Los otros protagonistas de la prensa: la Sala Zaida pone el valor el papel del periódico en el inicio del cómic

El espacio de Fundación Caja Rural acoge una selección de originales surgidos en los periódicos de Estados Unidos

El Salón del Cómic empieza a llenar Granada de viñetas

Una mujer observa uno de los originales expuestos en la Sala Zaida.
Una mujer observa uno de los originales expuestos en la Sala Zaida. / Francisco Neyra / Picwild

Como cualquier simbionte, el que se unió a Spider-Man u otro de la vida real, la relación del cómic y la prensa escrita de Estados Unidos fue beneficiosa para ambos. Por un lado, su publicación diaria ayudó a popularizar un género nuevo y, por otro, las historias contadas en viñetas ayudaban a fidelizar lectores. “Si es un día flojo que no ha pasado nada, quizá no comprabas el periódico, pero si estabas siguiendo una serie pues ya te motivabas, sobre todo en una época, principios del siglo XX, donde las opciones de ocio eran más limitadas y esto era un aliciente”, explicaba Jaume Vaquer, uno de los mayores coleccionistas de cómics de España que ha cedido 54 originales de su colección privada para la muestra Obras maestras a diario, que alberga, en el marco del Salón del Cómic, la Sala Zaida de Fundación CajaRural y que muestra cómo las páginas de la prensa vieron crecer a personajes icónicos del género.

A lo largo de la exposición se pueden ver personajes de sobra conocidos como Popeye, un personaje ideado originalmente como un personaje secundario surgido de la mente de E. C. Segar, pero que terminó quedándose todo el protagonismo hasta ser, en la actualidad, uno de los personajes más reconocibles de la cultura popular.

También se dejan ver originales de las primeras apariciones de Tarzán que comenzó sus aventuras siguiendo las novelas de Burroughs, pero que fue tomando entidad propia de la mano de Hal Foster, uno de los nombres “de peso en el medio”, en palabras de Vaquer. Entre sus novedades, destaca renunciar a los famosos bocadillos y escribir los diálogos en los espacios en blanco de los dibujos, una técnica que después replicarían varios autores.

Más desconocido, al menos para parte del público, es Barney Google, dibujada por Billy DeBeck, pero que terminaría a la sombra de Snuffy Smith –traducido en español comoTapón López– con un humor “menos infantil”, explica Vaquer. Para ejemplo, una viñeta: la que se expone en la Sala Zaida representa a dos personajes discutiendo qué hacer con una jirafa, para después comprobar que su misión era observar un club nudista.

La obra de DeBeck pertenece también a una nueva época para los cómics, la surgida tras la Segunda Guerra Mundial cuando, aún viviendo en las páginas de los periódicos, empiezan a sufrir cambios. “A partir de los años 40 empezaron a haber muchos cambios en las duraciones de las historias”, explica el coleccionista, que argumenta esta decisión en el deseo de que el periódico pudiese contratar una nueva serie de forma más fácil. Así, frente a series que se desarrollaban a lo largo de un año, empezaron a surgir historias que cambiaban cada tres meses, algo que se tradujo, a juicio de Vaquer, en tramas más simples, lo que “perjudicó a la larga la calidad de las historias”.

Una pareja observa varias obras de la exposición.
Una pareja observa varias obras de la exposición. / Francisco Neyra / Picwild

Pero no fue el único cambio. En la misma época se empezó a alterar los sundays –traducción al inglés de las páginas dominicales y opuestas a las tiras diarias o dailies– que empezaron a hacerse “plan tetris”, esto es, organizados y compuestos de tal forma que, en caso necesario, se podían eliminar ciertas partes si no entraban en el papel y recuperarse en semanas posteriores.

Pero al mismo tiempo, quizá debido a las limitaciones que empezaba a imponer el medio, en este periodo comenzó a apostarse por un humor más sutil y refinado, enfocándose también hacia ese público más adulto al que miraba DeBeck. Así, destaca otro autor, Murat Bernard “Chic” Young, que ideó Blondie, basadas en el estereotipo de flappers “chicas modernas, un poco más echadas para delante, que fumaban e iban de fiesta”, según las definió Vaquer.

Otro ejemplo es Dick Tracy, el intento de traer el género negro “que tanto éxito había tenido en las novelas” al mundo de las tiras de prensa. Se trata de un detective con “métodos poco expeditivos”, dentro de una serie con mucha violencia, explicó Vaquer ante uno de los originales, que además permitía ver cómo una misma historia podía publicarse en un formato u otro, según el periódico, lo que obligaba a tirar de imaginación para no perder información en los dibujos.

Son recuerdos, en blanco y negro, de una época que queda muy atrás. Los cómics, en su versión superheroica principalmente, son ya un producto cultural plenamente asentados y tienen una vida independiente a los medios de comunicación, que no obstante siguen apostando por la caricatura y las viñetas entre sus páginas.

El magnate Hearst contra los hermanos Hanz y Fritz

Los originales cedidos por Jaume Vaquer invitan a conocer lo sucedido entre Rudolph Dirks y Randolph Hearst. La relación entre el primero, dibujante alemán emigrado a Estados Unidos, y el segundo, magnate de la prensa, era buena hasta que Dirks decidió irse a la competencia y llevarse con él su serie, basada en las aventuras de los hermanos Hanz y Fritz. Fue entonces cuando arrancó un juicio que terminó de forma “salomónica”: Dirks podía seguir contando la historia, pero sin usar el nombre (que era propiedad de Hearst), por lo que tuvo que rebautizar su tira como The Captain and the Kids.

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