Mario Obrero: "Si hay algo de actualidad alrededor de Lorca, no es solo su obra, sino también su condición de desaparecido"

El madrileño publica ‘Mi alma no cabe en mí’, una selección de textos de juventud de Federico García Lorca, un poeta que ve como “inevitable” acudir a su encuentro

Mario Obrero en una imagen promocional.
Mario Obrero en una imagen promocional. / JUAN MANUEL SERRANO ARCE

Mario Obrero (Madrid, 2003) apenas se ha adentrado en la veintena, pero maneja un sinfín de nombres e ideas de autores leídos y que ahora él toma como base para construir “afinidades selectivas más allá de la postura de la edad”, estableciendo puentes con otros autores, entre los que sobresale, con permiso de Antonio Gamoneda, Federico García Lorca. El madrileño ha publicado Mi alma no cabe en mí (Altamarea), una selección de textos de juventud del poeta granadino, sobre cuya figura considera que es “inevitable” acercarse.

Pregunta.¿Cómo llega un chico de veintipocos años de Madrid a conocer la obra de Lorca?

Respuesta.Tiene mucho que ver con los inicios de la escritura. No solo por lo específico, sino porque creo que Lorca es un ejemplo literario, pero también civil, para cualquiera que quiera mirar el mundo con atención, con belleza, y siendo consciente de las faltas y carencias, de las injusticias con que también se componen las cosas. Creo que no hay razón por la que no se estuviera cercano a Lorca, más desde la lengua castellana y desde un país como España. Me parece que son encuentros inevitables con nuestra historia literaria reciente.

P.¿Y qué es lo que le atrae del Lorca joven?

R.Pues quizás sea esa inocencia, esa ternura con la que uno se encamina a ver el mundo y con la que uno empieza a asumir la alteridad, la alteridad de los chopos, de Fuente Vaqueros, como la de todas las personas que se inscriben en su paisaje natal, tanto los niños que van a la escuela, como aquellos cuyas condiciones materiales son mucho más humildes que las de la familia García Lorca. Y creo que es esa manera de acercarse a la alteridad generosa, pero también a tientas en lo que son los inicios literarios, lo que prevalece mucho en estos textos y por eso ese sentido y esa apreciación de ellos, porque hay un poeta y hay una mirada consagrada en otras obras, que aquí, sin embargo, vemos que de la forma más hermosa posible tambalea y en ese tambalear quiere mirar las cosas como iguales.

P.Y el lector, ¿qué puede aprender de un Lorca adolescente?

R.Encontrar a un poeta en ciernes es un gesto hermoso, porque te encuentras a algo o a alguien que está temblando y ver esa posibilidad permite, creo, de alguna manera desconsagrar a los apellidos, a las autorías que han pasado al gran canon de la literatura, bajarlos a tierra de cualquiera de sus púlpitos para encontrarse muy cercana y muy amistosamente con alguien que está no solo haciendo una escritura de juventud, sino una escritura que, muy simbólicamente, a donde se va es a la memoria del joven, de la infancia y que se acaba por plantear casi en ese gesto de ser estar iniciándose, pero a la vez acudir al recuerdo. Lo que años más tarde diría al inaugurar en la Segunda República la biblioteca de Fuentes Vaqueros, aquello de "un abrazo para todos, para los vivos y los muertos", y parece que él en su propia obra está abrazando de esa manera el pasado desde su porvenir o su futurible como escritor y como poeta.

P.Hablaba antes de esas condiciones materiales que convierten a Lorca en un “escritor político” como lo define en el epílogo del libro, pero ¿qué es ser un escritor político?

