'Rap: el arma en la palabra', el ciclo del CAL que reflexiona sobre el género y arranca en Granada
El programa de ocho charlas entre artistas del género empieza en el Centro Lorca y continúa este lunes el Málaga con Elphomega y Eskarnia
El director del Centro Andaluz de las Letras, Justo Navarro: "Los nuevos medios para escribir han cambiado también los modos de escribir"

Granada/El rap, según el diccionario de la Real Academia, es "un estilo musical de origen afroamericano en que, con un ritmo sincopado, la letra, de carácter provocador, es más recitada que cantada". En un género en el que se recita más que se canta parece clara su vinculación con la literatura. Ahora el Centro Andaluz de las Letras (CAL) organiza en 2025 un nuevo ciclo titulado Rap: el arma es la palabra para reflexionar sobre esta relación. En Granada arranca la primera de las ocho conversaciones previstas en las provincias andaluzas para reflexionar sobre sus orígenes e investigar estas conexiones. El Centro Federico García Lorca es este jueves el primero de los escenarios de las charlas entre raperos -que se extenderán por toda comunidad entre febrero y marzo- y los protagonistas Joha, rapera y DJ dominicana afincada en Granada, y All.Carlito, músico, escritor y fotógrafo.
La poeta, ensayista y narradora granadina Olalla Castro, muy vinculada al estilo, es la comisaria del programa. "Llegué a la poesía a través del rap. He sido cantante en distintos proyectos musicales. Puede decirse que es el género en el que he nacido", comenta la organizadora del programa, impulsado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. “Conversarán sobre los procesos de escritura de sus letras, el trabajo que llevan a cabo con el lenguaje, los vínculos entre la literatura y el rap, la dimensión reivindicativa de sus rimas, los temas que abordan en sus respectivos proyectos y el estado actual del rap andaluz", explica Castro sobre las jornadas, que tras la charla de este jueves en Granada proseguirán su andadura en Málaga este lunes 17 de febrero con Elphomega y Eskarnia; Icy Amane y Peláez en Huelva el 19 de febrero; Percless y Lasyra en Córdoba el 12 de marzo; Haggs e Insert Soul en Jaén el 13 de marzo; Silverpoppy y Mindspace 404 en Almería el 25 de marzo; Carolina Treboada y Migué Chupete en Sevilla el 25 de marzo; y Carmen Xía y Andrea Santalusía en Cádiz el 27 de marzo.
Ejes
La organizadora explica que la selección de autores trata de dar respuesta a los diversos ejes sobre los que pivota el ciclo. Por un lado, dar a conocer este género de la mano de figuras consolidadas y emergentes de la música urbana. Una mezcla intergeneracional que ofrece una panorámica del rap que se está haciendo y la diversidad de propuestas que engloba, además de indagar en los procesos de escritura de sus letras.
También plantea una reflexión sobre los orígenes del rap, "una música que surgió en los barrios negros y latinos de Estados Unidos en los años 70 ligada al movimiento por los derechos civiles, pero bebe de la tradición oral afroamericana (el jive scat, los dozens, los toasts) y devuelve así la poesía a sus orígenes musicales, convirtiéndola de nuevo en un canto". De esta manera, lo que comenzó como una forma de recitado rítmico callejero se acabó convirtiendo en una música combativa y de hermanamiento, una herramienta de denuncia de las duras condiciones materiales de existencia de la juventud racializada de los guetos, asediada por la pobreza y el racismo.
De ahí en parte a la mala prensa de este estilo, aunque sin llegar a los niveles de un primo hermano musical, el reguetón, que "está más vinculado a un género de la música jamaicana que tiene más ligazón con el reggae que con el rap y además está pasado por el tamiz de las músicas latinas", comenta Castro. "Aunque históricamente el reggae y el rap sí tenían vínculos", puntualiza.
También comparten esa "mala prensa", algo común en todas las músicas urbanas. "Eso se debe principalmente a que el mercado ha promovido esto muy convenientemente". "Lo que mueve más dinero es sólo una parte del rap y reguetón, que son precisamente las partes más apegadas a estereotipos racistas de la población negra y latina", afirma. Eso se plasma por ejemplo en el éxito de gangsta rap, "el tipo más vinculado a las armas y las chicas". "Todo esto favorece al sistema porque favorece los estereotipos raciales, y en el reguetón tengo la sensación de que también pasa lo mismo: lo que llega al centro del mercado es lo que favorece los estereotipos sexuales, aunque también haya reguetón feminista, reguetón gay... En el rechazo al reguetón, como al rap, hay un prejuicio racista y clasista. Todo bajo el pretexto de que las letras son machistas, cuando las letras de casi todos los géneros musicales lo han sido a lo largo de la vida y nadie las ha cancelado. ¿Es más machista una letra de reguetón que una de Sabina? No, probablemente. ¿Y las del rock o el pop? Pero sí que es una música de clases populares y barrios pobres".
Castro sostiene que existe un rap andaluz apegado a esos orígenes del género, preocupado por plasmar la realidad de los barrios sin reducirla a estereotipos, abordando los problemas actuales de la juventud y, a la vez, reivindicando y celebrando las formas de resistencia.
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