Crítica

La perfecta unión

  • Javier Perianes dirige la OCG como solista al piano

Perianes toca el piano durante el concierto de la OCG

Perianes toca el piano durante el concierto de la OCG / Jesús Jiménez / Photographerssports

La Orquesta Ciudad de Granada (OCG) está acogiendo, dentro del ciclo sinfónico de la presente temporada, a grandes figuras del panorama nacional con las que tiene una especial afinidad. Si la semana pasada era Josep Pons el responsable de dirigir a nuestra orquesta, esta semana ha sido el director y pianista Javier Perianes, que acometió el doble papel interpretando dos conciertos clásicos para piano y orquesta. Perianes, bien conocido de la OCG, demostró una sintonía y control de la formación muy oportunas para el repertorio escogido, lo que dio como resultado un programa lleno de lirismo al más alto nivel interpretativo.

Javier Perianes se ha confirmado como uno de los pianistas con mayor talento e intuición del panorama español, y su fama trasciende nuestras fronteras. Su capacidad para conectar con el público y su maestría interpretativa al teclado son cautivadoras, y ahora acomete una labor todavía más compleja: coordinar y dirigir a la orquesta desde el puesto de solista. Esta práctica era frecuente durante el clasicismo musical de la segunda mitad del siglo XVIII; de hecho, las dos obras programadas probablemente fueron estrenadas por sus autores actuando como directores a la vez que interpretaban la parte solista. Así pues, la espléndida labor que Perianes realizó la pasada noche ante la OCG nos pone en conexión directa con el momento creativo de las obras del programa y con la práctica interpretativa desarrollada entonces.

La primera obra del programa fue el Concierto para piano y orquesta núm. 20 de Wolfgang Amadeus Mozart, una de las más maduras de su catálogo y un claro ejemplo de la evolución de su lenguaje; Mozart asentó las bases del concierto clásico que más adelante sería tomado como modelo por otros autores románticos. La pieza, escrita en Re menor y articulada en tres movimientos, es sumamente expresiva; en ella el papel del solista se desvincula de la orquesta, con lo que el autor le dota si cabe de mayor protagonismo, e introduce un juego de contrastes muy interesante.

Desde el teclado, al centro de la OCG, Javier Perianes dominó en todo momento la dialéctica tutti-solo, en un ejercicio casi perfecto de control. Su dirección es económica pero efectiva, y las limitaciones físicas que el propio piano suponía a la hora de moverse no fue óbice para que desplegase una estupenda conexión con las distintas secciones. En lo concertístico, su despliegue técnico al piano, el alarde virtuosístico en pasajes ornamentales y cadencias o su capacidad expresiva están fuera de toda duda, como demostró sobradamente.

Igualmente brillante estuvo la segunda obra del programa, el Concierto para piano y orquesta núm. 1 de Ludwig van Beethoven. Más diáfana y optimista, pero igualmente intrincada en el trabajo motívico, esta página del catálogo beethoveniano representa cómo el autor tomó de modelos, entre otros, los conciertos de Mozart a la hora de concebirlos. De hecho, el propio Beethoven dejó escritas cadencias para varios movimientos de los conciertos mozartianos, entre las que se encuentran dos para el previamente escuchado esta velada. La OCG, dúcil y de sonido brillante y empastado, respondió a las indicaciones del director y desarrolló muy oportunamente el juego de timbres y sonoridades que son un sello inconfundible del autor; hay que destacar el papel de los vientos, limpios y potentes en todas sus intervenciones, ya sea como solistas de sección ya en los momentos concertantes que Beethoven reserva para las maderas y trompas.

Como solista al piano Perianes estuvo brillante; cada nota, cada arco melódico, cada pasaje armónico estuvo perfectamente calibrado con un preciso balance en la digitalización y un sexto sentido para extraer momentos sublimes a sendas partituras, de por sí embelesadoras. Fue toda una lección de interpretación y un lujo para los sentidos.

En definitiva, una OCG deslumbrante y satisfecha del trabajo realizado y un pianista-director conocedor del repertorio fueron los elementos de calidad que garantizaron una velada musical de alto nivel. El concierto se ofreció in memoriam de Diego Martínez Martínez, gran gestor musical que fue, entre otras cosas, director del Festival de Música de Úbeda y Baeza y director del Archivo Manuel de Falla; con este bello gesto se recordó su labor al servicio de la música, de su conocimiento y difusión.

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