Raphaella Smits presentó la guitarra de ocho cuerdas en el Festival de Granada
La intérprete belga ofreció un programa centrado en autores del barroco italiano y el romanticismo español
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El Museo San Juan de Dios–Casa de los Pisa acogió su último concierto durante el Festival de la Guitarra, protagonizado por la reconocida concertista belga Raphaella Smits. La artista ofreció una interpretación memorable con una guitarra histórica de ocho cuerdas, construida alrededor de 1820. Este instrumento le ha acompañado durante décadas en los escenarios más prestigiosos del mundo.
“Este programa incluyó un instrumento absolutamente excepcional, que ha conservado su timbre original durante casi dos siglos, fabricado en una región francesa que en el siglo XVIII fue, por así decirlo, la Cremona de la guitarra”, explicó el director del Festival de la Guitarra Vicente Coves.
A pesar de su pequeño tamaño, la guitarra sorprende por su riqueza tímbrica, demostrando una calidad sonora que rivaliza con la de los instrumentos modernos. “Puede sonar incluso más bonito que una guitarra contemporánea. Raphaella nos ofreció una oportunidad única: escuchar cómo se interpretaba la música en aquel entonces”, añadió Coves.
La guitarra de ocho cuerdas que utiliza Smits añade una cuerda grave y otra aguda a las seis tradicionales, ampliando considerablemente el rango sonoro. Gracias a estas posibilidades extendidas, la intérprete no solo ha adaptado... sino que también ha promovido la creación de nuevas piezas escritas específicamente para este formato.
Dada la antigüedad del instrumento, uno podría pensar que su conservación requiere condiciones especiales, teniendo en cuenta la cantidad de viajes y los cambios de clima que supone una carrera internacional. “Sí, el clima no siempre es bueno para el instrumento. Pero dentro de la guitarra llevo un sistema de humidificación, siempre”, aseguró Smits.
En cuanto a su estado de conservación, sorprende saber que casi todo en esta guitarra permanece intacto. Las cuerdas no son originales. “Lo único que se añadió fue una pequeña pieza de madera para poder poner dos cuerdas más, pero se puede quitar fácilmente. Todo lo demás está intacto, completamente original”. A pesar de su enorme valor patrimonial, la guitarrista no teme llevarla consigo. “No, siempre viaja conmigo”, afirmó.
Este tipo de instrumento no solo representa un vínculo material con el pasado, sino también una forma de transmitir cómo sonaba la música cerca de dos siglos. Esta guitarra es un testimonio vivo del arte y la sensibilidad de otra época.
En un mundo donde la guitarra clásica de seis cuerdas sigue siendo la norma, la apuesta de Smits por un modelo con dos cuerdas adicionales —una más aguda y otra más grave— amplía notablemente las posibilidades expresivas y armónicas del instrumento. Si bien el célebre Narciso Yepes ya había popularizado la guitarra de diez cuerdas, la opción de ocho, con un equilibrio entre versatilidad y profundidad sonora, ha encontrado en Smits a su más brillante embajadora.
Una travesía sonora entre Italia y España
Smits ofreció un viaje musical que comenzó en Italia, con obras largas de Mauro Giuliani y Antonio Diabelli, representantes de clasicismo y romanticismo temprano, para desembocar en la España del romanticismo guitarrístico de Fernando Sor.
“Me gustan tanto las obras cortas como las largas, pero me encanta cuando hay un poco de suspense en la música. Mi instrumento pertenece justamente a esa época”, comentó. Cada pieza fue ejecutada con una mezcla de precisión técnica y sensibilidad interpretativa que mantuvo al público absorto durante todo el recital, , que puso de relieve tanto la sensibilidad artística de Smits como el potencial de la guitarra de ocho cuerdas.
Más allá del virtuosismo, lo que se vivió fue una auténtica experiencia sonora. La guitarra de ocho cuerdas, en manos de Smits, parece borrar los límites del instrumento tradicional y abrir nuevas ventanas a la emoción. Su sonido, profundo y envolvente, encuentra ecos en la tradición pero también apunta al futuro, gracias al impulso que la artista ha dado a nuevos compositores para escribir específicamente para este formato.
Aunque Bach no formó parte del programa, Smits no dudó en señalarlo como su compositor predilecto. “Es el más completo como ser humano y como músico. Su música tiene un equilibrio perfecto entre inteligencia y emoción”, comentó Smits.
Una artista madura y una ciudad redescubierta
No es la primera vez que Raphaella Smits visita la ciudad. “Estuve en Granada hace muchos años, cuando tenía 21-22 años, para participar en el Concurso de Música Española en el Auditorio Manuel de Falla. Pero entonces solo vi el aeropuerto, el hotel y el escenario... Ahora, con más experiencia, todo se percibe distinto”. Y es que no solo ha madurado su forma de tocar, sino también su manera de observar. “Cuando eres joven, solo piensas en tocar. Pero con los años, tus ojos se abren más. Ahora disfruto más, tengo más libertad en el escenario”.
El concierto de Raphaella Smits no fue solo una muestra de excelencia musical, sino también un homenaje a la evolución de la guitarra como instrumento vivo, en constante transformación. El Festival de la Guitarra volvió a demostrar así su apuesta por propuestas únicas y artistas con una voz propia. Y Smits ofreció precisamente eso: una voz diferente, rica, compleja y profundamente humana.
Sobre la artista
Formada en los conservatorios de Amberes y Bruselas, Smits completó su educación musical en España con algunos de los grandes referentes de la guitarra clásica. En 1986 alcanzó reconocimiento internacional al ganar el XX Premio Francisco Tárrega, bajo la presidencia de un jurado encabezado por Narciso Yepes y Andrés Segovia. Desde entonces, ha desarrollado una carrera consolidada con más de 25 grabaciones discográficas y una intensa actividad concertística en Europa y América.
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