Música

El recuerdo imborrable de Carlos Cano 'luce' en el barrio del Realejo

  • El cantautor cuenta ya con una placa en su casa de Granada en el 75 aniversario de su nacimiento

La placa descubierta de Carlos Cano

La placa descubierta de Carlos Cano / Antonio L. Juárez / PhotographersSports

El cantautor Carlos Cano cuenta desde ayer con una placa homenaje en su casa del emblemático barrio del Realejo de Granada, la ciudad que lo vio nacer, a la que evocó en sus letras como “la frontera de dos mundos, entre moros y cristianos” y a cuya memoria, confesó, debe sus canciones.

El sencillo homenaje, al que asistió su hija Amaranta Cano, tuvo en el número 17 de la Cuesta Rodrigo del Campo del Realejo, la antigua judería de la ciudad, y se enmarca en los actos conmemorativos del 75 aniversario de su nacimiento impulsados por el Ayuntamiento de Granada en colaboración con la Diputación y la Universidad con el objetivo de reivindicar el enorme legado del artista.

Para Amaranta, a su padre hay que evocarlo “a través de su música y su poesía, en cada trozo de esos paisajes y a veces de los sugerentes olores y sonidos” que regala esta ciudad, donde sin embargo hay pocas señalizaciones a su memoria, más allá de una plaza con su nombre y una placa que recuerda el pregón que ofreció en 1992, junto a Enrique Morente y a iniciativa de los vecinos del Realejo, por el quinto centenario del barrio.

En agradecimiento al acto, que consideró necesario 20 años después de su fallecimiento, leyó algunos párrafos de lo que Carlos Cano escribió para aquel pregón y de los recuerdos de infancia que plasmó en su libro El color de la vida, escrito después de su “renacer en Nueva York, provincia de Graná”, como le gustaba decir después de la operación de aneurisma a la que fue sometido en 1995.

“Yo nací en la frontera de dos mundos, entre moros y cristianos (...), donde llegamos del Fargue mi abuela y mi madre con el corazón roto por la Guerra Civil”, inició. Rodeado de “geranios, la placeta, el paredón, las pelotas de trapo y los muñecos de serrín” le criaron su madre y su abuela en una casa “de mujeres” en la que se desarrolló su “dura” infancia.

“Andaba por Plaza Nueva fumando cigarrillos de matalauva y defendiendo con mi espada de madera todos los sueños que tenía de niño”, rememoraba Carlos Cano en boca de su hija, que pasó también esa “cartografía sentimental de la chalaúra de Graná” a la que, en palabras de su padre, debía su “inspiración de convento”.

Una ciudad que, según el cantautor, “necesita dos cojones para defender su corazón de paloma y buscar en sus adentros la amapola sagrada del arte”.

Para el alcalde de Granada, Luis Salvador, este acto y todos los que se celebrarán en el marco de lo que han dado en llamar el “Año Carlos Cano” son una forma de “comenzar a saldar una pequeña deuda de reconocimiento” de Granada con uno de sus hijos predilectos –también lo es de Andalucía–.

Al igual que ya hicieron con Federico García Lorca, el cantautor será uno de los embajadores de Granada en las aspiraciones de esta ciudad a convertirse en Capital Cultural Europea en 2031, ha recordado el alcalde.

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