La imaginación sin límites de Michals desborda el Guerrero

Tras su esperado estreno en Barcelona y antes de llegar a Turín, el Centro José Guerrero acoge una exposición de la Fundación Mafre dedicada al trabajo de Duane Michals (McKeesport, Pennsylvania, 1932). La muestra, que puede verse desde ayer hasta el próximo 1 de abril, es una retrospectiva de uno de los fotógrafos contemporáneos que con mayor intensidad ha renovado el lenguaje fotográfico gracias a su equilibrio entre fotografía y poesía. La exposición recorre las diferentes modalidades expresivas inventadas paulatinamente por el artista estadounidense -como la incorporación de textos manuscritos sobre sus copias positivadas- así como las diversas series realizadas sobre temas concretos a lo largo del tiempo.

Michals es uno de los autores que más han influido en la fotografía en el último tercio del pasado siglo gracias a su renuncia al paradigma documental, y su permeabilidad a la influencia de las artes plásticas, desde el surrealismo al conceptualismo, y su pulsión narrativa. Creador infatigable, a sus 86 años sigue en activo sumando piezas a una extensa obra poco convencional y llena de ironía, que persigue "capturar la esencia de lo que no se puede ver", tal y como destaca la comisaria de la muestra, Enrica Viganó.

Por este motivo sigue haciendo fotografías e inventando técnicas para responder a su necesidad de expresión -estuvo incluyendo imágenes para esta retrospectiva hasta el último minuto, incluso con el catálogo ya listo-. Y eso que su aproximación a la fotografía fue accidental: siendo aún joven, en 1958, cogió una cámara prestada en 1958 para retratar su viaje a la Unión Soviética en plena Guerra Fría, con los que realizó una valiosa serie de retratos. Precisamente son los que abren la muestra del museo de la calle Oficios en la sala de la planta baja. La comisaria destaca el valor de estas primeras obras como una declaración de intenciones de lo que serían sus trabajos posteriores. "Las primeras fotos de Rusia le cambiaron la vida, porque de repente había encontrado el medio perfecto de expresión".

La sala se completa con una colección de imágenes sobre los grandes artistas que han inspirado o influido en Michals, pintores como Balthus, René Magritte y Giorgo de Chirico -a estos dos últimos los retrató-. Unos maestros que no sorprenden teniendo en cuenta que su formación fue autodidacta en este campo, pero era licenciado en Bellas Artes.

Tras su viaje decidió abandonar su trabajo como diseñador gráfico para solicitar empleos como fotógrafo en revistas de la talla de Life o Vogue. Estas colaboraciones -la mayoría retratos de personajes ilustres, algunos expuestos en la muestra- según la comisaria han resultado fundamentales porque la independencia económica que le proporcionaron sirvió para desarrollar su carrera artística de forma completamente libre, al margen de modas o tendencias. Por eso nunca tuvo miedo a experimentar y realizar cosas tan 'sacrílegas' como ayudarse de los textos escritos para completar lo que quería expresar en sus imágenes.

Aunque bebió principalmente de artistas plásticos, en su obra también tiene mucho peso la literatura y sobre todo el cine. Se acercó a la narración cinematográfica a través del uso de secuencias fotográficas cuidadosamente construidas, rompiendo con la corriente del instante decisivo y el fotoperiodismo.

Fue así como en los años sesenta planteó una nueva aproximación a la fotografía que no pretendía documentar los hechos o la verdad sino ocuparse de los aspectos metafísicos de la vida.

En opinión de la comisaria de la muestra, Michals pretendía "capturar la esencia de nuestra existencia, porque decía que lo que no podemos ver es más importante que lo que podemos ver". Así, con una técnica y una iluminación poco complicadas y una escenografía muy cuidada, en su obra se aproxima a las grandes cuestiones del ser humano, en muchas ocasiones a través del juego y el humor. Así, se pregunta sobre cuestiones como qué es la belleza, el universo, la felicidad, el placer, la confianza, el lenguaje, el dolor, el deseo o el amor. Y ese sentido del humor es para Viganó el rasgo más interesante de la producción de Michals.

Con estos elementos construye también sus retratos, en los que intenta reflejar no tanto el físico de su modelo sino más bien su identidad y los elementos que mejor le caracterizan. Entre la nómina de fotografiados, se encuentra Truman Capote, René Magritte, Andy Warhol, Marcel Duchamp, Pasolini, Marguerite Duras, Truffaut, Clint Eastwood, Scorsese, Madonna, Richard Gere y Sean Penn, entre otros.

Una selección de estos retratos, pero sobre todo de sus series narrativas y los fototextos de contenido en ocasiones biográfico, componen el grueso de la retrospectiva que se exhibe en la primera y segunda planta del Centro José Guerrero. Además, en la segunda se puede ver la serie Empty New York (1964), inspirada en la obra de Eugene Atget, que documenta la ciudad vacía y silenciosa de un domingo por la mañana.

La muestra se cierra, en la tercera planta, con un diálogo entre las fosforescencia del pintor granadino y algunas piezas de mayor formato del fotógrafo norteamericano.

El conservador jefe de fotografía de la Fundación Mapfre, Carlos Gollonet, señala que se trata de "la mayor retrospectiva hasta la fecha del fotógrafo estadounidense, que reúne más de 270 imágenes procedentes de colecciones americanas y ofrece una amplia visión de su carrera desde sus inicios con un primer viaje a la Unión Soviética en 1958 hasta sus últimos trabajos en vídeo".

Se trata de la décima muestra sobre fotografía que exhibe el museo de la Diputación de Granada que tal y como recordó ayer la diputada de Cultura, Fátima Gómez, tiene un firme compromiso con esta disciplina artística "no solo por el uso que de ella han hecho importantes artistas, como Luis Gordillo o Bernard Rudofsky, sino también gracias a la obra de los profesionales del medio, grandes maestros de la fotografía".