Un universo musical de ida y vuelta

Fue una noche de jazz romántico. Nos merecemos, quizá necesitábamos, un momento así

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Concierto de Chano Domínguez en el 38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar
Concierto de Chano Domínguez en el 38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar / Rafael Marfil Carmona
Rafael Marfil Carmona

Almuñécar, 25 de julio 2025 - 17:26

Crítica de música

Chano Domínguez, Javier Colina y Guillermo McGill

38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar

Chano Domínguez, piano; Javier Colina, contrabajo; Guillermo McGill, batería.

Fecha y lugar: jueves, 24 de julio, Parque El Majuelo, Almuñécar

Chano hubiera sido uno de los pianistas favoritos de Lorca. Nuestro poeta universal hubiera disfrutado y sentido en El Majuelo, porque estuvo presente toda la noche, en ese viaje desde la música española, con aire de Falla sin serlo, al swing, algo que Federico ya conocía en aquellos viejos discos que descubrían en la Residencia de Estudiantes. No olvidemos que era músico y tocaba ese mismo instrumento. Pero no debe confundirse este sentir, ya que el estilo de estos tres grandes de España era tan actual como lo es el encuentro entre culturas. Y es en ese viaje de ida y vuelta, permanente, desde donde se comprende la propuesta del maestro del jazz gaditano, porque no se puede ser de otro lugar sino de ese espejo flamenco de América que siempre fue Cádiz. La dignidad y amplitud de miras de lo andaluz.

Hay que explicar varias cosas, importantes. Una de ellas es que conocimos a un Chano Domínguez mucho menos aflamencado, como indicaba Josemi, que no recordaba haber escuchado a este pianista interpretar al gran Bill Evans, en el bis Waltz for Debby. Lo mejor del concierto, como aseguraba Ángel. Y claro, después de la descarga del saxofonista James Carter, todo resulta suave, pero de una gran belleza, en este caso. Una mezcla de serenidad e intensidad, en sus tránsitos entre géneros, y de esa realidad que construye, viajando desde sones latinos o aires de Andalucía hasta un estilo que recuerda a la pureza de Oscar Peterson. De la guajira al jazz más auténtico. De la reinterpretación poética de La luna y el toro a una magistral versión de Freddie Freeloader, de Miles Davis. Parece fácil, pero en realidad es imposible.

Concierto de Chano Domínguez en el 38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar
Concierto de Chano Domínguez en el 38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar / Rafael Marfil Carmona

Chano Domínguez fue el único español, entre los grandes del jazz latino, que aparecía en Calle 54, la película de Fernando Trueba. Y, hoy día, hablar de música es hablar de cine, ya que concebimos la vida desde la narrativa audiovisual. El pianista protagoniza una secuencia que construye un marco existente solo en la ficción, uniendo en un travelling Nueva York con el Puerto de Santa María. El cineasta soviético Kuleshov llamó a ese efecto geografía ideal, la construcción imaginaria de un elemento clave del relato, de un mundo que solo existe en la gran pantalla. Justo una metáfora de lo que es su música, un tránsito continuo entre continentes, como si el mundo fuera una sola realidad.

En el escenario había tres extraordinarios músicos españoles. Sin manifestaciones rancias de patriotismo, a mí me hacen sentirme orgulloso. Podrían haber acompañado a Charlie Parker en un be bop de excelencia. El genio de Kansas City tuvo combos peores. Además, se trata, sencillamente, de gente con buen gusto, pero que no viven ajenos a la injusticia, como la que está sucediendo en Gaza, denunciado por Chano Domínguez en su presentación.

Concierto de Chano Domínguez en el 38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar
Concierto de Chano Domínguez en el 38 Jazz en la Costa Festival Internacional de Almuñécar / Rafael Marfil Carmona

Y hay que contar algo más, para comprender por qué la grada se puso en pie. Junto al oficio de Guillermo McGill en la batería, incluidas las escobillas en esos tempos de tanta serenidad y belleza, siempre impresiona la claridad del discurso del contrabajista Javier Colina. Da la cara con su instrumento, no se esconde en una sección rítmica diluida, con la valentía de los grandes, a lo Ron Carter. Asume el liderazgo compartido y sonoriza su punteo para que se le escuche alto y claro, porque tiene muchas cosas que decir, muchos argumentos, que emergen desde estructuras de jazz que muchos estudiantes deberían transcribir. No es ningún ignorante, título de una de sus composiciones, interpretadas en Jazz en la Costa, junto a obras tan especiales como Alma de mujer, de Chano Domínguez, o Canción de amor, de Paco de Lucía. Tal y como definía la velada María Gracia, que hace 38 años que asiste a este festival, y lo vio nacer, fue una noche de jazz romántico. Nos merecemos, quizá necesitábamos, un momento así.

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