El parqué
Rebotes en Europa
Que el pintor granadino Emilio Luis Fernández, E.luis, todavía inmerso en una aplastante juventud, es ya toda una realidad artística, no ofrece duda a casi nadie - ese casi es porque, en el mundo del arte siempre existe esquivos intereses con mucha carga de envidia-. Su potencialidad artística, su trabajo entusiasta, su atractiva oferta con lo social y lo simplemente artístico yuxtaponiendo sus posiciones lo han llevado a unos segmentos artísticos importantes y han levantado un interés muy grande en todos los sectores de una plástica granadina que ha acogido al artista como uno de los importantes que en ella existen.
Y todo ha sido así porque su obra ha hablado por sí sola. Emilio Luis es un artista con una especial clarividencia; sabio en el concepto, pulcro en las maneras y acertado en las formas aplicadas. Desde hace unos años, todavía con los esquemas aprendidos en la Facultad granadina donde fue alumno destacado, sus modos, llenos de intensidad creativa, carácter y particularidad, dejaban claro que se estaba ante un artista con una especial sensibilidad y con unas maneras indiscutibles, donde la contundencia y lo sutil jugaban en un mismo estamento creativo. Sus comparencias se fueron sucediendo, siempre aportando mucha verdad a unos sistemas creativos que dejaban entrever una intencionalidad artística aplastante. Su gran exposición en las estancias del Centro Damián Bayón descubrió a un artista importante donde todo lo que hacía estaba dotado de sumo interés y posibilitó la apreciación que aquello no era producto de la improvisación sino que detrás había un trabajo consciente y una sabiduría artística absolutamente indiscutible.
Ahora llega hasta la galería Alfajar de Málaga donde nos encontramos pequeñas muestras de sus importantes series, esas que suscriben una obra donde el dibujo convive con la pintura en una oferta muy bien construida desde unos registros mínimos de gran expresividad. En la obra que se presenta en la galería malagueña de la céntrica calle Císter -frente a la catedral y a un tiro de piedra del Picasso- nos topamos con unos bellos poemas pintados en los que la cotundente plástica del artista sirve de base pictórica a unas esclarecedoras metáforas con un pie como elemento estructural y significativo que abre infinitas perspectivas. Unas piezas configuradas con trazos de absoluta elegancia dibujística, gran economía de medios formales y una intensa y bien definida unidad pictórica; algunos auténticos microorganismos que desarrollan, desde una mínima argumentación plástica, una desmedida y abierta formulación signíficativa de gran intensidad poética. Junto a los apasionantes dibujos, Emilio Luis nos presenta esas pequeñas escultura, tan carácterísticas del autor, a modo de dados llenos de espinas que, a la par de plantear un poderoso sentido plástico, nos sitúan en los horizontes ambiguos de una representación llena de potencia visual y energía significativa.
De nuevo, la personalísima obra de este artista se nos hace presente en una Málaga, centro neurálgico del Arte en Andalucía, para situarnos en los párametros poderosos de un creador distinto, con un lenguaje único, lleno de pasión creativa y donde todo es posible desde esa sutil plásticidad de una obra con todo perfectamente equilibrado en una unidad plástica única e indivisible.
Emilio Luis Fernández sigue demostrando que estamos ante uno de los más firmes valores de la plástica granadina del momento.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios