Homenaje a Morente diez años después de su muerte

Otro universo de Enrique Morente es posible

  • El compositor madrileño Mauricio Sotelo estrenará este sábado un espectáculo dedicado al Ronco del Albaicín en el auditorio Manuel de Falla donde adapta varios de sus cantes

El cantaor granadino Enrique Morente, en una imagen de archivo

El cantaor granadino Enrique Morente, en una imagen de archivo / S. F.

Al volver de su periplo en Viena, Mauricio Sotelo quería conocer a dos personas: el poeta José Ángel Valente y el cantaor Enrique Morente. Con el segundo tuvo hasta sueños durante su época estudiantil. "Yo, como todos los locos, sueño con música. Cuando estaba en Viena soñaba con la voz de Morente. Me sonaba en la cabeza en sueños", cuenta el compositor madrileño durante su viaje en carretera hasta Granada donde este sábado estrenará un espectáculo dedicado al Ronco del Albaicín en el décimo aniversario de su muerte. Los dos artistas fueron presentados por Agapito Pageo en 1992 y desde entonces mantuvieron una estrecha amistad, que derivó en varios proyectos. El primero se trató de unos Responsorios de tinieblas, cuyo estreno tuvo lugar en la Semana de Música Religiosa de Cuenca.

"Desde entonces hemos tenido una intensa relación musical y de amistad. También con la familia. Además de ser un gran cantaor y un buen padre, Enrique fue una persona muy curiosa y culta con una gran sentido del humor", recuerda con cariño de la persona que le abrió las puertas en el flamenco donde Sotelo no era bien recibido en aquel tiempo. El homenaje de Sotelo al cantaor granadino, titulado Morente: Soledad en llamas, tiene como punto de partida investigar la influencias del flamenco en las sonatas de Domenico Scarlatti. "A Enrique le gustaba mucho que le hablara de música clásica y contemporánea. Conversaba con él de Domenico Scarlatti. Le decía que era el compositor más flamenco que existía. El se reía mucho con eso", relata entre risas.

El compositor Mauricio Sotelo El compositor Mauricio Sotelo

El compositor Mauricio Sotelo / Twitter

Domenico Scarlatti, el compositor más flamenco de su tiempo

Domenico Scarlatti nace en 1685 en Nápoles. Era hijo de Alessandro Scarlatti, uno de los más grandes compositores de su época y de los que más ha aportado al género de la ópera. "Viene a Portugal como profesor de la princesa Bárbara de Braganza, que luego será reina consorte de España. El entonces príncipe de Asturias, Fernando VI, se casa con ella en Badajoz. Scarlatti pasa cuatro años en Sevilla con ellos. Un músico de su talla, con el oído privilegiado que poseía, tiene la oportunidad de conocer la música popular, el flamenco de su época. El flamenco data del siglo XIX, pero entonces ya había otras formas previas al arte jondo. Luego él se encierra en la corte en Madrid y compone 555 sonatas, que para mí son lo más flamenco que existe", señala el director de orquesta, que opina que estas sonatas "siempre se han interpretado muy a la francesa". "Le decía siempre a Morente era que había que recuperar esa música con el aire y el ritmo del flamenco actual. A él le fascinaba esto", dice Sotelo respecto a las sonatas de Scarlatti orquestadas por él que sonarán hoy en el auditorio Manuel de Falla y que serán bailadas por Fuensanta La Moneta.

La segunda parte del espectáculo está basado en dos cantes del disco Cantes antiguos del flamenco. "No he parado de escucharlo. A mí me encantan dos cosas de ese trabajo: la seguiriya (Los ojos abrió) y el martinete y toná (Soy un pozo de fatigas). Tomo esos dos cantes, no para llevarlos a otra dimensión, sino para meterlos en una órbita distinta y sacarlos del acompañamiento de la guitarra”, reconoce el veterano compositor. "Voy buscando, como dice Kiki Morente, desmenuzando cada nota. Y creo que es algo que a Enrique le hubiera gustado. Ahora veo sus ojillos y su sonrisa pícara", se sincera. Precisamente su hijo, Kiki Morente, sea quien interprete estos cantes hoy en el auditorio Manuel de Falla. "Con Kiki es la primera vez que trabajo y me hace mucha ilusión. Es un gran cantaor y un chico que conozco desde pequeño", presume Sotelo, cuya fructífera trayectoria le ha llevado a colaborar con Carmen Linares, Miguel Poveda, Arcángel y Pitingo.

Un 'all star' de estrellas para el espectáculo

Imagen promocional del espectáculo 'Morente: Soledad en llamas' Imagen promocional del espectáculo 'Morente: Soledad en llamas'

Imagen promocional del espectáculo 'Morente: Soledad en llamas' / G. H.

Morente: Soledad en llamas se cierra con una versión de Escultura de roja luz interior, una obra de Sotelo para la violinista Patricia Kopatchinskaja, hecha a la medida de La Moneta. "Una de las cosas que he hablado mucho con Morente y con Valente fue de la idea de la interioridad. Un no cantar hacia fuera a gritos, sino cantar hacia dentro, hacia la más profunda interioridad. Ese abismarse hacia dentro", reflexiona el músico, que subraya que la bailaora granadina siempre ha entendido muy bien su trabajo. "Ella hace una lectura impecable. Es algo con una fuerza extraordinaria y muy bonito", destaca. También le acompañará en el escenario Joan Enric Lluna al clarinete, Cecilia Bercovich al violín, Pablo Quintanilla al violín, Paul Cortese a la viola, José Miguel Gómez al violoncello, Juan Carlos Garvayo al piano y Agustín Diassera a la percusión.

Sotelo se define como "un músico clásico con un alma muy flamenca". "Algunos dicen que los músicos de clásica van al conservatorio y saben leer música y los flamencos prácticamente son unos ignorantes que no saben leer música. Siempre he defendido el flamenco como tradición oral, esa tradición ancestral como arte de la memoria que parte de los griegos, que decía mi maestro Luigi Nono. Un arte culto de la memoria, no como la falta de la escritura, sino como una superación de ésta. Eso que mi maestro llamaba en italiano una escritura alla mente", defiende el artista, que entiende el flamenco como "un arte mágico de la memoria que ha superado la escritura o que tiene otro tipo de escritura, una escritura interior".

Los prejuicios asociados al flamenco cada vez son menos, pero él recuerda lo mucho que tuvo que defender la concesión del Premio Nacional de Música a Morente en 1994. "Encontramos un rechazo total por parte de la música clásica. La música culta digamos rechazaba el flamenco", admite. "El otro día decía un amigo: "Ahora todos son morentianos". Yo entonces tenía que defenderlo ante los de la música clásica y los del flamenco. No reconocían el valor que tenía su trabajo", reprocha. Una década después de su muerte, Morente vive y su revolución flamenca sigue en marcha.

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