R.En primer lugar es ser una de las más de 100.000 víctimas del fascismo en España y que te fusilen a pocos días de comenzar el golpe de estado, como antesala a 40 años de dictadura. No hay cosa más política precisamente que ser condenado y asesinado en el barranco de Viznar como lo son cientos de miles de granadinos que a día de hoy siguen, igual que García Lorca, desaparecidos. Creo que este es el mayor signo de filiación política, la que por el poder reaccionario y fascista es leída como peligrosa. No hay nada que te convierta en mayor sujeto político que esa lectura en tanto que peligroso o desafecto a una idea totalitarista. Y luego creo que en la escritura de García Lorca hay, por supuesto, una política, pero de más alto voltaje, la que tiene que ver con las ideas, con la ideología, la de la mujer forzada al matrimonio o a los usos y tradiciones patriarcales de la España rural; la de los sujetos no heteronormativos que se ve en El público; las ideas de quien borda en la libertad el mayor amor de su vida, como hace Mariana Pineda. Y creo que esta política aun no adscribiéndose a las pequeñas nomenclaturas con que se rige el quehacer político en las esferas representativas o administrativas, no deja de ser un gesto político de primer orden, el que precisamente se dirige hacia las ideas y hacia las injusticias que Lorca recoge, oficina y denuncia como la otra mitad. Todo aquello que implica la otra mitad, lo que no se ve, de la que no se habla, que no se escucha, ya te posiciona en un lugar eminentemente político.

P.Poco a poco se van identificando víctimas de Víznar, pero el cuerpo de Lorca sigue sin aparecer. ¿Cómo ve esa ausencia que dura casi un siglo?

R.Profundamente vergonzosa. Creo que es algo que nos toca a todas y todos, más allá de nuestra posición o nuestras posturas con respecto a memoria histórica, y es la dignificación o la mínima justicia que se pueda hacer a día de hoy a quien fue víctima de un golpe de Estado, de un asesinato o de una dictadura. Decía Alberto Moravia que los países que matan a sus poetas son países que están enfermos y de esa enfermedad no nos vamos a recuperar hasta que el cuerpo de García Lorca, como el cuerpo de tantas y tantos acabe por aparecer y, en definitiva, que se cumpla mínimamente, ya que no se pudo durante tantas décadas, la Carta de Derechos Humanos, que se respete la dignidad de las víctimas, su enterramiento justo y acorde a su credo en condiciones básicas. Creo que también desde ahí es que Lorca nos da mucho que pensar, como esa gran ausencia o ese rasgón que tenemos en nuestra historia literaria, al no podernos dirigir a ninguna tumba, a ningún cementerio civil, a ningún tipo de espacio para encontrarnos con este poeta. Si hay algo de actualidad y de pertinencia absoluta en 2025 alrededor de García Lorca, no es solo su obra, sino también esa condición de desaparecido como tantas y tantos otros que padecieron y sufrieron la misma desgracia.

P.No hay cuerpo físico, pero su legado sigue vivo. Su libro es uno de los miles que nacen a la luz de su figura. Eso dice también mucho culturalmente del peso que tiene.

R.Efectivamente, Lorca está muy presente en el acervo popular, pero cuando empecemos a leer a Lorca, creo que España o cualquier contexto literario se pondría patas arriba, se sorprendería. A pesar de los 38 años de vida absolutamente pírricos que vivió hay una obra que es ingente y sobre todo es una obra que sigue aportando vericuetos a la conversación. Está el Lorca como voz queer en El Público o Sonetos de amor oscuro, el Lorca plurilingüe que escribe por deseo y voluntad en lengua gallega los Seis poemas galegos. Hay facetas que además desmontan esa imagen única y tradicionalista de un Lorca pegado a una guitarra que nos demuestran que es posible pensar en un autor desde otros muchos más ejes y desde puntos además que se corresponden absolutamente a la más radical de las modernidades, a la mayor radicalidad del pensamiento político y también a algo que nos toca por supuesto a día de hoy profundamente en conversaciones que van desde las disidencias de género y el colectivo LGTB a los términos anticapitalistas que también se muestran en Puerta en Nueva York, al hecho plurilingüe en el Estado español y a muchas otras cuestiones.

