Hotel California

Hotel California

Mejor cerrado que arruinado, la metáfora de una plaga devastadora que se está cebando contra la hostelería, el principal sector de la actividad económica en la ciudad y provincia. Y eso, según los cálculos que se hacían confiando en el pase a la fase uno a la que por el momento no nos dejan entrar. No compensa abrir las terrazas ni siquiera ampliando al 50 por ciento la prescripción primera del 30 por ciento de ocupación, ni tampoco la comprensible decisión municipal de permitir una mayor invasión de la vía pública. Esto, en cuanto a los bares. En cuanto a los hoteles, pues más de lo mismo: si la desescalada no autoriza todavía el desplazamiento entre provincias, ¿para qué va a abrir un hotel al que no podrá acudir ni reservar la clientela imposible, imposibilitada de salir de su lugar de residencia? 
Atención a las consecuencias de esta desactivación, aun cuando entendamos que la cautela debe todavía presidir las decisiones de desescalada paulatina. No se trata solo de dar la temporada por perdida, una calamidad que el turismo interior, esa reedición de aquel 'veranee en pesetas' de 1980, solo podrá paliar en parte. Es que, además, como ha advertido el sector, sobre los hoteles españoles pende la amenaza cierta de unos 'fondos buitre' cuyo revoloteo ya se deja sentir. Se trata de unos inversores despiadados -como hemos visto en otros episodios recientes de crisis recientes- que aprovecharán la negativa coyuntura económica y la necesidad de liquidez de las empresas para comprar a precio de ganga y especular con los activos. 
Así avisaba Abc el pasado 20 de abril, echando mano de un informe de la consultora Cushman&Wakefield: el 41 por ciento de los inversores busca activos hoteleros. Alentados, además, por la experiencia de la anterior crisis, tratan de sacar provecho de la caída del valor en el sector hotelero para buscar oportunidades a buen precio que garanticen una alta rentabilidad futura, para lo que Blackstone, otro gigante en el campo de la inversión, preparaba 2.000 millones para invertir en hoteles españoles, noticia aparecida en Cinco Días un mes antes de que se decretase el estado de alarma. Así que, ahora, en el clima de pesimismo económico y en el escenario de atomización que caracteriza el sector hotelero en España, Bolsamanía advertía ayer: 'Los hoteles independientes serán una presa fácil para los fondos buitre'. 
Mientras nos volvemos a hacer cruces con lo que nos espera y en la imposibilidad de reservar habitación en hoteles del entorno, nuestro cancionero de hoy, en su afán por amenizar y poner banda sonora a la cuarentena sesentenada, recurre a un clásico de los 70, Hotel California, original de Eagles, grupo estadounidense de rock country y hard rock. En Estados Unidos, dado el escepticismo del escéptico Donald Trump en todo lo que rodea al cambio climático y al coronavirus, sí será posible reservar habitación. Aunque los aprensivos deberían pensárselo dos veces antes de reservar en ese Hotel California al que cantaron los Eagles. Una canción maldita desde su lanzamiento, porque los británicos Jethro Tull -con los que Eagles habían actuado de teloneros- siempre consideraron que era un plagio de un tema propio, plagio tan flagrante como el que en estos días se ha descubierto en torno al clásico 'Pulsulro de guitarrulra'. 
En todo caso, Hotel California, grabada en 1977, está condicionada por la leyenda urbana que atribuye a la canción unas invocaciones satánicas que aluden al infierno. La leyenda llegó hasta la carátula del disco, pues en su interior presenta una fotografía en el hall del hotel Beverly Hills donde en un extremo de la imagen y asomado a la baranda aparece como en penumbra un tiíllo que algunos identifican con un autoproclamado 'Papa Negro' al que Eagles -continúa la leyenda- habría rendido pleitesía. Así, la letra de Hotel California contendría un mensaje satánico según la historia que relata la canción: un cliente llega al hotel California, "en un oscuro camino del desierto" del que piensa que "esto debe ser el cielo o el infierno". Atraviesa un corredor iluminado por velas, oye extrañas voces de bienvenida que lo despiertan en la noche y lo llevan ante un ritual de invocación y sacrificio. Intenta huir a t'ó correr, pero un 'hombre de la noche' le dice "we are all just prisoners here / of our own device" ("aquí somo todos prisioneros / de nuestra propia invención").  Eso sí, la enigmática advertencia culmina con una sentencia: "Puedes cancelar la reserva cuando quieras / pero no puedes marcharte nunca". Hay otras alusiones que tienen poco de tranquilizador en el ambiente tenebroso en el que se desarrolla la canción y extractos supuestamente satánicos, como "no se puede matar a la bestia" o un apunte del año 1969, casualmente cuando se publicó la supuesta biblia satánica. 
Pero, sobre todo, los difusores de la leyenda apelan a la frase "this could be heaven or this coluld be hell" ("esto puede ser el cielo o el infierno"), que si se reproduce en sentido inverso sonaría "Yes, Satan. How he organized his own religion. / Yes, well he knows he should. How nice!" ("Sí, Satan. Cómo organizó el su religión. / Sí, él sabe bien que lo haría. ¡Qué maravilla!"). (Si este cancionero no se publicase en horario de protección infantil, aquí reseñaríamos lo que algunos decían escuchar en las inconexas invocaciones que en 1968 lanza Teddy Bautista en 'Get on your knees' ('Ponte de rodillas'), el 'hit' de Los Canarios...)
Si alguien que haya leído hasta aquí o escuche la canción sigue interesado en la reserva, que sepa que Don Haley, autor de la letra, negó cualquier vinculación con el satanismo y que Hotel California lo que contiene es una crítica al "espíritu decadente de la época" y "los grandes excesos" tanto en Estados Unidos como en la industria discográfica. Entre tales excesos, el mundo de la droga. De ahí, ese "puedes cancelar la reserva pero no puedes marcharte nunca". Y en cuanto a escuchar el disco al revés, la respuesta fue simple: "Lo único que va a pasar es que te cargarás la aguja del tocadiscos".     
  
Total, que mejor deleitarse con una canción que figura entre los grandes temas del siglo XX y abstraerse con sus sonidos durante los casi siete minutos de música que dura Hotel California. Sin entrar en más disquisiciones esotéricas ni inquietudes por la crisis del sector hotelero al menos durante el tiempo de audición... 

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios