desde su silla o en pie frente a sus compañeros orquestaba este singular conjunto musical.

Así comenzaba el concierto: unos acordes de guitarra, un bajo que se incorpora secundando los suaves ritmos de la batería, una armonía discreta en el teclado, y finalmente la voz de Bobby McFerrin cantando Everytime junto a su hija Madison, una vocalista de excepción con la belleza de su voz y su profunda musicalidad. Los ritmos acompasados de este dulce inicio fueron mutando casi sin hacerse evidente hacia Joshua, una canción que recoge la tradición de los cantos cristianos norteamericanos en la particular visión del artista. Y así, uno tras otro, los distintos temas musicales se hicieron arte, y el ritmo inundó la singular naturaleza del Generalife.

Fueron muchos los momentos mágicos de la noche, ya que cada nueva intervención de Bobby McFerrin era recibida por el público como la promesa de un gran momento. Woe, una personal recreación del Rhytm and Blues, o Wade o Walk fueron algunos de estos grandes momentos, en los que la capacidad para crear sonidos sólo con su voz se mostró en todo su esplendor; los suaves golpes de sus dedos en su caja torácica convertían sus cuerdas vocales en un bajo capaz de competir con Jeff Carney, y su uso del falsete y de la cavidad bucal le aproximaban fielmente a cualquier guitarra, teclado o acordeón sobre el escenario.

Sentado al piano, emocionó y cautivó a todos con Jesus Makes it Good, y junto a Madison protagonizó un bello dúo vocal en la inmortal Can't find my way Home. Precisamente, Madison McFerrin regaló un momento mágico al cantar en solitario Fever, el famoso éxito de Little Willie John que hiciera famoso Peggy Lee, y que cobró una nueva dimensión en la espectacular voz de Madison.

Si hubiera que definir el concierto con un solo adjetivo, éste sería vibrante. Verdaderamente, el público vibró con la música de Bobby McFerrin hasta el punto de olvidar la etiqueta y lanzarse a cantar a petición del artista. Buenas vibraciones, como el propio McFerrin cantó en su 25:15, y una profunda espiritualidad se hicieron presentes durante las casi dos horas ininterrumpidas de buena música. Al final, el público, sediento de más, tuvo que conformarse con el sentimiento de optimismo transmitido por Bobby y su banda, una leyenda de la música que sentenció, dirigiéndose al auditorio: "You have the mood".

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