Apatrullando la ciudad

Apatrullando la ciudad

EL sabio lenguaje del pueblo ha construido una frase que resulta muy apropiada para analizar la situación. Y como este es un cancionero analítico que analiza, pues allá que va el análisis: 'meterse en un jardín'. Eso es lo que ha hecho la Delegación del Gobierno en Andalucía, al prohibir hace unos días las manifestaciones de cariño –porque no son otra cosa– como las que los policías locales llevaban en este tiempo de domingo perpetuo a niños confinados que están viviendo su cumpleaños en estado de cuarentena. 'Meterse en un jardín': "Dícese de alguien que se enreda innecesariamente en una situación complicada", apunta más o menos la Real Academia que limpia, fija y da esplendor a nuestro idioma.

Pues eso, que la Delegación del Gobierno –y sus pares provincialmente subdelegados de Granada, Cádiz y Sevilla– se metió "innecesariamente" en una situación complicada que a nada venía y lo único que ha conseguido es soliviantar a los agentes que estos días de sobrecarga de trabajo apatrullan la ciudad. A ningún ciudadano le entraría en la cabeza que uno solo de esos agentes colocaría entre sus prioridades la de felicitar un cumpleaños, que por encima de todo están las obligaciones sobrevenidas desde que se decretó el confinamiento, que no van a dejar el trabajo a medio hacer por atender una celebración. Hay muestras suficientes de ello en estos días en que las policías locales en general y la de Granada en particular, junto a los nacionales, los guardiaciviles, los soldados están en primera línea, asumiendo un riesgo de por sí suficiente como para que en un momento determinado de la jornada puedan ejercer un respiro y querer y ser queridos, que es la satisfacción más humana que todos podemos sentir.

De ese 'jardín' en que 'innecesariamente' se había metido la Delegación ha tenido que venir a sacarla otra Policía, la comisaria jefe de Policía Nacional, Pilar Allué, que ha situado las cosas en su sitio, cuando la polémica había desbordado los límites provinciales y regionales para dar la vuelta a España. "Insensible", dijo César Díaz, concejal de la cosa, cuando supo que a sus agentes se les prohibía entonar el 'cumpleaños feliz' cuando intentan durante su patrulla por las calles de Granada "sacar una sonrisa de forma espontánea a quienes usamos ventanas y balcones como nuestra pantalla particular", según expresión tan descriptiva como acertada que utilizaba aquí ayer esa redactora sensible que es Noelia Gómez Mira.

"Si por aplaudir a los ciudadanos y apoyarnos mutuamente nos expedientan, bien recibido será el expediente", ha replicado en redes sociales un agente constituido en la representación de todos sus compañeros, según la celeridad con la que el mensaje se extendió por las redes sociales, mientras otros ayuntamientos recibían cartas admonitorias de sanción. ¡Pero hombre...! Los policías también colaboran a sostener el ánimo de la población, sentencia que este cancionero analítico toma prestada del citado agente.

Así que, en desagravio, se asoma a nuestro espacio la voz alegre y optimista de El Fary, hombre de sonrisa bondadosa, ejemplo de 'self made man', que conoció el éxito cuando había consumido media vida, empleada en los más variopintos empleos, un hijo de la posguerra que mantuvo siempre la proa de su trayectoria vital enfocada hacia la luz de la copla popular en el sentido más digno y descriptivo de la expresión.

Ese impulso vitalista que fue su vida es el que ilumina estos párrafos, que, además, exhortan a los agentes a continuar esta Apatrullando la ciudad, mejorada puesto que en la letra de El Fary apatrullan de noche y estos custodios nuestros lo hacen día y noche, veinticuatro horas al día "vigilando sin cesar / va tu amigo policía, Policía Nacional. / Los peligros que le acechan él los debe de afrontar / pues adquiere un compromiso con toda la sociedad".

La canción de El Fary obviamente no pudo anticipar el peso que se nos ha venido encima a todos en estos días de coronavirus, pero su mensaje a fin de cuentas sigue vigente: "Delincuencia y gamberrismo, violencia y drogadicción, / con entrega y energía, él será la salvación". El Fary, que falleció en 2007, a los 70 años, habría escrito mejor que cualquiera estas palabras de encomio a quienes apatrullan la ciudad desde mucho antes que este mes que llevamos confinados hasta no se sabe cuándo y aunque en estos días de aislamiento hubiese actualizado su letra, seguro que el mensaje final sería el mismo: "Siempre alerta, siempre atento, siempre buscando la paz".

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