Juan José Millás. Escritor

"Estamos en un mundo donde sólo existe lo que se puede cuantificar"

  • Asegura que somos producto de la peor cultura televisiva y que el abandono de las Humanidades genera empobrecimiento. Del delirio del Quijote se siente muy partícipe.

El periodista y escritor Juan José Millás participó ayer en el ciclo El intelectual y su memoria con una charla en la Facultad de Filosofía y Letras, donde desgranó aspectos de su vida y de su manera de escribir.

Con su genialidad habitual y su especial sentido de la ironía y del humor, el conocido autor, que ha sido traducido a más de 23 idiomas, afirmó públicamente que la manera de celebrar el cuarto centenario de la muerte de Cervantes le ha parecido pobre. "Es un desastre, realmente no se ha hecho nada. Esa especie de teatro que hicieron en el Congreso me pareció una patochada, tenemos un Ministerio de Cultura pero no me ha dado la impresión de que unas cabezas se pusieran a diseñar un programa interesante. Es una manifestación más del desprecio a la cultura que tienen nuestras autoridades", afirmó.

La forma de afrontar el centenario tiene que ver con la importancia que se le da a la cultura en este país, según Millás. "Somos producto de la peor cultura televisiva, debería haber un contrapeso a esa cultura que lo invade todo y ese contrapeso no existe. Cada vez somos más incultos, también porque las humanidades están cada vez más castigadas y eso va generando un empobrecimiento. No he visto ningún tipo de diseño del centenario".

Según Millás, históricamente los lectores siempre han sido pocos pero han formado una masa crítica. "La masa crítica, si no estoy equivocado, es la cantidad de gente que hace falta para que pase algo. Muy poca gente ha leído a Cervantes pero los que lo han leído constituían la masa crítica para transmitir a la sociedad lo que había leído. El problema es que la masa se reduzca hasta tal punto que sean incapaces de transmitir esos valores y eso es lo que está ocurriendo. Nos hemos instalado en un mundo donde sólo existe lo que se puede cuantificar. Si uno no ha leído Madame Bovary y lo lee hoy, cuando se va a la cama es más sabio, pero la sabiduría que te ha dado esa lectura es incuantificable. Entonces, es cuando los poderes públicos se preguntan ¿y ésto para que sirve?".

Según Juan José Millás, es un círculo vicioso que se extiende a la Educación. "Cuando llega el momento de escoger entre Ciencias o Letras te dicen que no cojas Humanidades, que no sirven de nada, y eso va desanimando a la gente. El prejuicio contra las Humanidades hace daño a la sociedad porque nos hace más torpes, más opacos".

También se refirió al articuento, género literario inventado por él explicando cómo se debate entre realidad y ficción a la hora de escribir. "Una mañana estaba escribiendo y, de repente, me dieron unas ganas tremendas de tomar una cerveza. Cosa rara porque nunca bebo hasta la hora de la comida. Que a mí me apetezca una cerveza a media mañana es algo inaudito. Trataba de escribir sin hacer caso pero nada, ahí estaba esa necesidad de tomarme la cerveza. Decido ir a la nevera a por una, abro la nevera y cuál es mi sorpresa cuando sale una mosca de ella. Entonces pensé que cómo era posible que esa mosca hubiera conectado telepáticamente con mi cerebro y con tal intensidad, que provocó que me dieran ganas de una cerveza. Pensé que el fin de toda esa situación era salvar la vida de la mosca porque una vez que hubo salido de la nevera las ganas de cerveza se esfumaron. Eso es podría ser el articuento, un híbrido entre el artículo y el cuento que se refiere a historias de la vida cotidiana".

La rectora de la Universidad, Pilar Aranda y el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, José Antonio Pérez Tapias, lo escucharon atentamente y rieron con todas las ocurrencias de Millás que contó de manera magistral algunas anécdotas de su infancia. "A medida que te haces mayor funciona mejor la memoria larga que la corta", dijo.

Juan José Millás, tras vivir en Valencia los primeros años de su vida se trasladó con su numerosa familia a Madrid, en el año 1952. "Ahora es una zona cara pero en aquella época nuestro barrio era un suburbio. Aquellos años fueron muy ricos porque fueron muy pobres", comentó.

Habló de lo que se suele llamar horas muertas, horas de aburrimiento. "Ahora no hay, son una cosa de la antigüedad, ahora siempre hay un objeto que te atrapa para que no te aburras pero aquellas horas muertas fueron las más vivas. Empezaban con la siesta de los padres, un tiempo durante el que pasaban cosas misteriosas".

Recordó que iba a la Biblioteca de su barrio a refugiarse del frío hasta que un día cogió Cinco semanas en globo de Julio Verne. "Empecé a leerla y me caí dentro de ella, fue como cambiar de dimensión. Recuerdo el desgarro con el que me fui de la biblioteca esperando volver al día siguiente para seguir leyendo, porque no era socio. Con Viaje al centro de la tierra ya me convertí en lector empedernido".

Comentó que en su casa no había libros, por lo que también se habituó a leer con la enciclopedia Espasa. "Tenía más de cien tomos y nada que envidiar a la británica, era fantástica, muy bien escrita. La cogía al azar para ver ilustraciones y las ilustraciones me llevaban al texto".

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