'Soñar, vivir, sentir', los tres proyectos de la exposición de la Cámara de Comercio Granada
Ángeles Rivas Ruíz, Jorge Molero Rodríguez y Paula Fernández Ortega muestran sus TFG hasta finales de agosto en horario de mañana y de tarde
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La Cámara de Granada acoge la exposición Soñar, vivir, sentir, que reúne las obras de Kai de los Ángeles Rivas Ruíz, Jorge Molero Rodríguez y Paula Fernández Ortega. Se trata de una muestra de pintura en la que se pueden ver algunas de las obras que forman parte del Trabajo Fin de Grado de estos tres estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada y que podrá visitarse hasta el 30 de agosto en horario de lunes a viernes, de 8:00 a 20:00 horas.
Kai de los Ángeles Rivas
Por una parte, la obra de Kai de los Ángeles Rivas Ruíz adentra a los espectadores en El sueño como vía de escape, y tiene como objetivo explorar, a través de una serie pictórica, las diversas emociones y estados mentales que llevan a buscar el sueño como una forma de refugio o escape. Esta serie de cuadros se centra en personas durmiendo, pero los fondos, los colores y las expresiones faciales estarán íntimamente ligados al estado emocional que precede a su descanso. Más allá del acto fisiológico de dormir, a Kai le interesa la carga emocional que lo impulsa: tristeza, ansiedad, cansancio, evasión... es decir, el motivo emocional que ha llevado a esa persona a refugiarse en el mismo. Este planteamiento encuentra sustento en estudios de la neurociencia y la psicología del sueño. La neurociencia ha demostrado que el sueño está íntimamente ligado a la forma en que procesamos las emociones, recuperando no solo energías físicas sino también las experiencias emocionales. Como señala la propia artista: “Mi investigación parte de la premisa de que el sueño actúa como una herramienta reguladora que nos ayuda a procesar, gestionar y escapar de las emociones intensas explora el sueño como vía de escape.”
Jorge Molero
También Jorge Molero Rodríguez presenta un trabajo pictórico fruto de la práctica artística y la investigación teórica. El proyecto nace desde la necesidad de mirar el cuerpo sin filtros, de observarlo sin el velo del ideal, sin el artificio de la perfección. No desde la distancia, sino desde dentro. Explora el cuerpo como un campo de fricciones: entre lo visible y lo oculto, entre lo que se espera y lo que es, entre el deseo de encajar y el impulso de ser. La pintura se convierte aquí en una herramienta para traducir esas tensiones, para expresar aquello que permanece encapsulado en la carne. No se trata de representar un cuerpo, sino de experimentarlo a través de la imagen. Pintar no como forma de embellecer, sino como acto de exposición, de verdad, de traer al plano pictórico una corporeidad vulnerable, concreta, tensa.
En este gesto hay también una forma de resistencia: frente a lo normativo, frente a los discursos que jerarquizan los cuerpos según su forma o su función, frente a las violencias simbólicas que atraviesan lo físico. La obra se construye desde lo personal, pero se proyecta hacia lo colectivo. Porque, aunque cada cuerpo sea único, los mecanismos que lo moldean y lo juzgan son compartidos. La pintura, entonces, no busca una solución ni una respuesta, sino una mirada: honesta, frontal, incómoda si es necesario. Una invitación a pensar el cuerpo no como un objeto pasivo, sino como un espacio de sentido, de conflicto y de posibilidad.
Jorge Molero recuerda que el cuerpo siempre está presente, incluso cuando no se muestra, incluso cuando se oculta o se intenta disimular, el cuerpo habla. Habla en las posturas, en las tensiones, en los gestos automáticos, en las marcas de la piel, en los músculos que se contraen. Habla aunque no se escuche, aunque se ignore y se juzgue, o se fuerce a entrar en moldes ajenos. El cuerpo es una superficie sensible, una narrativa viviente, una construcción que a la vez se sufre y se habita.
Paula Fernández
Paula Fernández Ortega presenta sus obras como Ventanas a un mudo cotidiano y tiene como propósito central explorar, mediante el lenguaje expresivo de la pintura, los aspectos más íntimos y cotidianos de la experiencia humana, aquellos que forman parte de la rutina diaria pero que, por su aparente banalidad, suelen ser ignorados o subestimados tanto en el discurso artístico como en el imaginario colectivo. A través de una serie de obras pictóricas, se propone representar escenas comunes en las que cualquier espectador pueda verse reflejado, con el fin de provocar una identificación emocional y una reflexión estética sobre lo cotidiano. Esta aproximación se basa en la idea de que lo ordinario posee una dimensión poética y simbólica que merece ser visibilizada desde una perspectiva artística. Tal como señala John Berger: “Lo cotidiano no es sólo lo que ocurre todos los días, sino aquello que constituye nuestra manera de estar en el mundo” (Berger, 1980). La intención de este trabajo no es únicamente documentar lo cotidiano, sino otorgarle un nuevo valor estético a través del acto pictórico, resignificando aquello que pasa inadvertido. En este sentido, la pintura actúa como un medio de reconstrucción de la realidad desde la sensibilidad del artista, generando nuevas lecturas sobre lo aparentemente insignificante y abriendo un espacio para su contemplación.
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