Ravel, Boulez, Berio y García Román protagonizan una velada de exploración sonora
La cita de la última mañana del Festival de Música y Danza de Granada contó con gran peso simbólico y calidad interpretativa bajo la dirección de Nacho de Paz
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Este domingo 13 de julio tuvo lugar en el Crucero del Hospital Real uno de los conciertos de clausura del 74 Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Dirigido por el Nacho de Paz, el concierto se convirtió en una experiencia profundamente simbólica y emocional, construida en torno a la memoria, la modernidad y la vanguardia.
El programa giró en torno a importantes efemérides de tres grandes figuras de la música del siglo XX: Maurice Ravel (150 años de su nacimiento), Pierre Boulez (100 años) y Luciano Berio (100 años). Junto a ellos, se rindió homenaje a la escuela granadina de composición, con especial atención a dos discípulos clave de Juan-Alfonso García: José García Román y Francisco Guerrero.
Homenajes cruzados: Ravel, Boulez, Berio y Granada
Esta edición del Festival también está dedicado del homenaje del granadino Juan-Alfonso García. "Ambos, sus alumnos, ofrecían una modernidad más autóctona, pero también muy personal. Tienen una estética inevitable y brillante, han creado una escuela a entorno", dijó el director Nacho de Paz. Por esto este concierto es "un recorrido del siglo XX de las diferentes perspectivas".
"Hay varios homenajes que se entrelazan bien conectados en este concierto. El de Maurice Ravel, en particular, resultó especialmente significativo. Representa el inicio de la modernidad a través del impresionismo, un punto de inflexión en la historia de la música. Su pensamiento positivo se define bien. Su brillantez particular produjo algo universal en su memoria. Guardó y desplegó un mundo nuevo; su profesión fue fundamental. Las figuras evocadas en este concierto marcan, cada una a su manera, el despertar de una nueva conciencia musical tras la Segunda Guerra Mundial", comentó Nacho de Paz tras la finalización del concierto.
La música de Lucciano Berio que "ofrece modernidad postguerra totalmente diferente, por esto presentamos estas dos ramas de la mitad del siglo XX". También había otro anexo vertebrador de todo siglo XX: "Es un gran camaleón, que es Stravinsky cuyos Tres canciones inspiradas en textos del Renacimiento inglés de William Shakespeare".
Se trata de una música que, por su complejidad y abstracción, parece pertenecer —por decirlo así— a la comunidad de los físicos. En ella se refleja un pensamiento positivo, estructurado, casi científico. La brillantez de estos compositores produjo algo universal en el recuerdo colectivo: guardaron y desplegaron un mundo nuevo. Su labor como creadores fue esencial para definir una época y transformar profundamente el lenguaje musical.
El concierto se había inaugurado con las Tres canciones de William Shakespeare de Igor Stravinsky, pertenecientes a su etapa serial. Con un trío instrumental (flauta, clarinete y viola) y una escritura cargada de referencias tímbricas, la obra explora imágenes sonoras que plasman de forma inmediata el tañido de campanas (Full Fadom Five) y el canto del cuco (When Dasies Pied), envolviendo la poesía shakespeariana en una atmósfera atemporal.
La célebre mezzosoprano alemana Annette Schönmüller abrió la velada con gran presencia escénica y refinamiento vocal. Su interpretación inicial marcó la atmósfera expresiva de un concierto que combinaba intelecto y emoción. La parte vocal tenía un papel central, acompañada con la flauta (Manuel Alejandro Recena), el clarinete (Israel Matesanz), la viola (Hanna Nisonen) bajo la dirección de Nacho de Paz.
Luisa Espigolé y el piano del siglo XX
La pianista barcelonesa Lluïsa Espigolé, especialista en repertorio contemporáneo, ofreció su parte del concierto técnicamente impecable y de gran sensibilidad artística. Interpretó con fuerza las Six Encores de Luciano Berio, un ciclo de miniaturas para piano donde conviven la ironía, el lirismo popular y la complejidad rítmica. Posteriormente, abordó el exigente ciclo Douze Notations de Pierre Boulez, donde las estructuras numéricas, las permutaciones y el juego tímbrico emergen con intensidad juvenil y precisión casi matemática.
Un momento íntimo con José García Román
Uno de los momentos más esperados del concierto fue la interpretación de Camino blanco y sin término, obra del compositor granadino José García Román, quien este año celebra su 80 aniversario y estuvo presente en la sala. Escrita originalmente como homenaje a su maestro Juan Alfonso García, la pieza parte de material temático de In Memoriam para órgano y se despliega como un tríptico que evoca el silencio, la blancura y el fluir de la brisa. Fue interpretada por un conjunto instrumental formado por flauta, clarinete, dos percusionistas y cuarteto de cuerda, bajo la dirección de Nacho de Paz.
La presencia del propio José García Román dio a este momento un carácter profundamente simbólico. Tras la interpretación, el maestro Nacho de Paz se dirigió al compositor desde el escenario para ofrecerle unas palabras de felicitación y respeto, gesto que fue respondido con visible emoción por García Román, quien agradeció calurosamente a los músicos y al público. Fue, sin duda, uno de los momentos más entrañables del concierto.
La segunda parte del programa incluyó también una obra de cámara de Francisco Guerrero, Concierto de cámara, donde se mostró la vertiente más sofisticada y estructural del lenguaje guerreriano. Con un papel protagonista para la flauta —que asumió una extensa y virtuosa cadencia—, la obra destacó por su densidad polifónica y timbre cristalino.
Un cierre interrumpido por la naturaleza
Lamentablemente, el esperado cierre del concierto no pudo realizarse como estaba previsto. La mezzosoprano Annette Schönmüller debía regresar al escenario para interpretar el ciclo completo de Folk Songs de Berio como mezzosoprano, acompañada por flauta, clarinete, viola, violonchelo, percusión y arpa. Sin embargo, debido a una fuerte reacción alérgica al polen —causada por la floración intensa de ciertos árboles en la ciudad—, su voz se vio afectada durante el transcurso del recital. Aunque inició la velada con plenitud vocal, aproximadamente después comenzó a presentar síntomas que le impidieron continuar cantando.
La organización informó que, ante la imposibilidad de mantener el nivel vocal requerido, la propia artista se disculpó con el público y decidió no subir de nuevo al escenario. El director Nacho de Paz, visiblemente apenado, explicó que la obra no podía ser interpretada sin la voz, ya que su carácter vocal es esencial y no meramente acompañante. “La estructura del concierto fue concebida como un ciclo donde ella debía cerrar. Si hubiera cantado al principio, probablemente habría podido finalizar. Pero tras una hora y media, su voz ya no respondió”, explicó. Por tanto, y con gran pesar, se decidió concluir el concierto antes de lo previsto, entre los aplausos solidarios del público granadino.
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