P.Y más allá de lo que se escribe sobre Lorca, siguen apareciendo documentos de Lorca, como las nuevas imágenes rescatadas por Manuel Menchón. Aunque su voz sigue faltando.

R.Efectivamente, dice un amigo arqueólogo que en geografía las ausencias son más significativas que las presencias y es una muy buena noticia y es de alegrarse ver esas imágenes del Lorca, pero esa presencia reciente nos hace volver a pensar en todas las ausencias significativas alrededor de la obra de alguien que fue usurpado de nuestras manos, por así decirlo, y de nuestra literatura con tan solo 38 años. Hablas de la voz y del registro radiofónico de García Lorca, a mí me parece que en correlación, igual que no hay registro suyo tenemos horas de grabación de Queipo de Llano alentando a las violaciones o la quema de edificios y mobiliario público en Sevilla. Es decir, sí que hay unos archivos muy claros para los ganadores, pero hay todavía presencias que ladran y que gritan cada vez que avanzamos algo sobre Lorca. Siempre tenemos que pensar en todo aquello que no fue posible o que está de alguna manera en vilo por ese hurto, por ese saqueo que fue de su vida en el verano del 36.

P.Hablaba antes de la "voz queer" de Lorca y en este libro habla de la "lucidez marica" que se aprecia en sus textos de juventud.

R.Solo hay que mirar la recepción que ha tenido Lorca después de 40 años de dictadura. Ahora se puede empezar otro tipo de propuestas de investigación, de líneas académicas o teóricas frente a lo visto hasta ahora, por ejemplo recuerdo que en el 84 los Sonetos de amor oscuro fueron publicados en prensa como Sonetos de amor, lo que muestra una voluntad desde la academia, o desde ciertos sectores, por hacer invisible o anecdótica la condición sexual sino la no normativa de García Lorca. Lo que me interesa no es su homosexualidad, sino esa no normalización frente al canon, esa marginalidad frente a la propia vida de sus coetáneos, en el marco de una España católica que penalizaba la homosexualidad. Creo que, precisamente, abrazar esa lucidez marica nos hace imaginarnos a un Lorca ubicado en la otra mitad, un escritor que cómo no va a prestar atención y cómo no va a entender la complejidad de aquello que no está presente o que no es habitual en la conversación de mesa, cómo no va a entrar García Lorca en las casas de las mujeres rurales de los años 30 si precisamente su vida se instaura en ese alejamiento frente a lo que se puede explicar. Me parece que ese exilio de lo normativo es lo que también permite la gran escucha que hace Lorca con respecto al mundo y esa sensibilidad inédita está muy condicionada y va muy de la mano de ese lugar que ocupaba social y poéticamente.

P.Acabemos donde empezamos. Más allá de Lorca, cuál es la relación de alguien de veintipocos años con los poetas que le precedieron

R.Pues creo que es importantísimo tener relación con otras generaciones. Muchas veces cuando el debate social parece querer enfrentarnos a los jóvenes con personas de otras edades, creo que hay una vocación bastante perversa, que es la de confinarnos a cada uno en nuestro sector de edad para que tengamos certezas muy claras en algunos casos o para, directamente, criticar o generalizar o reducir al cliché algo como "la juventud", "la juventud que no trabaja" o "la juventud que es de extrema derecha", que además siempre se habla en singular, cuando hay tantas personas jóvenes de tantas procedencias distintas, con tantas condiciones materiales y económicas divergentes que me parece muy extraño que quepamos todos en ese "la juventud", cuando no se habla de "la adultez", sino de personas adultas o solo adultos, en plural. Una generación es aquello que se genera y para mí, a nivel poético, es importantísimo generar estas brechas, generar estas generaciones donde un hombre como Antonio Gamoneda, que lo siento como maestro, como muy cercano y que a sus 94 años estaría ahí en esa nómina como lo estaría García Lorca, como lo estarían tantas otras y otros.

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